Hoy vemos que en todo
el mundo se da un avance bastante generalizado de la extrema derecha, sin
embargo vemos pocos análisis de la razón
por la que esto ocurre. Y yo apunto que una razón de ese avance puede ser que vivimos
en una sociedad insatisfecha.
Hablar de sociedad
insatisfecha en pleno agosto, con millones de turistas moviéndose por el mundo
y con las playas a rebosar, parece que no encaja demasiado bien. Pero sí seguimos mirando, podemos ver también
que en el mundo hay millones de personas muriendo de hambre o con sus
necesidades básicas penosamente
cubiertas. Difícilmente podemos pensar que esas enormes multitudes
forman parte de una sociedad satisfecha.
También nos podemos preguntar si todos esos millones que se pueden permitir el turismo y las vacaciones en la playa son personas realmente satisfechas. No olvidemos que vivimos en una sociedad capitalista y a los líderes del capitalismo no es precisamente el bienestar de la sociedad lo que les preocupa. Por supuesto que la moral, la ética es algo que tampoco entra en sus preocupaciones. Lo que realmente le preocupa son sus beneficios. Y para conseguirlos la locomotora capitalista utiliza una herramienta muy eficaz: la sociedad consumista.
Ciertamente necesitamos
consumir para cubrir unas necesidades básicas, pero el bienestar, la felicidad,
la satisfacción con la vida va por otros
caminos. Lo que pasa es que el
capitalismo, con su publicidad abrumadora, es por ese camino por el que nos empuja,
creando una espiral de deseos insaciables que más bien nos alejan de una
vida realmente satisfactoria.
En este marco la
extrema derecha presenta su alternativa,
que no cuestiona el capitalismo, sino
que lo hace todavía más brutal. Para ellos, los derechos humanos, que todas las
personas de este planeta deberían tener, no cuentan. Su falta de humanidad se
muestra con su postura ante la emigración. Su discurso, pidiendo la expulsión
de ocho millones de emigrantes, es una buena muestra de su inhumanidad y falta
de moral.
Disfrazan su egoísmo y
su irracionalidad con un nacionalismo radical, que no tiene en cuenta que es toda la humanidad la que se enfrenta a
los graves problemas de hoy día. Con esto atraen a gente con poco sentido ético
y una visión miope de la problemática actual. Y desgraciadamente parece que encuentran bastantes seguidores.
No tienen en cuenta que
esas posturas de derecha radical condujeron el siglo pasado a una guerra
mundial con cincuenta millones de
víctimas y destrozos incalculables. Hoy, con armamento nuclear, ¿cuál sería el
resultado?
Colaboración de Antonio Zugasti