A la espera del nuevo
papa
La noticia nos impactó. El lunes santo, 21 de abril, a las 7:35 falleció en
Santa Marta el papa Francisco, un papa que ha marcado un hito histórico, como
también lo marcó en su tiempo Juan XXIII. No es mi intención hacer aquí una
valoración pormenorizada y exhaustiva de todo su pontificado, lo que requeriría
mucho mayor espacio que lo que pretende este sencillo artículo. Sólo pretendo
subrayar grandes rasgos y algunas facetas importantes.

Ya, desde que salió
elegido y el cardenal Humes le dijo “No te olvides de los pobres”, el nuevo
papa latinoamericano tomó el nombre de Francisco por san Francisco de Asís.
Apareció en público por primera vez con una sencilla sotana blanca, uno
sencillos zapatos y una cruz de madera, lejos de los ropajes lujosos que
siempre habían utilizado los nuevos papas. No se quedó tampoco a vivir en las
lujosas y frías estancias vaticanas, sino que se fue a la residencia Santa
Marta a vivir en una sencilla habitación ya comer la comida que comen las demás
personas allí alojadas.
Ha tenido especial
predilección y sensibilidad por los pobres y marginados. A los sin techo de la
plaza de San Pedro les atendió como nunca se les había atendido, llegando a
crear hasta un hospital para ellos, entre otras muchas cosas. Acogió a varios
refugiados en el Vaticano y su primera salida fue a Lampedusa, donde tantos y
tantos inmigrantes han llegado vivos y muertos. Mostró su deseo de haber podido
viajar también a Canarias para expresar su solidaridad con tantos inmigrantes
como allí llegan. Sus viajes, muchos de ellos han sido a países, como él los
llamaba, de la periferia: Sri Lanka, Albania, Palestina, Jordania, Bangladesh,
Kenia, Uganda, Congo, Sudán del Sur, Tailandia, Birmania, etc.
La última entrevista
que mantuvo con el vicepresidente de los EE.UU. Vance, le dejó muy claro que
está en contra de las políticas migratorias de su país, que promueve el
presidente Trump.