DIRECTORIO FRANCISCANO
Temas de estudio y meditación
EL BANQUETE DEL SEÑOR.
ITINERARIO CATEQUÉTICO
SOBRE LA EUCARISTÍA
por Miguel Payá Andrés
1. ¿DÓNDE CELEBRAMOS LA EUCARISTÍA?
La Eucaristía se celebra siempre en un lugar, pero no necesariamente en un
lugar determinado o «sagrado»: «El culto "en espíritu y verdad" de la
Nueva Alianza no está ligado a un lugar exclusivo. Toda la tierra es santa y ha
sido confiada a los hijos de los hombres. Cuando los fieles se reúnen en un
mismo lugar, lo fundamental es que ellos son las "piedras vivas",
reunidas para "la edificación de un edificio espiritual" (1 Pe 2,45)»
(Catecismo de la Iglesia Católica, 1179). Por eso celebramos la Eucaristía en
lugares muy distintos. Cuando Juan Pablo II dice: «He podido celebrar la Santa
Misa en capillas situadas en senderos de montaña, a orillas de los lagos, en
las riberas del mar; la he celebrado sobre altares construidos en estadios, en
las plazas de las ciudades...» (Juan Pablo II, Ecclesia de Eucaristía, 8), está
expresando una experiencia que tenemos todos. Nosotros podíamos aún añadir: en
nuestras casas, en palacios de congresos, en salas de reunión, debajo de los
árboles...
Pero los cristianos, siempre que nos han dejado, hemos construido edificios
dedicados exclusivamente al culto divino: son las «iglesias» o «templos», que
cuajan toda nuestra geografía, desde la pequeña aldea a la gran ciudad, y que
son el lugar normal de nuestras celebraciones.
El templo cristiano es siempre un edificio original que está marcado por
tres características, que imponen su estructura y sin las cuales no es posible
entenderlo:
1.ª Es casa de la Iglesia, lugar
donde se reúne el nuevo pueblo de Dios y que intenta materializar visiblemente
sus peculiaridades, convirtiéndose en símbolo de su dignidad y de su estructura
interna. Por eso le llamamos con el mismo nombre, «ecclesia-iglesia», que es la
denominación principal de la comunidad cristiana.
2.ª Es estación de paso, «statio»,
frontera entre dos mundos, casa provisional de un pueblo peregrino hacia su
verdadera patria, de un Cuerpo que tiene su Cabeza y muchos miembros en el
cielo, mientras que otros están todavía en la tierra. Por eso se le ha llamado
muchas veces «parroquia» («par-oikía»), domicilio provisional.