INDIGNACIÓN
DE JESÚS
En
aquel tiempo se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró
en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas
sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas
y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a
los que vendían palomas les dijo:
Quitad
esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi padre.
Sus
discípulos se acordaron de lo que está escrito: << El celo de tu casa me
devora>>.
Entonces
intervinieron los judíos y le preguntaron:
¿Qué
signos nos muestras para obrar así?
Jesús
contestó:
Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré.
Los
judíos replicaron:
Cuarenta
y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres
días?
Pero
él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los
discípulos se acordaron de lo que había dicho, y dieron fe a la Escritura y a
la palabra que había dicho Jesús.
Mientras
estaba en Jerusalén por la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su nombre,
viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los
conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque
él sabía lo que hay dentro de cada hombre (Juan
2.13-25)