Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

25 de abril de 2016

Lo que va de ayer a hoy: " Eso que llamamos Cielo"

Historias bíblicas  de ayer que se repiten hoy


ESO QUE LLAMAMOS CIELO




Una de las palabras que,  al  evolucionar la conciencia de la humanidad, tiene un sentido diferente es esa. 


Podríamos decir que mientras somos avanzados en unos aspectos de nuestra vida en otros  hablamos como hombres primitivos.

En nuestros conocimientos desde la escuela primaria aprendemos nuevas enseñanzas, pero  en nuestra vida social y especialmente religiosa,  seguimos anclados en el pasado

Veamos:



AYER:

Ya comentamos en otras ocasiones la evolución  del conocimiento de la humanidad   sobre esta tierra en que tenemos puestos  los pies.
Cuando el ser humano  empezó a levantar la cabeza  a lo alto y se le iba iluminado la mente, aquel lejano  techo, iluminado de día por una gran  lámpara  y de noche por una gran bombilla   y miles de chispitas,   aquello  fue siendo para él objeto de meditación. Allí, arriba le protegía un techo: el padre cielo, aquí abajo le mantenía y alimentaba la  madre  tierra.

No vamos a repetir la historia de aquellos locos que fueron descubriendo cómo ese techo no estaba sólo por encima de ellos sino que  les envolvía por todos lados, porque la madre tierra tampoco era plana.
 Sino que era una pelota de rocas, agua (y fuego por dentro) flotando en medio de aquel mar de estrellas… A algunos de aquellos locos  su teoría  les costó la condena de los religiosos que creían más en sus libros  que en lo que se veía  y se  reflexionaba.

Si  Dios estaba  por allí arriba y había “bajado”  a la tierra,  ¿qué sentido tenía  decir  que esa su tierra no era el centro del universo?


Uno de los que desvariaban, fue aquel campesino  que no había tenido más libro que la madera y las herramientas para labrar  la  tierra o enredar a  los peces…  junto al silencio del desierto y la contemplación

Había  hablado, con el escaso conocimiento de su vida aldeana,  del  Padre que estaba en los cielos. Y esperaba su reino.  Cuando partía el pan para dar comida y  hermandad a quienes lo rodeaban, antes levantaba los ojos al cielo.

Pero luego se le escapaban frases como que  “el reino de Dios está  aquí  abajo,  entre los que le escuchaban”…  o que “ese abba (papá) celestial   y él, aquí en la tierra, eran una sola cosa” y que: “Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos en él  nuestra   morada” .


Aunque…Lucas cuenta  que reunidos con  Jesús después de resucitado…  lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:- «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»

¿Siguen las contradicciones entre  Los astrónomos y los evangelistas? Es hora de mirar al…

HOY:
 
Lo que decíamos al principio: muchas personas, especialmente  gente religiosa, aunque sean licenciados en ciencias siguen en sus creencias “mirando al cielo”.

Para aclararnos podemos hacer una sencilla reflexión.
Puede ser que no necesitemos  estar siempre mirando al cielo, porque el cielo está aquí.
Cuando rezamos el “padrenuesdtroqueestasenloscielos”,  como a veces decimos será bueno que  cambiemos nuestro pensamiento sobre lo que llamamos cielo.   La pelotita llamada tierra, igual que el sol y las estrellas no está fuera, es parte del cielo. Podemos  decir que cielo = universo 

Para  mirar al  universo (al cielo)  no necesitamos levantar  los ojos.    Podemos  mirar a la tierra, a una florecita o piedrecilla  que  tengamos  junto a los pies, o mirar al frente, a los ojos de cualquier persona, aunque sea  alguien con quien no  tenemos buena comunicación,  o  también contemplar una asamblea humana, una  marcha de campesinos que vienen a la ciudad buscando la tierra, el cielo que les están robando.
No hace falta mirar al cielo, ni hace falta cerrar los ojos, aunque a ves sea bueno,  para encontrar el cielo en cualquier parte.
El infierno son los otros, dijo el filósofo Sartre.

También el cielo  somos los otros  y yo,  a pesar de los infiernos que organizamos en  el cielo –universo.

Puede que el gran peligro para los cristianos de hoy no sea el infierno sino el cielo.  Cuántos viven su  expresión de creyentes con los ojos  y las manos  en lo  alto  sin mirar   universo que está delante de ellos.
Cuantos  se dirigen a un dios  que anda por ahí arriba y que no lo sienten  presente en  los problemas sufrimientos,  infiernos de este  universo que  hoy para nosotros es el cielo verdadero  que debemos  recuperar con nuestra vida.
Hoy existen movimientos  espiritualistas  inmóviles  que se  limitan a mirar  a lo alto, y no se han enterado de que la tierra es solamente una pelotita sumergida  en el cielo.  Que, si a veces es bueno levantar los ojos  y los brazos para sentir dónde estamos hundidos, la vida de un creyente en el Dios de Jesús, o el espíritu que sea, con cualquier nombre, lo tenemos aquí abajo, delante, en medio, en el  amor universal   que no se evade de la tierra.
Hasta los científicos  que en un tiempo eran, en buen número agnósticos y materialistas, hoy están descubriendo un nuevo universo, un nuevo cielo  que les abre las puertas de una visión mística del mundo,  pero una mística con los pies y las manos en la historia de la humanidad. 

Les invito a escuchar una canción  de Miguel Manzano, letra  de José Antonio Olivar  que puede resumir lo que aquí se comenta y completarlo con la contemplación del video adjunto...


Cuando vean el video, en los ojos de la muchacha, junten todas las miradas de tanta gente que en  el cielo de nuestro universo están sufriendo el  infierno. Meditemos ¿qué  cielo podemos contemplar...?