Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

27 de octubre de 2017

¿YA NO SIRVEN LOS REYES?



LO QUE VA DE AYER A HOY

HIISTORIAS BÍBLICAS DE AYER QUE SE REPITEN HOY

¿Ya no sirven los reyes?

AYER

No nos acabamos de convencer de que  en asuntos relacionados con el  correr de los tiempos debemos ser muy prudentes.

No es lo mismo, por ejemplo, pensar en una familia como la de países occidentales modernos que conocer una familia, más bien tribu de un pueblo oriental  en época  antes o poco después de la era cristiana.  Hoy siempre nos imaginamos  ese grupito  del padre, la madre, hijos,abuelos… con la inclusión a veces de tíos y otros parientes cercanos.



Cuando los pintores representan, por ejemplo, la sagrada familia de Nazaret ahí aparece  el carpintero José entre martillos y serruchos, María cosiendo  y el niño jugando alrededor o llevando unas tablas al padre, según la edad.  No se nos ocurre pensar que lo que entonces y allí se llamaba familia no se parece mucho a lo que hoy entendemos  dejemos a nuestro amigo José Antonio Pagola (en <Jesús aproximación histórica>) que nos explique algo:


En contra de lo que solemos imaginar, Jesús no vivió en el seno de una pequeña célula familiar junto a sus padres, sino integrado en una familia más extensa. Los evangelios nos informan de que Jesús tiene cuatro hermanos que se llaman Santiago, José, Judas y Simón, y también algunas hermanas a las que dejan sin nombrar, por la poca importancia que se le  daba a la mujer. Probablemente estos hermanos y hermanas están casados y tienen su pequeña familia. En una aldea como Nazaret, la “familia extensa” de Jesús podía constituir una buena parte de la población.

Cuento esto para que se hagan una idea de cómo detalles históricos que a veces tienen importancia en el contexto, debemos saberlos ver desde el punto  de vista de la época.
 Es que hoy vamos a abordar alguna palabra con la que se juega mucho en nuestras reflexiones teológicas, pero habrá también que comprender su significado que no es lo mismo hoy que hace
cinco siglos, diez siglos, veinte… Esta palabra o palabras  son  EL REY, LA REALEZA, EL REINO…

Esas expresiones  aparecen en muchos rincones de la Biblia, pero tendremos que darnos cuenta  si cuando las usamos hoy quieren decir lo mismo que “en aquellos tiempos”

¿Qué eran los reyes en la edad antigua, y cómo han ido evolucionando las monarquías?

Si miramos un mapa  de historia  nos podemos dar cuenta de que  en cualquier pequeño rincón de la tierra, en un país que era casi un pueblo, allí hay un rey. Tantos reyes que para domesticarlos necesitaban que los enlazase algún emperador. El problema de la unidad bajo el imperio lo resolvían los ejércitos. La verdad es que  en eso no ha habido actualmente mucho  cambio;  sólo que entonces el  ejército no tenía misiles ni bombarderos. Le bastaba con legiones de hombres bien pagados y alimentados, con arcos, flechas y ganas de saquear, violar y robaren cualquier pequeño reino que se les opusiera.

Hoy lo hacen de modo semejante en los imperios actuales; ustedes me entienden.

Antiguamente los reyes eran elegidos democráticamente a dedo y el  dedo  de ese rey servía para señalar a su hijo  como sucesor  (si no es que  venía alguien a asesinar democráticamente a rey y príncipe)

Nos cuesta, en tiempos de Jesús, distinguir los diversos reyes, tetrarcas,  gobernadores, o usurpadores que se iban sucediendo: Herodes el
grande, Herodes Antipas, Herodes Filipo, Arquelao… y otros no conocidos en  ciudades de los alrededores.

Por eso nos desconcierta cuando a Jesús, le fuero a visitar, cuenta Mateo,  tres señores   que, por si había pocos, la gente  hoy llama  “reyes, cuando sólo eran magos (astrólogos, astrónomos, científicos de la época) personajes simbólicos.

Pues cuando aquel niño creció  y empezó a asombrar al mundo con sus palabras y hechos  el
personal agradecido porque les había conseguido panes y peces, fueron a buscarle para hacerle rey. Él se escapó al monte.  No era lo suyo eso de reinar.  El  sólo hablaba del  reino de Dios o, como dice Mateo por respeto a la palabra Dios, del reino de los cielos.  Fíjense:

La expresión "Reino de Dios" la encontramos 50 veces en los tres Evangelios Sinópticos (14 en San Marcos, 32 en San Lucas, 4 en San Mateo): se trata del Reino fundado voluntaria y positivamente por Dios.  La expresión "Reino de los Cielos" aparece 32 veces y en verdad solo en San Mateo para designar aquel Reino, que está por encima de lo terreno y que decidió Dios fundar mediante Jesucristo.

Pero luego, cuando llegó la crisis, el juicio, y las autoridades del templo lo acusaban de hacerse rey,  Él tuvo que contestar. “Soy rey, pero ¡mi reino no es de este mundo! Yo  vine para dar
testimonio de la verdad”   

-¿Y qué es la verdad?  Preguntó el filosófico Pilato, sin querer escuchar. Allí acabó todo  el dialogo   y sólo quedó el  irónico título sobre la cruz:




Jesús nazareno rey de los judíos.
Después de su resurrección naturalmente los discípulos tenían que tener clavado en la memoria y el corazón el recuerdo de aquella insistencia con que el Maestro repetía: “el reino de los cielos se parece a….” y contaba la parábola. Siguieron sus discípulos hablando de reino.

Pero ya les digo: con el tiempo esa palabra REINO  empezó a cambiar de significado. Imagínense que  un día  del año 1143,  sobre la cabeza  del  papa sucesor entonces  del pescador Pedro colocaron  un sombrero llamado tiara, que no era una, sino tres coronas reales, algo así como lo que aquí ven, tres superpuestas.

Si Pedro, volviera a su casa junto al lago o a la cárcel mamertina donde estuvo encerrado en Roma, qué  hubiera dicho?

Por eso creo que ya es tiempo de que olvidemos el ayer y nos atrevamos a volver al

Hoy

Fíjense lo que queda hoy, siglo XXI de los reyes:

Han ido pasando revoluciones y democracias. Han ido cayendo cabezas coronadas y  han ido apareciendo repúblicas donde ya  no se nombra a dedo a las autoridades. Entre medias también surgen de vez en cuando dictaduras donde aparecen tiranos sangrientos como muchos de los antiguos reyes. No suelen durar mucho.

Incluso  los reyes que todavía van quedando hoy son una especie
de “relaciones públicas”: firman los documentos que les ponen delante y 








poco más. El rey reina pero no gobierna dicen delante de sus narices.

Eso sucede en el mundo social y político, pero ¿en el  ambiente  espiritual?  Los teólogos cristianos según parece, no tiene más remedio que seguir hablado de “reino” y los coros de las iglesias cantando letras como:
“tu reino es vida, tu reino es verdad, tu reino es justicia tu reino es paz, tu reino es gracia tu reino es amor… ¡venga a nosotros tu reino señor!.
Como en la oración que Jesús enseñó:” venga a nosotros tu reino.”

Sin embargo hay quienes se dan cuenta de que eso de “reino” es un símbolo y que los símbolos se pueden cambiar y se deben cambiar cuando hoy ya no significan lo que quien lo inventoproponía. ¡Si los reyes hoy no pintan casi nada! 


Los asuntos de realeza solo se usan en las revistas del corazón, especialmente con las reinas y princesas que sirven para llenar muchas páginas con chismorreos y fotos.  Además, hay actualmente otros reyes y reinas: el rey del mambo, de belleza, del deporte, de la montaña, de la Rabin Ajau (la hija del rey maya)
La principal todo es que  el reino de  Dios no puede  ser un título de supremacía individual, no es reino de poder,  sino  un modo  social de vivir y de convivir. Eso fue lo que vino a anunciar aquel campesino nazareno y por eso los que solo buscaban poder sobre los demás, coronaron…  ¡de espinas!.


Una teóloga,(Salie Mc  Fague )  critica ese reino de  dominio patriarcal que  muchos  quieren mantener;  está proponiendo algo  que puede chocar: el  símbolo “reino de Dios” puede traducirse por “Cuerpo de Dios”

No es  un dogma,  “cuerpo de Dios” es un símbolo, como también es símbolo el “reino de Dios”.  El cuerpo es algo más íntimo que el reino. La metáfora del cuerpo no refleja   los  signos de dominio, de paternalismo, de  imposición que tiene la palabra reino.  El cuerpo tiene un sentido de mayor cercanía a eso que llamamos Dios,  está más unido a lo que el apóstol Juan define  como DIOS ES AMOR.
El amor universal que ya no se relaciona con nuestra religiosidad de seres bajo el poder de alguien que está ahí arriba, “en el cielo”, otra expresión que hoy no tiene sentido más que si consideramos  dicho “cielo”   como el universo que no está flotando en las alturas, sino que nos abarca por fuera y nos abraza por dentro (Dios más íntimo a mí que yo mismo – que decía San Agustín)
Es cuestión de que  nos atrevamos a superar la idea de Dios lejano y arriba para  sentirnos hundidos en el amor eterno del universo que nos une a todos los seres como cuerpo de Dios, que funde nuestros yo, nuestro ego y nos ayuda a vivir el YO  universal del amor eterno: “padre, que todos sean uno como tú y yo somos uno.”
Es una gran aventura esa de cambiar nuestras palabras, nuestras comparaciones y símbolos para abrirnos a una conciencia mayor y auténtica de eso que llamamos Dios. 
Si Jesús hubiera  vivido esa relación en el tiempo actual  no  habría hablado hoy de   reino porque ya  no valdría el simbolismo.  Se habría sentido uno con el Padre-Madre  universal, y con todos nosotros  como cuerpo. Ustedes, yo y todo lo que existe somos el cuerpo del amor eterno en quien vivimos, nos movemos y somos.
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Pueden profundizar en el tema buscando en Google: El mundo como cuerpo de Dios. Dios y el mundo – Sallie Mc Fague
También pueden tomar el documento en Modelos de Dios, Teología para una era ecológica y nuclear. Sal terrae, Santander 1994  pags 109-153, original de 1987