Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

2 de agosto de 2019

Aeropuerto


AEROPUERTO

(Artículo de JAVIER ANSO en Diario de Cádiz- 29-07-2019)

A mí no me cuesta nada rezar en un aeropuerto. Cuando voy con tiempo busco la capilla o sala de meditación y me quedo allí un rato. Pero la verdad es que cualquier parte me ayuda porque no se trata de un espacio determinado sino del hecho de sentirme rodeado de personas.

Miles y miles, y todas tan distintas. Saber que tengo junto a mí a quien hace unas horas estaba en el otro extremo del mundo, o llegará pronto a él. Escuchar todos los idiomas. Imaginarlos creyentes de todas las creencias, o de ninguna. De cualquier raza, color o edad. Tan distintas como uno pueda imaginar, y  sin embargo, tan iguales entre sí y a mí mismo. Con parecidos sueños, temores y esperanzas.


Soy muy curioso en los aeropuertos. Me gusta observar a las personas. Adivinar, por sus pasaportes, de donde proceden. Verles en familia, jugando con sus niños. O solitarios, leyendo un libro o consultando un móvil. Llenando el tiempo aburridos o charlando alegremente. Con rostros serenos, a veces. Con preocupación, otras. Cada uno, una historia. ¡Cuántos volúmenes harían falta si alguien pretendiera escribir todo lo vivido en un aeropuerto durante un solo día!

Esa humanidad total que nos encontramos en cualquier aeropuerto está llamada a entenderse, a ponerse de acuerdo, a caminar juntos para hacer la vida más feliz y mejor para todos.

¡Cuántas veces y por cuántas estúpidas causas sucede, sin embargo, lo contrario ¡Cómo y con cuántos motivos diversos – creencias, fronteras, banderas, etc. nos engañan y nos enfrentan, cegándonos para que nuestros ojos no vean lo evidente: que somos iguales y que estamos llamados a entendernos !

Cuando voy a un aeropuerto rezo pidiendo que el sentido común y el amor prevalezcan sobre la manipulación y el engaño.

Lo mismo hago cuando pienso en nuestros países, donde, por tantos estúpidos motivos, nos enfrentamos en vez de dedicarnos a lo importante: que haya vida y de más calidad para todos.

Yo pongo mi granito de arena: no dejo de sonreír en los aeropuertos.

Javier Anso