PREPARAR EL CAMINO DEL SEÑOR
Juan
Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando:
Convertíos,
porque está cerca el reino de los cielos. Este es el que anunció el profeta
Isaías diciendo: << Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del
Señor, allanad sus senderos>>.
Juan
llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y
se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y
acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán;
confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.
Al
ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara les dijo:
Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a escapar de la ira inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones pensando: <<Abrahán es nuestro padre>>, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga (Mateo 3, 1-12).
ALENTAR
LA CONVERSIÓN
Hay algo nuevo y
sorprendente en este profeta. No predica en Jerusalén, como Isaías y otros
profetas: vive apartado de la élite del templo. Tampoco es un profeta de la
corte: se mueve lejos del palacio de Antipas. De él se dice que es <<una
voz que grita en el desierto>>.
No llegan hasta
el desierto los decretos de Roma ni las órdenes de Antipas. No se escucha allí
el bullicio del templo. Tampoco se oyen las discusiones de los maestros de la
ley. En cambio, se puede escuchar a Dios en el silencio y la soledad. Es el
mejor lugar para iniciar la conversión a Dios preparando el camino a Jesús.
Este es
precisamente el mensaje de Juan: <<Convertíos>>: <<Preparad
el camino del Señor, allanad sus senderos>> Este <<camino del
Señor>> no son las calzadas romanas por donde se mueven las legiones de
Tiberio. Estos <<senderos>> no son los caminos que llevan al
templo. Hay que abrir caminos nuevos al Dios que llega con Jesús.
Esto es lo
primero que necesitamos también hoy: convertirnos a Dios, volver a Jesús,
abrirle caminos en el mundo y en la Iglesia.
No será fácil.
Probablemente se necesitará mucho tiempo para poner la compasión en el centro
del cristianismo. No será sencillo pasar de una <<religión de
autoridad>> a una <<religión de llamada>>. Pasarán años hasta
que en las comunidades cristianas aprendamos a vivir para el reino de Dios y su
justicia. Se necesitarán cambios profundos para poner a los pobres en el centro
de nuestra religión.
No importa. A Jesús solo se le sigue en actitud de conversión. Una conversión que hemos de alimentar y sostener entre todos. Solo una Iglesia en actitud de conversión es digna de Jesús.
VIVIR
ANIMADOS POR EL ESPÍRITU DE JESÚS
El Bautista
habla de manera muy clara: <<Yo os bautizo con agua>>, pero esto
solo no basta. Hay que acoger a Alguien <<más fuerte>>, lleno del
Espíritu de Dios: <<Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego>>.
Son bastantes
los <<cristianos>> que se han quedado en la religión del Bautista.
Han sido bautizados con <<agua>>, pero no conocen el bautismo del
<<Espíritu>>.
No hay que vivir
preparándonos para el juicio inminente de Dios. Es el momento de acoger a un
Dios Padre que busca hacer de la humanidad una familia más justa y fraterna.
Movido por esta
convicción, Jesús deja el desierto y marcha a Galilea a vivir de cerca los
problemas y sufrimientos de las gentes. Es ahí, en medio de la vida, donde se
le tiene que sentir a Dios como <<alguien bueno>>: un Padre que
atrae a todos a buscar juntos una vida más humana. Quien no siente así a Dios
no sabe cómo vivía Jesús.
Jesús deja la
vida austera del desierto y se dedica a hacer <<gestos de bondad>>
que el Bautista nunca había hecho.
Cura enfermos,
defiende a los pobres, toca a los leprosos, acoge a su mesa a pecadores y
prostitutas, abraza a niños y niñas de la calle. La gente tiene que sentir la
bondad en su propia carne.
Quién habla de
un Dios bueno y no hace los gestos de bondad que hacía Jesús desacredita su
mensaje.
SIN
CAMINOS HACIA DIOS
Son muchas las
personas que no son creyentes ni increyentes.
Son hombres y
mujeres que carecen de una <<infraestructura interior>>. Su estilo
de vida les impide ponerse en contacto un poco profundo consigo mismo. No se
acercan nunca al fondo de su ser. No son capaces de escuchar las preguntas que
surgen desde su interior.
Si tantos
parecen alejarse hoy de Dios, ¿no es porque antes se han alejado de sí mismos y
se han instalado en un nivel de existencia donde ya Dios no puede ser
escuchado?
Cuando alguien
se contenta con un bienestar hecho de cosas, y su corazón está atrapado solo
por preocupaciones de orden material, ¿puede acaso plantearse lúcidamente la
pregunta de Dios?.
Cuando una
persona anda buscando siempre la satisfacción inmediata y el placer a cualquier
precio, ¿puede abrirse con hondura al misterio último de la existencia?
Cuando una
persona vive volcada siempre hacia lo exterior perdiéndose en las mil formas de
evasión y divertimiento que ofrece esta sociedad, ¿puede encontrarse realmente
consigo misma y preguntarse por su último destino?
Lo primero que
necesitamos es encontrarnos con nosotros mismos con más hondura y sinceridad.
RECUPERAR
CAMINOS
Es muy fácil
quedarse en la vida <<sin caminos>> hacia Dios. No hace falta ser
ateo. No es necesario rechazar a Dios de manera consciente. Basta seguir la
tendencia general de nuestros días e instalarnos en la indiferencia religiosa.
Poco a poco, Dios desaparece del horizonte. Cada vez interesa menos. ¿Es
posible recuperar hoy caminos hacia Dios?
Tal vez, lo
primero sea recuperar <<la humanidad de la religión>>
Dios no es el
Ser Supremo que aplasta y humilla, sino el Amor Santo que atrae y da vida.
Es necesario, al
mismo tiempo, ensanchar el horizonte de nuestra vida. Estamos llenando nuestra
existencia de cosas, y nos estamos quedando vacíos por dentro.
Nos creemos las
generaciones más inteligentes y progresistas de la historia, pero no sabemos
entrar en nuestro corazón para adorar o dar gracias. A Dios nos acercamos
cuando nos ponemos a buscar un espacio nuevo para existir.
Es importante,
además, buscar un <<fundamento sólido>> a la vida. ¿En qué nos
podemos apoyar en medio de tanta incertidumbre y desconcierto? La vida es como
una casa: hay que cuidar la fachada y el tejado, pero lo importante es
construir sobre cimiento seguro. Al final, siempre necesitamos poner nuestra
confianza última en algo o en alguien. ¿No será que necesitamos a Dios?
Se puede vivir
encerrado en uno mismo, sin caminos hacia nada nuevo y creador. Pero también se
puede buscar nuevos caminos hacia Dios. A ello nos invita el Bautista.
SUGERENCIAS
Cada vez me
encuentro con más personas que, después de muchos años de vivir alejadas de
cualquier experiencia religiosa, sienten hoy de nuevo la necesidad de creer en
un Dios vivo. ¿Cómo encontrarse con él? He aquí algunas sugerencias.
Antes que nada
tienes que valorar ese deseo de Dios que hay dentro de ti. Dios conoce tu
corazón y también tu debilidad. Él te entiende y está cerca. No te compares con
otros. Tú tienes que recorrer tu propio camino. No importa tu pasado. Ahora lo
decisivo es que confíes en Dios y en ti mismo.
Piensa en lo
mejor que hay en tu vida. Lo que, a pesar de todas las dificultades y crisis,
te sostiene y te hace vivir: el amor de tu esposo o esposa, la alegría de tus
hijos, los amigos, las experiencias positivas, lo que te da fuerzas para
sentirte vivo. En el fondo de todo eso está ese Dios a quien tú buscas.
Entra también
dentro de tu corazón y descubre lo bueno que hay dentro de ti. Toma conciencia
de tus sentimientos buenos, de tus acciones generosas y nobles, de tus deseos
de vivir con más coherencia y verdad. Dentro de ti, y a pesar de tu
mediocridad, puedes seguir escuchando la llamada de Dios.
Si puedes,
intenta rezar. Al comienzo no te saldrá nada. Puedes decirle a Dios:
<<Quiero creer. Ayúdame en mi debilidad>>. Charles de Foucauld
solía repetir: <<Dios mío, si existes, haz que yo te conozca>>.
¿Y después? Lo
importante es tu postura sincera de búsqueda de Dios. En cualquier caso, Dios
seguirá ahí, sosteniéndote con amor. Aunque desoigas todas sus llamadas y tu fe
siga apagándose, Dios no te abandonará. Esa es la Gran Noticia de Jesús.
Incluso cuando pecas, él te está perdonando.
Recuerda las
palabras de Juan Bautista: <<Preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos>>. Tú puedes abrirte más a Dios. Un día, no sabes la hora, tal
vez te encuentres con el Dios vivo de Jesucristo. Lo notarás al sentir su paz
dentro de ti.
José
Antonio Pagola


