Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

29 de junio de 2017

ECUMENISMO

UMBRALES - Ene. 2017


Les ofrecemos este artículo de Umbrales, un poco extenso que creemos importante por la ignorancia de  muchos cristianos  sobre las demás iglesias que llamamos hermanos separados.

Ecumenismo:  1517 – 2017: 500 años buscando la unidad

El 2017 será marcado, por lo menos en la Iglesia, por el aniversario de la Reforma protestante:
como ya recordamos en los meses pasados, en 1517 Martín Lutero con sus 99 tesis dio comienzo
a un movimiento en la Iglesia que llevó a un grave cisma (división) de la Iglesia occidental, separada entre católicos y protestantes. Por más de cuatro siglos, católicos y protestantes se acusaron recíprocamente de no ser fieles y obedientes a Jesús, con amenazas y sanciones recíprocas. El siglo pasado ha visto un cambio importante, cuyo momento más emblemático ha sido el Concilio Vaticano II: el papa Juan XXIII, deseoso de llevar al mundo el mensaje de Paz de Jesús, ha trabajado incansablemente porque esta Paz reinara en primer lugar entre los cristianos que la anunciaban; la presencia de los “hermanos separados” en la Asamblea Conciliar y los documentos que se promulgaron en la misma, han señalado un antes y un después: ya no hay excomuniones recíprocas, sino aprecio por el hermano que enriquece con su fe en Jesús Cristo que subraya aspectos diversos y a veces olvidados.

Umbrales ha sido siempre atenta a los signos de unidad en la Iglesia y al movimiento ecuménico impulsado por el Vaticano II: el movimiento que promueve la unidad en la diversidad. En particular
el n. 200 fue una entrega especial sobre Ecumenismo, presentando las distintas confesiones
cristianas con una mirada privilegiada al diálogo ecuménico de las últimas 10 décadas, en que el camino hacia la unidad vivió un tiempo privilegiado, tratando mostrar lo esencial de la fe y de la
experiencia cristiana de cada confesión. Siempre Umbrales ha vivido la búsqueda de lo que une, más allá de lo que divide; el reconocimiento de la verdad presente en el mundo, más allá del error que produce; el trabajo humilde de quien cuida el crecimiento de las semillas del Reino, más allá de las apariencias que busca el periodismo masivo.

En este mes de enero, reproducimos el material ofrecido en el n. 200, en la sección relativa al movimiento protestante: una herramienta sencilla y seria para conocer a nuestros hermanos en la fe.

Los protestantes

Templo protestante en Berlin
Historia y doctrina

El término “Protestantismo” históricamente se refiere a los cristianos que siguen a los Reformadores Martín Lutero, Juan Calvino y Ulrico Zwinglio y a las doctrinas fundamentales
de los mismos. La palabra viene de la “protesta” que los discípulos de Lutero elevaron contra el decreto de la Dieta de Spira (1529) que prohibía cualquier cambio de tipo religioso en los Estados
alemanes. Hoy el término se refiere en general a todas las denominaciones que se inspiran en las Reformas impulsadas por Lutero en Alemania, por Calvino y Zwinglio en Suiza, por Enrique VIII en Inglaterra durante el siglo XVI. Los protestantes han sido los primeros en aplicar la hermenéutica moderna a la Sagrada Escritura. Se habla de “reforma protestante”, pero en realidad hubo distintas etapas, si bien relacionadas entre ellas.

El Luteranismo y la Primera Reforma

El iniciador de lo que se llamó la Reforma Protestante fue el monje agustino Martín Lutero
(1483-1646). Nació de familia pobre (su padre era minero), empezó estudiando derecho, entró
después en los Agustinos de Erfurt y fue ordenado sacerdote después de dos años. Luego enseñó Ética y Escritura en la Universidad de Wittenberg. Era muy religioso, se destacaba por su inteligencia, pero de carácter fogoso y polémico. Su interpretación de la Biblia, sobre todo de las cartas a los Romanos y a los Gálatas, lo llevó a proponer la doctrina de la Justificación y  enfrentarse con la autoridad eclesiástica. La finalidad de Lutero y sus seguidores fue de “reformar”
la Iglesia (que ciertamente estaba corrupta en aquel tiempo) pero no de dividirla. Por falta de diálogo de una parte y de la otra, Lutero terminó siendo el fundador de un nuevo grupo cristiano.
La ocasión se dio cuando el dominico J. Testzel emprendió la predicación sobre las indulgencias para recaudar dinero para la construcción de la Basílica de san Pedro. Contra todo esto Lutero
escribió sus 95 tesis, que fijó en la puerta de la iglesia de Wittenberg el 31 de octubre de 1517, invocando de esta forma un debate sobre las mismas. Posteriormente, debido también al silencio de sus interlocutores, buscó la protección de los príncipes alemanes y comenzó a cuestionar algunos dogmas y sobre todo tradiciones de la Iglesia de Roma. En 1520 fue excomulgado por el Papa León X y cuatro años después contrajo matrimonio con la ex monja cisterciense Catalina Bora. En 1536 rompió definitivamente con Roma. Murió el 18 de febrero de 1546 y fue sepultado en Wittenberg. A pesar de sus errores, se ha revalorizado de parte católica la persona y el aporte
de Martín Lutero y se lo considera un personaje influyente en la historia de la Iglesia. El mismo Juan Pablo II tuvo gestos y palabras positivas para Lutero.

Las causas principales de la ruptura con Roma fueron antes que nada de tipo religioso-moral. Había mucha corrupción en la alta jerarquía; más que líderes espirituales los obispos eran
señores feudales y príncipes, interesados en el dinero y en el poder. Debido al abandono de los fieles, florecían la superstición y la ignorancia. Hubo también razones de tipo económico y político
que enfrentaron a los príncipes alemanes con el Papa. Los príncipes alemanes, gracias a la doctrina de Lutero, querían llevar a cabo su independencia del emperador, único interlocutor
político del Papa. Se quería supeditar la Iglesia al Estado, negando la jurisdicción y el poder del Papa.

Edición de la Biblia de Lutero

Doctrina del Luteranismo
Lutero quiso renovar la Iglesia del siglo XVI mediante el retorno a un evangelio más puro, pero debido a las sucesivas evoluciones y conflictos, quedó finalmente constituida la Iglesia Luterana,
cuyo cofundador fue Felipe Melanchton. Lutero aboga por la tradición de la Iglesia antigua; por eso acepta los dogmas contenidos en los “Credos” y rechaza las tradiciones posteriores como por ejemplo el celibato de los curas o la vida religiosa. Sólo en la segunda mitad del siglo pasado surgió la experiencia monástica y celibataria de los monjes protestantes de Taizé (Francia, ver pág. 20).

La doctrina de Lutero ha sido recogida en la “Confessio Augustana” (1530), redactada por Felipe

Melanchton y se identifica con los siguientes principios:
– El único mediador entre Dios y los hombres es Cristo; por lo tanto se rechaza el culto a la Virgen, a los santos, a las imágenes, indulgencias, etc.
– La Escritura es la única fuente de la Fe y la Moral que se les exige a los cristianos. Su lectura es literal y se la interpreta mediante el libre examen, iluminados por el Espíritu Santo. Se rechaza la Tradición de la Iglesia y el Magisterio eclesiástico (del Papa, obispos y de los mismos concilios).

– Para la Salvación sólo hace falta la Fe en Cristo. Es la Fe que nos justifica, a pesar de nuestros pecados, que quedan. No son nuestros méritos ni nuestras obras las que nos salvan, sino
únicamente los méritos de la sangre de Cristo. Lo importante es aceptar a Cristo y llevar una vida de arrepentimiento y reparación. Las obras buenas son fruto únicamente del Espíritu Santo que habita en nosotros.

– Sólo dos sacramentos aparecen con claridad en la Escritura, como instituidos por Cristo: el Bautismo y la Cena. A la que los católicos llaman Misa, los luteranos llaman Cena porque es tan
sólo la actualización de la Cena de Jesús, no de su Sacrificio en la cruz (esto fue suficiente y único).

En la celebración de la Cena prevalece la Palabra de Dios y el canto. No se admiten los demás sacramentos; ni el del Orden Sagrado. Por eso no se reconoce el sacerdocio jerárquico (Papa,
obispos, presbíteros); únicamente se reconoce el sacerdocio común de los fieles, que procede del Bautismo. Los “pastores” son laicos al frente de las comunidades. 

Actitudes ecuménicas Igual que los católicos, los Luteranos creen en la Santísima Trinidad, en la divinidad de Cristo, en
la Vida Eterna, profesan el mismo Credo, creen en la misma Escritura, en el mismo Bautismo, rezan el mismo Padre Nuestro. Su régimen eclesiástico es sinodal. Existe también entre ellos el
Ministerio (obispos, pastores..), pero no es sacramental; es tan sólo una función al servicio de la comunidad. Existe la Federación Luterana Mundial (FLM), cuya autoridad máxima es la
Asamblea que se reúne cada seis o siete años. En forma permanente hay un Comité Ejecutivo con un Secretario General que reside en Ginebra (Suiza).

La FLM tiene autoridad moral pero no tiene poder para legislar ni para limitar la autonomía de las Iglesias. Los Luteranos, que son 68 millones en el mundo, están volcados al ecumenismo; integran el CMI a nivel mundial y el CLAI a nivel latinoamericano. El diálogo con la Iglesia Católica, sobre todo después del Concilio, ha logrado un amplio entendimiento sobre distintos  puntos de la doctrina.

El Calvinismo y la Segunda Reforma

Mientras en Alemania surgía el Luteranismo, en Suiza se originó la llamada “Iglesia Reformada”, en parte por la influencia de Lutero y en parte de manera independiente. Juan Calvino se
proponía una “Iglesia reformada por la Palabra de Dios”. La doctrina es fundamentalmente la Luterana, con algunas peculiaridades, como por ejemplo la radicalización de la doctrina sobre la predestinación.

Juan Calvino (1509-1564) era un laico jurista francés que empezó su Reforma en Francia hasta que se afincó en Ginebra. Llegó a construir en Ginebra una teocracia para recrear el Reino de
Dios en la tierra. Se sentía llamado a ser profeta de Dios para llevar a la Iglesia a la primitiva pureza. Impuso el rigorismo moral y el puritanismo (los pecados graves eran penados en la hoguera), como reacción a la corrupción que veía en la Iglesia de su tiempo.

La organización de la Iglesia Calvinista o Reformada se apoya no sobre los obispos sino sobre los presbíteros. Por eso se los llama también, sobre todo en Norteamérica, “Presbiterianos”. La
Alianza Mundial de Iglesias Reformadas agrupa a 70 millones de fieles y practica el ecumenismo.

De los Reformados han salido teólogos importantes como Oscar Cullman, Karl Barth, Paul Tillich, Willen Visser´t Hooft que fue secretario general del CMI y tuvo una importante actividad
ecuménica.

Junto con Juan Calvino que predicó al pueblo suizo de lengua francesa (Ginebra), hay que recordar también a Ulrico Zwinglio que se dedicó más bien a la Suiza de lengua alemana (Zurich). La ideas de Zwinglio son muy parecidas a las de Calvino. Su comunidad se unió más  tarde al Calvinismo en 1580.

Palabras claves

*Reforma: la reforma de la Iglesia en 1500, era algo que se veía necesario hace tiempo, porque la Iglesia se había alejado demasiado del espíritu y la práctica del Evangelio. La querían el papa Paulo III de aquel tiempo y los anteriores, muchos obispos y sacerdotes; la querían santos como Ignacio de Loyola, Teresa de Avila etc. Le faltó fuerza a los papas y a los obispos para
implementar esa reforma. Por lo tanto con el nombre de “Reforma” pasó a la historia la Protestante y los mayores Reformadores fueron Lutero y Calvino. Ésta no fue una reforma de  costumbres, afectó a las estructuras eclesiales y a la doctrina. Para contrarrestar la expansión del Protestantismo, se dio después, desde adentro de la Iglesia pero tarde, la llamada
“Contrarreforma” o sea la reforma católica a partir del Concilio de Trento (1545-1563) convocado por Paulo III y terminado por Sixto V.

*Justificación: Lutero enseña que a partir del pecado original, la naturaleza humana ha quedado herida para siempre; la persona es y será siempre pecadora. Pero, gracias a los méritos de Jesús que cubren nuestros pecados, Dios nos salva. El nos hace justos (=justifica) tan sólo por su gracia. Lo que se nos pide es la fe (= confianza) en Jesús y en la Escritura. En los últimos años ha habido diálogos y acercamientos importantes entre luteranos y católicos sobre este tema.

*Predestinación: siguiendo la enseñanza de San Agustín, Lutero afirmaba que la predestinación a la salvación por parte de Dios no es para todos: si así fuera, Dios no sería libre, porque tendría
que salvar a todos. Específicamente Calvinista es la radicalización de la doctrina de la Predestinación. La justificación sólo es fruto de la obra de Cristo, la cual va en beneficio únicamente de los que han sido predestinados a la salvación por Dios; también los réprobos son predestinados desde la eternidad para las penas eternas. Pocas Iglesias Reformadas admiten hoy esta doctrina, ya que la redención de Cristo ha sido universal.

Diálogo ecuménico

En esta declacración conjunta de 1980, sobre la Doctrina de la
Justificación, se recoge el fruto de más de treinta años de diálogo ecuménico, pues antes del Vaticano II ya se iniciaron los contactos informales entre ambas confesiones, aunque es en 1967, después del Concilio, cuando se inicia el diálogo oficial. El consenso que en esta Declaración común se ha conseguido pone fin, al término del siglo XX y al comienzo del XXI, a una cuestión
discutida durante muchos siglos.

Declaración oficial conjunta entre la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica
1. Sobre la base de los acuerdos alcanzados en la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación (DJ), la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica declaran: “La doctrina de la justificación expuesta en la presente declaración demuestra que entre luteranos y católicos hay un consenso respecto a los postulados fundamentales de dicha doctrina” (DJ 40). Con base en este consenso la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica declaran: “Las condenas del Concilio de Trento no se aplican al magisterio de las iglesias luteranas expuesto en la presente declaración y, las condenas de las Confesiones Luteranas no se aplican al magisterio de la Iglesia Católica expuesto en la presente declaración” (DJ 41).

2. Con relación a la Resolución que acerca de la Declaración conjunta fue tomada por parte del Consejo de la Federación Luterana Mundial del 16 de junio de 1998, y la respuesta de la Iglesia Católica del 25 de junio de 1998, y los interrogantes
planteados por ambas, la declaración adjunta (denominada “Anexo”) acredita ulteriormente el consenso alcanzado en la Declaración conjunta; de modo que sea claro que las anteriores mutuas condenas doctrinales no son aplicables a las enseñanzas de ambas partes, tal como éstas vienen presentadas en la Declaración conjunta.

3. Las dos partes en diálogo están comprometidas a continuar y profundizar el estudio acerca de los fundamentos bíblicos de la doctrina de la justificación. También buscarán una ulterior comprensión común de la doctrina de la justificación más allá
de lo que ha sido tratado en la Declaración conjunta y la declaración substancial adjunta. Basados en el consenso alcanzado, es necesario continuar el diálogo; concretamente, se requiere una ulterior clarificación sobre las cuestiones  mencionadas especialmente en la Declaración conjunta (DJ 43), para poder alcanzar la plena comunión eclesial, una unidad en la diversidad, en la que las restantes diferencias podrían ser “reconciliadas” y no tendrían más una fuerza divisoria.
Católicos y Luteranos continuarán ecuménicamente sus esfuerzos en su testimonio común de interpretar el mensaje de la justificación en un lenguaje apropiado para los  hombres y mujeres de hoy, y con referencia a las preocupaciones, tanto individuales como sociales, de nuestro tiempo.



1. Las siguientes elucidaciones subrayan el consenso alcanzado en la Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación (DJ) con referencia a las verdades básicas de la justificación; así se pone en claro que las condenas mutuas de los tiempos pasados no se aplican a las doctrinas católica y luterana sobre la justificación tal como éstas son presentadas en la Declaración conjunta.

2. “Juntos confesamos: “Sólo por gracia mediante la fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras” (DJ 15).

1. La Respuesta de la Iglesia Católica no pretende poner en cuestión la autoridad de los Sínodos Luteranos o de la Federación Luterana Mundial. La Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial iniciaron el diálogo y lo han llevado a cabo como
partes con iguales derechos ( “par cum pari”). No obstante las diferentes concepciones acerca de la autoridad en la Iglesia, cada parte respeta el proceso propio de la otra para alcanzar las decisiones doctrinales.

Testimonios

*Taizé
el hno. Roger
Es el nombre de una localidad de Francia donde el pastor de la Iglesia Reformada suiza Roger Schutz, en agosto de 1940 empezó una “ vida de comunidad en la que la reconciliación según el
Evangelio, sería vivida en una realidad concreta”. Inicialmente todos los “hermanos” eran de origen protestante; buscaban vivir una vida con reglas comunes de oración, celibato e comunión
de bienes. A partir de 1968 se les unieron hermanos católicos. En 1952 el hermano Roger escribió

la “Regla de Taizé”; el papa Juan XXIII lo recibió en audiencia en 1958 y fue invitado más tarde
al Concilio Vaticano II como observador. La comunidad de Taizé busca ser un signo de
reconciliación entre los cristianos divididos y marca un camino de fe a la juventud que acude masivamente de toda Europa ya sea en Taizé como en los encuentros europeos e internacionales. El hermano Roger permaneció como prior de la comunidad hasta su muerte a los
90 años, en 2005.

Mucho más que sus palabras o su teología, su vida daba testimonio de este valor que llevaba muy adentro: el ecumenismo vivo, dónde todos sean verdaderamente hermanos: “Cuando la Iglesia
escucha, sana, reconcilia, llega a ser lo que es en lo más luminoso de ella misma: límpido reflejo UMBRALES - 274 - Ene. 2017 - 7
de un amor”. Su sucesor, designado por él mismo unos años antes, es el hermano A lois Löser.

Actualmente, la comunidad de Taizé se compone de un centenar de hermanos originarios de una treintena de países y que son cristianos procedentes de diversas confesiones. La Comunidad es
un signo visible y palpable de la reconciliación y unidad de los cristianos. La Comunidad no acepta ningún donativo y los hermanos se ganan la vida con su trabajo, y sus herencias personales las dan a los más pobres.

Los momentos importantes en Taizé están marcados por la oración común, que tiene lugar en la Iglesia de la Reconciliación tres veces al día. Al son de las campanas se paralizan los trabajos y los encuentros, y todos, jóvenes, mayores y niños, se reúnen con los hermanos para la oración.

Taizé ha creado un estilo musical único que refleja la naturaleza meditativa de la comunidad. En la música de Taizé se repiten, o se cantan en canon frases sencillas, normalmente versos de los
Salmos.

*Karl Barth
Es uno de los más grandes teólogos del siglo XX. Nacido en Basilea (Suiza), fue discípulo de A.

Harnack y, como pastor, fue nombrado párroco de la Iglesia Reformada en Ginebra. Fue profesor en Gotinga, Münster y Bonn. Además de su labor como pensador y pastor cristiano, se destacó
por su férrea oposición a la adhesión de la Iglesia al régimen nazi, la persecución contra los judíos, y todo tipo de atropellos contra las libertades individuales que caracterizaron a su época.

Después de la guerra, siguió manteniéndose muy interesado en la teología de su tiempo, y su autoridad y prestigio ejercieron una profunda impresión cuando dirigió su discurso inaugural en
la Conferencia del Consejo Mundial de Iglesias celebrado en Ámsterdam en 1948. Trabajó para la unión de las Iglesias.

Invitado como observador al Concilio Vaticano II, no participó por razones de salud pero no dejó de conversar con teólogos católicos y una vez recuperado visitó las universidades romanas hasta ser recibido por el mismo Pablo VI. Resultado de ese viaje (septiembre de 1966) fue su libro: “Ad límina Apostolorum”, que significa en latín la visita a las basílicas de los Apóstoles Pedro
y Pablo. Murió en Basilea el 10 de diciembre de 1968.

“¿Buena fe? Nunca me la permitiría. Cuando sea llamado ante mi Dios y Señor, no me voy a presentar con una cesta a la espalda llena con mis obras completas; todos los ángeles se echarían a reír. Ni tampoco diría para mi justificación: siempre tuve buena intención, ‘buena fe’. No, me presentaré allí con las manos vacías y sólo me parecerá oportuno decir: Dios, ten
misericordia de este pobre pecador”

*Walter Altmann


Fue presidente de la Iglesia Evangélica de la Confesión Luterana de Brasil. Elegido en 2006 como
moderador del comité central del Consejo Mundial de Iglesias, narra en esta entrevista su experiencia sobre Ecumenismo en América Latina. Nacido en Porto Alegre en 1944, se inspiró teológicamente en Karl Barth, Dietrich Bonhoeffer y Martín Lutero. En su trayectoria buscó convergencias entre la teología de la Reforma y la teología de la liberación.

¿Cómo valora la situación actual de las iglesias y del movimiento ecuménico en la región? Por una parte, América Latina tiene una rica historia ecuménica. Las iglesias protestantes históricas han cooperado entre sí en el campo de la misión desde la conferencia de misión de Panamá en 1916, aunque a menudo concebían la misión como oposición a la Iglesia Católica. Por otra parte, el diálogo teológico con la Iglesia Católica, por ejemplo por parte de los luteranos del Brasil, se inició en 1957, anticipándose al Concilio Vaticano II. En la década de los setenta, en tiempos de las dictaduras en la región, hubo en general una estrecha cooperación ecuménica en el campo de los derechos humanos, con una significativa contribución del Consejo Mundial de Iglesias.

Hoy día la escena religiosa en América Latina se caracteriza por un creciente pluralismo, dentro del cual se destaca el crecimiento de las iglesias pentecostales (que se concentran en los dones
del Espíritu) y neopentecostales (que se concentran en conceptos como guerra espiritual contra los demonios y promesas de prosperidad para los creyentes). ¿Cómo definiría usted su visión ecuménica y la finalidad del movimiento ecuménico?

La motivación permanente del movimiento ecuménico ha sido el deseo de alcanzar la plena unidad entre las iglesias, y sobre esa base llegar a ser instrumentos más fieles y eficientes del
amor de Dios en el mundo. En el amor de Dios, la oikoumene se extiende mucho más allá de las fronteras de las iglesias y abarca toda la humanidad y todo el universo creado.

Para las iglesias, el movimiento ecuménico se basa en el don de la unidad que tenemos en Cristo por la fe y el bautismo. Con esa base, en nuestro camino ya practicamos y experimentamos la
unidad de maneras muy diversas. Rendimos culto al Dios uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo

– unidad y comunión perfectas.
Veo natural que para todos nosotros nuestra fe, espiritualidad y acción estén profundamente arraigadas en nuestras respectivas iglesias. Pero siempre he sentido que nuestras divisiones
son una flagrante negación de todo lo que creemos, un escándalo que es consecuencia del pecado humano. Por eso tengo un sueño, lucho por que nuestras iglesias se renueven en todo
aquello que obstaculiza el camino hacia la unidad de la familia cristiana, siguiendo una forma común de comunión, testimonio y servicio. En el movimiento ecuménico hay un profundo y
creciente anhelo de comunión.

¿Cuáles cree que son los principales desafíos con que se enfrenta el movimiento ecuménico? Paralelamente a la tendencia a la globalización, tenemos también hoy día los fenómenos de
fragmentación e individualismo. Aún dentro del cristianismo, hay hoy una mayor diversidad religiosa que cuando nuestros predecesores vieron la necesidad de un movimiento ecuménico.

¿Qué mensaje desea transmitir a las iglesias?
La visión ecuménica es de una gran belleza e inmenso atractivo. Combina la legítima diversidad y la apuesta por la unidad. Es así, en si misma, un testimonio poderoso en nuestro mundo globalizado, que excluye a las personas de tantas maneras. Hay multitudes de hambrientos, tanto física como espiritualmente. Nuestro deber es ofrecerles un testimonio creíble de la esperanza que está en nosotros (1Pe 3,15), una esperanza que nos viene de Cristo. Estamos llamados a no
desanimarnos y a perseverar. El movimiento ecuménico atraviesa un tiempo de cambio, pero es  perpetuamente válido, porque su inspiración es el Dios uno y trino.

www.esglesiaplural.cat
Los Anglicanos
Historia y doctrina

El Anglicanismo puede ser considerado la tercera Reforma del siglo XVI. Los anglicanos también  se llaman “episcopalianos” (sobre todo en Estados Unidos) por la importancia que tienen los
obispos en su organización interna. Cuando se habla de Iglesia “anglicana”, este término designa en latín a la iglesia “inglesa” porque tuvo su origen en Inglaterra y se difundió en los países de
habla inglesa. Los anglicanos de todo el mundo, unos 77 millones, se mantienen unidos por una vinculación especial con la sede episcopal de Canterbury (Inglaterra) y por su participación en las
Conferencias de Lambeth que ejercen la máxima autoridad en la Iglesia y se celebran cada diez
o doce años.

Enrique VIII (1491-1542), rey de Inglaterra, era católico. El papa León X lo había distinguido con el título de “Defensor de la Fe”, porque se había declarado abiertamente en contra de las tesis de Martín Lutero. Enrique deseaba tener un descendiente masculino para que fuera su sucesor y continuase la dinastía Tudor, pero sólo tenía una hija de su esposa Catalina de Aragón. El Papa se opuso a su divorcio. El arzobispo de Canterbury, Thomas Crammer, influenciado por las ideas reformistas, proclamó sin embargo nulo el primer matrimonio del rey; lo mismo hizo el parlamento del Estado. 

Después de varios intentos de unión, Pablo III terminó excomulgando a Enrique VIII en 1538. El rey se casó con Ana Bolena y fue tomando el poder sobre la Iglesia de Inglaterra,
obligando al clero a reconocer al rey como cabeza suprema de la Iglesia; la administración de los bienes de la Iglesia pasó al parlamento. Fueron disueltos los monasterios y murieron mártires de la fe católica, en 1536 el obispo John Fisher y el ministro de estado Thomas Moro, canonizados después por la Iglesia Católica. Con el sucesor Eduardo VI y después con Isabel Iª se concluyó el
proceso de ruptura con Roma y el definitivo sometimiento de la Iglesia al poder de la corona. Hoy la Iglesia Anglicana de Inglaterra busca desatarse de esos vínculos y manifiesta deseos de renovación.

Doctrina y organización

Las causas de la ruptura fueron en un primer momento de carácter personal por el divorcio del rey, pero casi enseguida tomaron un carácter político-nacionalista por la constante tirantez con Roma (los ingleses acusaban de injerencia a Roma y Roma denunciaba la invasión del Estado sobre los asuntos eclesiásticos). También la Iglesia Anglicana, con el arzobispo de Canterbury a la cabeza, se propuso imitar a las demás Reformas para devolver al Cristianismo la pureza inicial. En un primer momento la mayoría de los obispos creía posible combinar una Iglesia nacional con la soberanía puramente espiritual del Papa; no querían cambios en la doctrina, sino limitar el poder del Papa sobre la Iglesia de Inglaterra. Con el tiempo hubo cambios también en la doctrina. Según los anglicanos, la única regla de Fe es la Sagrada Escritura y los primeros cuatro Concilios de la Iglesia. La profesión o el Credo del Concilio de Nicea (325) es fundamento suficiente para la Fe. De los sacramentos son necesarios el bautismo y la Cena del Señor, los únicos instituidos por Cristo; los demás han sido instituidos por la Iglesia. Se mantiene el triple orden sacramental del Ministerio (obispos, presbíteros, diáconos) y la liturgia es parecida a la católica. Repudian la soberanía del Papa reivindicando libertad para las Iglesias nacionales.

Reconocen en la historia de la salvación el lugar privilegiado de María, pero rechazan los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción. Hay conmemoración de los santos de antes de la
Reforma.

Comunión anglicana

La Iglesia Anglicana es jerárquica. Al arzobispo de Canterbury se le reconoce un primado de honor (es el primero entre iguales) y preside las Conferencias de Lambeth en las que participan todos los obispos de la Comunión Anglicana. Cada provincia eclesiástica es jurídicamente independiente y tiene su Sínodo. Los anglicanos son muy abiertos al ecumenismo desde sus
comienzos y se han redactado documentos muy positivos entre católicos y anglicanos, fruto de un diálogo que se ha intensificado después del Concilio Vaticano II. Entre las iniciativas ecuménicas
destacamos las Conversaciones de Malinas.

Surgió a comienzos del siglo XIX desde adentro del anglicanismo un movimiento (en Oxford), por el cual volvieron a existir órdenes y congregaciones religiosas ya sea masculinas como femeninas: en este movimiento encontraron apoyo los Anglo-católicos . En el Movimiento de Oxford tuvo relevancia especial la figura de John Newman, que después se convirtió al catolicismo y fue cardenal: ahora está en proceso de canonización. Un nuevo y grave punto de
 divergencia entre Iglesia Católica y Anglicanos se dio en 1992 cuando estos últimos decidieron la ordenación sacerdotal de mujeres.

Las reformas dentro de la gran reforma Tras las grandes reformas de Lutero, Calvino y Enrique VIII, surgieron otros grupos minoritarios más radicales aún. Son los llamados “Evangélicos” o “Iglesias Libres” o “Iglesias Misioneras”. A
diferencia de las Iglesias instituidas, prefieren mantenerse libres e independientes. El “evangélico” (o “evangelical” en inglés) subraya la conversión adulta y personal a través del bautismo de
adultos por el cual uno se considera un “renacido”. Es rigorista y hace una lectura literal de la Biblia. Los evangélicos en Norteamérica se han aliado con los políticos conservadores (la “Moral Mayority”) promoviendo tele-predicadores famosos. 

“Iglesia electrónica” es la expresión que se usa en Estados Unidos para designar a estos predicadores, a menudo fundamentalistas, que usan masivamente los medios de comunicación social. Los más famosos son Billy Graham, Pat Roberston, Jimmy Swaggart, etc.. Han hecho también agresivas cruzadas misioneras en América
Latina. En los últimos años la influencia de estos movimientos ha preocupado a la Iglesia Católica y también a las Iglesias protestantes históricas que ven disminuir el número de sus adeptos de manera notable. La unidad para ellos es una realidad espiritual dada por Cristo a través del Espíritu Santo, mas allá de cualquier institución. Entre estas iglesias habría que recordar a los Valdenses que hicieron suya la tendencia reformada pero que en realidad están vinculados históricamente con el movimiento laico de los “Pobres de Lyón” de Pedro Valdo en el siglo XIV. En
general estas iglesias o comunidades eclesiales comparten con los católicos, con los ortodoxos y los protestantes la validez del mismo bautismo. La Cena representa una presencia puramente
simbólica de Cristo.

Palabras Claves

*Anglo-católicos: el anglicanismo puede ser definido como una vía media entre la Iglesia Católica y el Luteranismo. Por eso en su seno se debaten distintas corrientes: está la tendencia
afín al Protestantismo (llamada “Iglesia Baja”) y la tendencia hacia el Catolicismo (“Iglesia Alta”); en esta última tendencia se inscriben los anglo-católicos . Ellos han querido mantener las
ceremonias litúrgicas de siempre y una teología en comunión con los Padres de la Iglesia y la tradición de los primeros siete siglos de la Iglesia. Los anglo-católicos siempre han demostrado,
especialmente después del Movimiento de Oxford, un interés especial en la comunión con la Iglesia católica romana.

*Movimiento de Oxford: es un movimiento espiritual y teológico que surgió en la Iglesia de Inglaterra entre 1830 y 1845. Se llama “de Oxford” porqué en aquella universidad su iniciador, Henry Newman fue preceptor y rector de la capilla universitaria como presbítero de la Iglesia de Inglaterra. Acentuaba el legado de la Iglesia Católica en Inglaterra antes de la Reforma. Este
movimiento trataba de demostrar que la Iglesia de Inglaterra era la descendiente directa de la Iglesia de los Apóstoles, lo que luego los llevo a reconsiderar la relación de la Iglesia de Inglaterra con la Iglesia Católica Romana. El movimiento de Oxford tiene una influencia lejana en la estructura ideológica de Alcohólicos Anónimos.

*Conversaciones de Malinas: desde 1921 a 1926 se celebraron cinco históricos encuentros en el arzobispado de Malinas (Bélgica) encabezados por el anglicano Lord Halifax y el cardenal Desiré Mercier, con el visto bueno de Roma y Canterbury. El intento era acercarse y reforzar la posición anglo-católica en el seno del anglicanismo. Según Lord Halifax la Iglesia de Inglaterra no
era protestante, sino una Iglesia apartada de la Iglesia Católica con la que compartía todas las raíces y con la que debía volver a reunirse. Sucesivos encuentros con un religioso lazarista francés, el p. Fernando Portal, lo llevaron a conocer al cardenal Desiré Mercier, arzobispo de Malinas. Los encuentros fueron muy fructuosos pero no encontraron resonancia en las altas esferas y con la muerte de los protagonistas el proyecto fracasó.

Diálogo ecuménico

El don de la Autoridad

“La autoridad en la Iglesia III”, es un documento de 1999, fruto del trabajo de la Comisión Internacional Anglicano-Católica (=ARCIC). La Comisión inició su actividad en 1968 y luego de
distintas etapas llegó a este importante documento que consta de 63 párrafos, articulados en cuatro partes: una Introducción [nn. 1-6], y tres divisiones, tituladas “La autoridad en la Iglesia”
[nn. 7-31], “El ejercicio de la autoridad en la Iglesia” [nn. 32-50] y “Acuerdo sobre el ejercicio de la autoridad: pasos hacia la unidad visible” [nn. 51-63]. Citamos los párrafos que subrayan algunos aspectos en los que se ha ampliado el acuerdo alcanzado en los diálogos anteriores. El “principio inspirador” de todo el Documento es el concepto de autoridad como don de Dios.

El don de la autoridad correctamente ejercido, permite a la Iglesia seguir en obediencia al Espíritu Santo, que la mantiene fiel en el servicio del Evangelio para la salvación del mundo. 

Deseamos aclarar más cómo el ejercicio y la aceptación de la autoridad en la Iglesia es inseparable de la respuesta de los creyentes al Evangelio. Así, podrá haber un redescubrimiento de elementos que fueron descuidados y una rememoración nueva de las promesas de Dios, que lleve a la renovación del “Amén” de la Iglesia. Podrá también haber un examen de lo que ha sido recibido porque algunas de las formulaciones de la Tradición han sido vistas como inadecuadas o incluso engañosas en un nuevo contexto. Todo este proceso puede denominarse como re-recepción.

La Iglesia debe permanecer fiel de modo que el Cristo que viene en gloria reconozca en la Iglesia la comunidad que fundó; debe permanecer libre para recibir la Tradición apostólica de nuevos
modos de acuerdo con las situaciones a las que se ve confrontada.
El proceso de tradición entraña claramente la transmisión del Evangelio de una generación a otra (diacrónica). Sí, la Iglesia debe permanecer unida en la verdad, esto también entraña la
comunión de las Iglesias en todos los lugares en este único Evangelio (sincrónica). Ambas son necesarias para la catolicidad de la Iglesia.

En la acción del sensus fidelium (= lo que creen los fieles) hay una relación complementaria entre el Obispo y el resto de la comunidad. Los que ejercen la episkopé (= obispos) en el Cuerpo de Cristo no deben ser separados de la ‘sinfonía’ de todo el pueblo de Dios en el que tiene un papel que jugar. El carisma y función de
episkopé están específicamente conectados con el ministerio de m emoria. Mediante este ministerio el Espíritu Santo mantiene viva en la Iglesia la memoria de lo que Dios hizo y reveló.
Los Obispos, el clero y los otros fieles deben todos reconocer y recibir lo que es mediado de Dios por medio del otro. Así, el sensus fidelium del pueblo de Dios y el ministerio de memoria existen juntos en una relación recíproca.

En el cuerpo entero, el Colegio de obispos ejerce el ministerio de memoria con este fin. En circunstancias específicas, los que tienen el ministerio de vigilancia (episkopé) asistidos por el
Espíritu Santo, pueden llegar juntos a un juicio que, siendo fiel a la Escritura y acorde con la Tradición apostólica, esté preservado del error. Esto es lo que significa cuando se afirma que la
Iglesia puede enseñar infaliblemente. Esta enseñanza infalible está al servicio de la indefectibilidad de la Iglesia. La autenticidad de la enseñanza de los obispos individuales es
evidente cuando esta enseñanza es solidaria con la totalidad del Colegio episcopal.

Una experiencia de primacía universal de este tipo confirmaría dos conclusiones particulares a las que hemos llegado: –que los Anglicanos están abiertos a, y desean una recuperación y
re-recepción bajo ciertas condiciones claras del ejercicio de la primacía universal del Obispo de Roma; –que los católicos están abiertos a, y desean una re-recepción del ejercicio de la primacía
por el Obispo de Roma y el ofrecimiento de este ministerio a toda la Iglesia de Dios.

Testimonios

*Desmond Tutu
Desmond Tutu

Es un obispo anglicano sudafricano. Tutu nació el 7 de octubre de 1931 en Klerksdorp y emigró con su familia a los 12 años hacia Johannesburgo. Aunque quería ser médico, orientó su
educación a la enseñanza debido a que su familia no podía pagarle estudios más costosos.
Sus primeros años de vida acdémica fueron marcados por hacer percibir a todos la diferencia de condiciones existentes entre blancos y negros en su país, lo que lo llevó a dejar cargos importantes denunciando esta realidad. En 1976 se realizaron las célebres protestas de Soweto contra la obligación del uso del Afrikaans como lengua de instrucción en las escuelas negras, convirtiéndose en una revuelta masiva nacional contra el apartheid, revuelta en la cual Tutu tomó parte activa, dando soporte al boicot económico internacional contra su país. Sus fuertes palabras y actitudes adquirirían fama mundial en la década de 1980 a causa de su oposición no violenta a la segregación racial. Por este motivo es considerado uno de los íconos modernos de la lucha no violenta por la libertad y la igualdad de las personas. El 16 de octubre de 1984 le fue concedido el Premio Nobel de la Paz por su constante lucha contra el apartheid. El 7 de septiembre de 1986 fue ordenado Arzobispo de la Iglesia de la Provincia de África Meridional, siendo nuevamente el primer hombre negro en conseguirlo, ocupando su cargo de Arzobispo de Ciudad del Cabo entre aquel año y 1996. Tutu llama a su país, la Nación de Arco Iris, en alusión a la convivencia entre las personas de la gran variedad de etnias que lo habitan.

A raíz de su participación en un Foro de Teología, Jon Sobrino escribió: “tuve la oportunidad de saludar a Desmond Tutu. Había tenido una ponencia impresionante, por la hondura de compasión, el hambre de justicia y la profundidad de fe. Se lo agradecí, y sólo añadí que venía de El Salvador, la tierra de Monseñor Romero. Entonces, como ensimismado, comentó con convicción y agradecimiento: “¿Romero? He inspired us”. Nuestro Monseñor, salvadoreño y católico, estaba presente en la Sudáfrica anglicana. Sin conocerse, Desmond Tutu y Oscar Romero, llegaron a ser hermanos, no sólo dialogantes ecuménicos. Y lo que ahora quiero enfatizar, lo fueron sin dejar ninguno de los dos su Iglesia, y sin buscar, para que prosperase el ecumenismo, mínimos comunes, sino verdaderos máximos: en ambos casos el gran amor por sus pueblos oprimidos, y la disposición a darlo todo por su liberación”.

*John Newman

El card. Newman

John Henry Newman nació en Londres en 1801. En 1842 se retiró a Littlemore, y vivió bajo condiciones monásticas con un pequeño grupo de seguidores. A sus discípulos les asignó la tarea de escribir sobre la vida de los santos ingleses, mientras que él escribía “Ensayos sobre el desarrollo de la doctrina cristiana”, y poco a poco fue reconciliándose con el credo y la liturgia de la Iglesia católica romana, gracias a sus estudios sobre la relación de la Iglesia de Inglaterra y la de Roma. En febrero de 1843 publicó un anuncio anónimo en el Diario Conservador de Oxford,
una retractación formal de todas las afirmaciones que pronunciara contra Roma. Se convirtió luego al catolicismo. Se tornó en una de las más grandes figuras del anglicanismo y del
catolicismo en el siglo XIX. Fue iniciador del Movimiento de Oxford.

Durante años estuvo en el punto de mira de anglicanos que veían en él a un desertor y de católicos que lo consideraban demasiado liberal. En 1870 expresó su oposición a la oportunidad de la definición del dogma de la infalibilidad pontificia, teniendo en cuenta a las otras Iglesias cristianas. Sólo al final de su vida, el Papa León XIII lo nombró cardenal, en mayo de 1879. Su última Misa la celebró el 25 de Diciembre de 1889. Falleció al año  siguiente, el 11 de agosto de 1890. Su epitafio dice Ex umbris et imagínibus in veritatem (Pasó de las sombras y las imágenes a la Verdad’).

Los Pentecostales

Historia y doctrina

América Latina no se vuelve protestante –como decía David Stoll-, sino pentecostal. Lo más
llamativo de los últimos 20 años es la permanente noticia titulada “crecimiento evangélico”, que no se refiere a las iglesias evangélicas clásicas, sino al pentecostalismo en todas sus expresiones.

En tan sólo 100 años se ha transformado en el movimiento cristiano de mayor y más rápido crecimiento de toda la historia. Más allá de las cifras, su notorio crecimiento “rompe los ojos”, y
llenan estadios con miles de fieles cada año, mientras que los templos históricos no se llenan ni en sus fiestas litúrgicas más importantes. Un nuevo paradigma cristiano se vuelve hegemónico y no aparecen síntomas de estancamiento, sino todo lo contrario.
El fenómeno del pentecostalismo está presente en el cristianismo desde sus orígenes. Sin embargo, nos referimos ahora al movimiento que se generó en el siglo pasado: el Pentecostalismo clásico es el que comenzó en 1901 entre cristianos que se reunían en la calle Azusa en Los Ángeles, y que en un principio unía a las iglesias pentecostales en una sola organización cristiana. Es la corriente pentecostal más grande entre todas las demás, pues está conformada por organizaciones religiosas que se formaron en aquellos años y mantienen manifestaciones espirituales y doctrinas similares.

Si bien podemos pensar que esta expansión tiene un “techo”, un límite de crecimiento, éste es cada vez más alto, debido al aumento de la pobreza y a los importantes cambios culturales que le hacen de “caldo de cultivo” a este tipo de manifestaciones religiosas. Para comprender algunas de las principales causas de su crecimiento, es preciso ubicarnos en la actual crisis de la modernidad, y las crisis de proyectos frustrados de países latinoamericanos que soñaron con competir en el primer mundo y quedaron presos del subdesarrollo y la resignación, por diversos factores de orden político, económico y sociocultural. A su vez hay un cansancio frente a un cristianismo tradicional que no responde a las necesidades espirituales y afectivas de los creyentes. Hay un agotamiento de las razones, y se buscan nuevas experiencias.

En primer lugar, la crisis del mundo moderno afecta a las Iglesias que se amalgamaron con la modernidad, y a la católica de manera particular en el post Concilio Vaticano II. Los mitos modernos (progreso, razón, etc.) que comenzaban a caer en la década del 60, son asumidos tardíamente por la Iglesia católica. Entonces, cuando el mundo se vuelve contra el proyecto moderno y sus fracasos, se vincula a las Iglesias históricas como parte de ese pasado perimido y autoritario. Se percibe un agotamiento de todo lo burocrático e institucional. Las Iglesias históricas se secularizaron y el pueblo quiere mística, misterio y fe, no dogmas, sino experiencia.

Aunque es verdad que muchos pentecostales son muy austeros y críticos de la cultura moderna, también hay una suerte de consumo religioso a medida de las necesidades del momento, y cada uno se sirve según la oferta del “aquí y ahora”. Mientras algunos investigadores pueden ver en la crisis social un factor decisivo para la indiferencia religiosa, en América Latina la crisis
sociocultural y económica son un acelerador de conversiones masivas al pentecostalismo y a los cultos afrobrasileños.

Si observamos los orígenes de los más importantes “avivamientos” religiosos, sobre todo de corte cristiano, éstos han sucedido en importantes crisis sociales y económicas, y parece ser una regla
general: cuando el mundo se quiebra, hay que buscar un “mundo nuevo”. Por algo será que tantas personas dejan de cultivar su dimensión espiritual en el ámbito de las iglesias tradicionales
y van en busca de otras respuestas para las mismas preguntas. Parece que el pentecostalismo sea recibido particularmente entre los pobres. El especialista católico Robert E. Mosher describe tres razones de este fenómeno. En primer lugar la espiritualidad intensamente vivencial que permite una expresión corporal y emocional de fuertes sentimientos. “ Cuando el evangelio se
asocia más con los sentimientos que con el intelecto, llega a ser central para un grupo social que sufre la marginalización y la anomia, furto del desempleo y la pobreza”.

La segunda razón es gracias a la preocupación paternal del pastor por sus cargos y por su propia vida, por su participación y por la capacitación en algún oficio o actividad. “ Esta capacitación del individuo, quien es, a la vez pobre y marginalizado de otras instancias de educación formal o de participación en instituciones de la sociedad, le ayuda a descubrir por vez primera sus propios dones de liderazgo, de discurso público, de habilidad musical, etc.” En último lugar, gracias a las mencionadas anteriormente, se destaca el rol de la mujer y su promoción. El vivir relegada en un ámbito demasiado machista, la igual dignidad predicada en el
pentecostalismo (sacerdocio universal de todos los fieles, hijos de Dios, etc.) lleva a la mujer a adquirir roles de protagonismo y a moverse con libertad en un ámbito donde le es posible
desarrollar sus dotes de liderazgo.

El que antes “no era nadie”, y “no tenía oportunidades en la sociedad”, es “levantado entre los hombres para dar testimonio de la Verdad”. El llamado a evangelizar con el “poder de Dios”,
contribuye a elevar los niveles de autoestima y seguridad personal. La comunidad pentecostal es un ámbito cálido, una familia alternativa, que ofrece todo aquello de lo que la sociedad le ha despojado: dignidad. Pablo Deiros afirma al respecto: “El protestantismo popular parece detectar los verdaderos problemas del pueblo, sus angustias y esperanzas, su ansia de trabajo, seguridad, perdón y de todos los aspectos de una vida humana normal… Moviliza a la gente en su progreso personal y de grupo. No es de extrañar entonces la adhesión masiva que ha logrado en los últimos años en América Latina”.

Doctrina: Experiencia antes que discurso, vivencia antes que doctrina Una parte del pentecostalismo se mueve en una antropología unitaria, bíblica, donde no hay dualismo, no hay fragmentación. La única división es en el plano de lo que pertenece a Dios y lo que es del Diablo, aunque subyace en la mayoría de los casos un dualismo cosmológico y antropológico. Justamente al primar la experiencia, ésta toma a la persona en la totalidad de su ser, y no una sola dimensión. La salvación se experimenta como “poseídos por el Espíritu de Dios”, como rezara una canción pentecostal-carismática “ lo siento en mis manos, lo siento en mis pies, los siento en mi alma y en todo mi ser”, bailando mientras alaban a Dios por haberles llenado
con su Espíritu.

El testimonio tiene un lugar privilegiado en la liturgia y en la vida cotidiana del pentecostal, ya que es el vehículo privilegiado para contar la “experiencia” subjetiva, “las vivencias de lo que Dios
ha hecho en su vida”. El testimonio de “la obra de Dios” en el creyente.

El encuentro con Cristo resucitado como experiencia fundante: la Salvación-justificación, por la gracia de Dios, ganada por la muerte de Jesucristo y recibida por la fe, se hace palpable y
experimentable en la conversión. Descrita indistintamente como “nuevo nacimiento” (Jn 3), “conversión”, “cambio de vida”, “vida nueva”, refleja no un asentimiento formal, intelectual de ciertas verdades doctrinales, sino de tener “una experiencia de Dios”, que a su vez exige un cambio radical de vida y de la escala de valores. Esto es posible gracias al poder salvador deJesús, llevado a cabo por la acción salvadora del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo: el poder de Dios en la vida del creyente. Se trata de recibir el poder (la
fuerza, la energía, la vitalidad, etc.) necesaria para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios y vivir según sus planes. De allí el tema recurrente del “poder” para obrar. La experiencia que une a los pentecostales es “el bautismo en el Espíritu Santo”.

El cambio de vida como experiencia sanadora: La sanación tiene un lugar relevante, como superación de situaciones personales que han bloqueado la vida. Para la gran mayoría de los pobres de América sus condiciones de vida están muy lejos de representar el mejor de los mundos posibles, y para ellos la vida es una difícil lucha cotidiana. La experiencia pentecostal es tan profunda, que se traduce (no siempre) en superación personal de dolencias, y en la propia promoción social del individuo que ha adquirido una nueva dignidad como hijo de Dios.

Una Iglesia viva: la comunidad de los que han sido transformados por Cristo. Lo que constituye a la Iglesia pentecostal es la común participación en la experiencia del encuentro con Jesús resucitado bajo el poder del Espíritu Santo. Por esta razón el pentecostal no entiende una Iglesia que esté incorporada a un sistema de cristiandad, porque Iglesia es la comunidad de los
que han sido salvados por Cristo, de los que han experimentado el poder de Dios y no los cristianos “nominales” aunque pertenezcan a alguna institución eclesial. Pentecostés sirve de mito fundacional y la Iglesia primitiva de Hechos de los Apóstoles de arquetipo para comprender lo que es la Iglesia para el pentecostal. No le interesa si alguien pertenece a su comunidad o a otra, sino “ si ha sido salvado”. De ahí que sólo establezcan vínculos con personas fuera de su Iglesia con la única finalidad de “convertirla”.

Sacerdocio común de todos los fieles : No existe una comunidad con un ministro ordenado. Los líderes son personas carismáticas, elegidos por el Espíritu, tomados de su comunidad. Los dones
se imponen por sí mismos como manifestación del Espíritu. Cada pentecostal se sabe -y se siente- un discípulo de Jesucristo, llamado a la santidad y a la radicalidad de la fe. Todos tienen la
misión de evangelizar, de predicar, de conquistar al mundo para Cristo, cada uno según sus dones y ministerios.

Demonología y guerra espiritual: De especial manera en los neopentecostales se evidencia una permanente lucha con “los poderes del mal”, y se lo “ata” antes de comenzar el culto para que no interfiera en la oración del pueblo creyente. Esto lleva en algunos casos a justificar que la existencia de todos los males que afectan al hombre son de origen demoníaco, aunque no es
igual en todos los casos. Los exorcismos son parte normal del culto, ya que es una oportunidad para evidenciar el poder de Dios frente al mal, y la victoria de Cristo. Es una ocasión para
acrecentar la fe y “dar gloria a Dios”.

La sagrada escritura como Palabra Viva de Dios y como suprema norma para la vida cristiana. Como en sus hermanos mayores, los hijos de la Reforma, los pentecostales centran su fe y su
culto en la Palabra de Dios.

Palabras claves

*Testimonio: entre los pentecostales, antes que cualquier doctrina o teoría acerca de lo sobrenatural está la experiencia transformadora de Dios vivo por medio de Jesús. El que
verdaderamente encontró a Jesús no puede ser el mismo. Palabras como conversión, cambio de vida, experiencia, son subrayadas y puestas en común, de manera que cualquier persona pueda entender, en términos muy sencillos, que tienen que ver con el “experimental”, con la vida concreta.

*Bautismo en el Espíritu Santo: Se trata de una experiencia personal, en la que el individuo se deja “llenar” por el Espíritu Santo hasta sentirse sumergido (bautizado) en el poder, en el amor y la presencia de Dios. Esta experiencia transforma la vida del creyente, capacitándolo con carismas para la misión y para dar testimonio con la fuerza del Espíritu Santo. Esta experiencia común es lo que une a pentecostales y carismáticos.



*CLAI: el Consejo Latinoamericano de Iglesias es una organización de iglesias y movimientos cristianos fundada en Lima, en 1982, creada para promover la unidad entre los cristianos y cristianas del continente. La idea del CLAI echó raíces cuatro años antes, en la gran reunión de iglesias evangélicas celebrada en Oaxtepec, México, en setiembre de 1978.

Diálogo ecuménico

Diálogo Católico-Pentecostal (1972-1997)
Asamblea del CMI

El diálogo internacional católico-pentecostal es uno de los frutos del Concilio Vaticano II. Uno de los observadores en el mismo Concilio fue el líder pentecostal Rvdo. David du Plessis, quien
luego de su experiencia de la Iglesia católica reunida en Concilio, toma contacto con el Secretariado (hoy Pontificio Consejo) para la promoción de la Unidad de los Cristianos con miras a iniciar una relación entre católicos y pentecostales.

Luego de dos reuniones exploratorias (1970-1971) que tuvieron como objetivo constatar la posibilidad de iniciar un diálogo teológico, en 1972 se da inicio al diálogo oficial. Como no existe una organización pentecostal internacional que los reúna o represente a todos, muchos participan en este diálogo a título personal o de su propia denominación.

El primer quinquenio (1972-1976), el único en el cual junto con los pentecostales también participaron carismáticos anglicanos y protestantes, se centró en argumentos que son de interés  de los pentecostales: el bautismo en el Espíritu Santo, la Iniciación cristiana y los dones del Espíritu, el bautismo y la relación entre Tradición y Escritura, la oración y la alabanza.

El segundo quinquenio (1977-1982), continúa el intercambio de orden espiritual y teológico. Los temas no fueron fáciles de asumir en modo común: hablar en lenguas, relación entre fe y
experiencia, el ministerio de curación en la Iglesia y el papel de María.

El tercer quinquenio (1985-1989), el tema central fue la “koinonía”, donde ambos reconocen que existe una comunión real entre católicos y pentecostales, aunque imperfecta.

La cuarta fase del diálogo (1990-1997), estuvo centrada en la reflexión común sobre Evangelización, proselitismo y el testimonio común. Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay (CICU) Lo integran ocho Iglesias cristianas (Católica, Anglicana, Luterana, Metodista, Armenia, Evangélica del Río de la Plata , Pentecostal Naciente y Ejército de la Salvación) y fue fundado el
22 de diciembre de 1998 en la Catedral anglicana de Montevideo, contando con la presencia de los dirigentes y pastores de las referidas Iglesias (ver Umbrales n. 93). El espíritu del organismo
es reconocer que el fraccionamiento y división del mundo cristiano es producto del pecado de las mismas Iglesias. Estas Iglesias se proponen un camino para intentar poner en acción esta base doctrinal mínima: “nos reconocemos como comunidad de Iglesias que confiesan al Señor Jesucristo como Dios y Salvador: según el testimonio de las Escrituras, y que procuramos
responder juntas a su vocación común para la gloria del Dios único, Padre, Hijo y Espíritu Santo”.

Recordando el común bautismo y la misma responsabilidad apostólica frente a los problemas del mundo, las Iglesias se comprometen al diálogo fraterno hablando la verdad en un espíritu de amor. En unidad de trabajo, con mucha humildad piden que el Espíritu las ilumine y las conduzca a toda verdad. Los objetivos del organismo son: información y conocimiento mutuo
entre las Iglesias con respecto al trabajo que realiza cada una y a los problemas que enfrenta, así como su historia, doctrina, formas de culto y tradiciones. Promover las iniciativas de diálogo,
oración y testimonio común y buscar áreas de mutua cooperación. Discernir, a la luz del Evangelio, los signos de los tiempos en la comunidad nacional y mundial, para ayudar a la formación de las conciencias y pronunciar eventualmente una palabra en común (cuando el acuerdo sea unánime). Por último, se señala como objetivo la promoción de la tarea ecuménica y el acercamiento fraterno.

Seminario ecuménico

Los católicos admiten que conocen poco del mundo pentecostal y neopentecostal, y que es necesario abrir una “nueva frontera” del ecumenismo. Comprender ese fenómeno religioso fue el objetivo del seminario realizado en São Paulo, en 2005, y que contó con la participación del presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, card. Walter Kasper.

“En verdad, debemos reconocer que, hasta recientemente, ese fenómeno religioso no era tomado con seriedad, sea porque no era significativo numéricamente, sea porque sus manifestaciones
eran consideradas un tanto exóticas y sin chance de tener gran incidencia en el cuadro religioso de Brasil”, afirma el secretario general de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB),
dom Odilo Pedro Scherer.

Los grupos pentecostales y neopentecostales eran considerados “sectas”, un concepto que “denota una evaluación insuficiente y prejuiciosa”, admite Scherer. El crecimiento de iglesias y movimientos pentecostales y neopentescostales levanta la pregunta sobre las motivaciones que llevan a las personas a migrar de una comunidad cristiana tradicional y adherir a esos grupos.
La acogida, destaca el secretario general de la CNBB, “es la primera e indispensable actitud pastoral”. Y en ese aspecto, los católicos romanos fallan con frecuencia, reconoce. “La difusión
del pentecostalismo cuestiona nuestra catequesis, muchas veces insuficiente e inadecuada; pero también deja clara muestra de la vida del pueblo; estamos distantes de las situaciones de
enfermedad, de luto y de dolor”, manifiesta. El Seminario sobre el Pentecostalismo quiso, además de entender mejor el fenómeno, buscar aperturas y pistas para el diálogo ecuménico. El encuentro fue promovido por la Comisión Episcopal Pastoral para el Ecumenismo y el Diálogo Inter-Religioso de la CNBB, el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos
y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). En la reunión participaron obispos de Brasil y representantes de las conferencias episcopales de América Latina. NoticiaCristiana.com

Testimonios
En Aparecida

La presencia pentecostal en América Latina es mucho más temprana de lo que se suele pensar (los casos más tempranos son Chile: 1909; Argentina y Brasil: 1910; Perú: 1911; Nicaragua: 1912; México: 1914; Guatemala y Puerto Rico: 1916). Esto significa que la historia del pentecostalismo en América Latina comienza antes que se constituyeran las grandes denominaciones pentecostales norteamericanas o europeas.

Mientras en Chile se trató de un avivamiento local, en los demás países mencionados el trabajo lo iniciaron misioneros solitarios o inmigrantes. Por lo tanto, la primera fase de expansión pentecostal no contó con respaldo institucional ni financiero de denominaciones norteamericanas o europeas. Casi sin excepción, en esta primera fase las iglesias pentecostales crecieron en sectores rurales empobrecidos y en los emergentes
barrios periféricos. Por lo tanto, se trata efectivamente de sectores de población que aunque hubieran sido bautizados, no contaban con asistencia pastoral, lo que había debilitado su
adhesión a la Iglesia Católica. Las dificultades para el diálogo ecuménico Pentecostal-Católico en América Latina, más allá de las obvias diferencias histórico-teológicas, deben entenderse en el
contexto de las tensiones propias que emergen cuando se da una relación de minoría-mayoría religiosa. Aunque existe un proceso de diálogo Católico-Pentecostal iniciado en el año 1972, este
es apenas conocido en América Latina. Sin embargo, hay evidencias que también en nuestro continente el cambio de lenguaje para referirse unos a otros, y la apertura al diálogo, puede producir buenos frutos. En Chile, por ejemplo, donde se constituyó la “Fraternidad Ecuménica” el año 1972, con participación de algunas iglesias pentecostales, existe ya una larga tradición de oración común y de co-participación en otras iniciativas de interés público. Un punto culminante fue la firma, en mayo de 1999, de un compromiso de reconocimiento mutuo del Bautismo celebrado según la fórmula trinitaria. Ya en 1998 se realizó en Quito un primer encuentro   latinoamericano entre sacerdotes católicos y pastores pentecostales, convocado conjuntament por CELAM y CLAI (Consejo Latinoamericano de Iglesias) . Una de sus principales conclusiones fue que para avanzar en el diálogo hay que crear espacios para conocerse, orar juntos, y así derribar los prejuicios mutuos.

Lo más importante de este tipo de aproximación, es que al generar oportunidades para el reconocimiento mutuo como “hermanos y hermanas en Cristo”, permite que el ejercicio de la
vocación misionera y de la atención pastoral se desarrolle con creciente respeto mutuo. De esa manera va emergiendo una cultura de convivencia y un ecumenismo práctico que se evidencia en situaciones tan cotidianas como velatorios, visitación de enfermos, acompañamiento en situaciones de crisis, etc.

Pastor Dr. Juan Sepúlveda
Aparecida, Mayo de 2007 Los laicos en el diálogo ecuménico
Ante la disyuntiva que se plantea en algunos sectores sobre la dicotomía diálogo/misión, el Card.

Kasper, en Buenos Aires, en 2007, señaló que: “Es evidente que en este momento la Iglesia latinoamericana debe afrontar serios desafíos. ¿Cómo mantener un verdadero compromiso misionero y, al mismo tiempo, llegar a realizar la voluntad de Jesús sobre la unidad de sus discípulos? Podemos decir que, en América Latina, no está aún resuelta la aparente oposición entre compromiso misionero y compromiso ecuménico. Escuchando a los obispos, se toma conciencia de que para no pocos hacer ecumenismo significa debilitar el fervor misionero de los católicos (o se predica el Evangelio o se hace ecumenismo). Esta situación hace que, no pocas veces, el ecumenismo sea dejado de lado o sea confinado a la “pastoral especializada” o sea reservado a una elite de católicos: la integración de la promoción de la unidad de los
cristianos en los programas de pastoral orgánica sigue siendo una tarea permanente. Quizás el problema sea más profundo: debemos recuperar la formación y rescatar el verdadero sentido de la acción ecuménica de los católicos a todos los niveles para que ellos puedan participar en la misión en favor de la unidad que realiza la Iglesia católica. Hablar entonces de los principios que
animan la actividad ecuménica es algo necesario”.

Estas palabras entregan el ecumenismo al compromiso no sólo de los teólogos y de los obispos, sino de todos los creyentes. Sin el aporte de los laicos, ¿se dará este camino de unidad de las
Iglesias?

*David Du Plessis

David Duplessis Conocido como “Mr. Pentecostés”, tuvo una experiencia pentecostal del bautismo en el Espíritu en 1918, y en 1930 fue predicador Pentecostal. Seis años más tarde el evangelista Pentecostal Smith Wigglesworth profetizó sobre Duplessis que él sería uno de los instrumentos de Dios en un
inminente avivamiento ecuménico mundial. Para la década de 1950 Duplessis llegó a estar inmerso en la tarea del ecumenismo. Él predicó que Dios estaba derramando el poder de la lluvia tardía justo precediendo al retorno de Cristo.

Viajó extensamente, visitando a los líderes evangélicos de las denominaciones principales. Llegó a ser amigo de los líderes del Consejo Mundial de Iglesias y participó en la segunda asamblea del mismo en 1954 y en la tercera asamblea en 1961. Fue invitado al Vaticano a hablar personalmente con el Papa Juan XXIII y fue el único Pentecostal invitado a concurrir al Concilio
Vaticano II.

En su autobiografía él testifica que su corazón se quebró y él literalmente lloró durante la realización de una misa Católica.
Cuando él se encontró con 24 líderes evangélicos del movimiento ecuménico en 1956, dijo: “sentí un tibio resplandor viniendo sobre mí” y que su actitud de juzgar la doctrina de los otros se deshizo. “Sentí tal amor y compasión por esos líderes eclesiásticos que yo más bien habría muerto por ellos que dictarles sentencia”. Él contrastó eso con los “viejos días” cuando hubiera denunciado su falsa teología.

Cuando visitó el Vaticano, Duplessis afirmó que una experiencia similar causó que su prejuicio contra el Catolicismo se deshiciera de modo que en lo sucesivo él podría fácilmente aceptar a los
sacerdotes católicos como hermanos en Cristo sin ningún juicio negativo de ninguna clase hacia su doctrina.

Por una experiencia espiritual muy intensa que tuvo asistiendo a misa durante el concilio Vaticano II, Duplessis dijo que fue depurado enteramente de la suspicacia sobre la doctrina Católica.
La revista Time describió a David Du Plessis de la siguiente manera: “N adie en el siglo XX ha podido tan efectivamente unir a los tres principales movimientos religiosos, tal como lo hizo “Mr.
Pentecostés” David Du Plessis: El movimiento Pentecostal, el movimiento ecuménico y el movimiento carismático”.

Breve diccionario

*Bautistas
Los bautistas quieren volver radicalmente al Evangelio, en forma independiente; Jesús es el único Señor de la Iglesia.
Nacieron en Inglaterra a principios del siglo XVII, rechazando la Iglesia de Estado y cualquier Iglesia oficial. Se formaron espontáneamente y por libre convicción. El nombre de “bautistas”
surgió en Inglaterra porque estos cristianos le daban gran importancia al bautismo de adultos, que se hace por inmersión. Se difundieron sobre todo en Estados Unidos, gracias a los inmigrantes. Famosos son los nombres del pastor Martin
Luther King y del ex presidente norteamericano Jimmy Carter. Los bautistas se agrupan en la Alianza Bautista Mundial. No todos los bautistas, por miedo a perder su independencia, participan
del movimiento ecuménico.

*Metodistas

Mientras los bautistas tienen raíces protestantes, los metodistas nacen de un movimiento de renovación inglés, conducido por el pastor anglicano John Wesley (1703-1791) en Oxford. Este
pastor criticaba a la iglesia de Inglaterra por haber olvidado la importancia de la conversión y la búsqueda de la santidad. Estableció un “método” sistemático para la vida espiritual y apostólica,  que el mismo practicaba. Nunca quiso separarse de la Iglesia anglicana pero después de su muerte, su organización cada vez más independiente y la ordenación de sus propios ministros
de culto terminó con la ruptura oficial en 1795. Wesley fomentaba prácticas piadosas, conductas religiosas exigentes, lectura metódica del Nuevo Testamento, días de ayuno, examen de conciencia etc. La doctrina metodista es la misma que la de los anglicanos, pero acentúa la conversión, un proceso de arrepentimiento y salvación en Cristo por la sola gracia divina; la
santificación personal por la sola fe y el poder del Espíritu Santo. Es importante sin embargo la disciplina y el esfuerzo personal, llevar una vida cristiana de meditación y contemplación, ejercer
la caridad y la acción social. Resulta ser una de las iglesias más organizadas. Toda la estructura metodista está al servicio de la misión; el mismo Wesley predicaba al pueblo en las calles y plazas. 

Los metodistas, desde 1951, se han organizado en el Consejo Metodista Mundial. En América Latina los metodistas son una de las denominaciones más ecuménicas. Conocidas son
las figuras del pastor Emilio Castro y del obispo Federico Pagura.

*Adventistas

El movimiento adventista (del latín “adventus” = venida) cree desde el año 1843 en el próximo retorno de Cristo a la tierra. Los adventistas pueden ser considerados una corriente del
protestantismo y mantienen los principales elementos de la fe cristiana. Se caracterizan por una especial insistencia en la espera de la segunda venida de Cristo, que nos libraría del dolor y de la muerte. Los más conocidos y difundidos son los “Adventistas del Séptimo Día”, porque según una supuesta revelación que se atribuyó su fundadora Ellen White, Dios quiere que se santifique
el día sábado (=séptimo día) y no el domingo. Creen en el Reino de Dios sobre esta tierra; no admiten el infierno ni el purgatorio porque los impíos serán destruidos y sólo los justos recibirán la
inmortalidad como don de Dios. La vida nueva en Cristo exige renunciar al alcohol, al tabaco, a las drogas; exige pagar el diezmo de las ganancias a la iglesia, la honradez y la justicia, el
compromiso social. La iglesia adventista no forma parte del Consejo Mundial de las Iglesias. Los Adventistas se sienten unidos espiritualmente a todos los que aman a Dios y al prójimo, pero no creen en el ecumenismo institucionalizado.

*Ejército de Salvación

El Ejercito de Salvación es una iglesia o comunidad cristiana, no una simple organización social,
fundada por el pastor metodista William Booth (1829-1912) que se dedicó con mucha generosidad a los pobres en los barrios periféricos de Londres. Su movimiento se llamó “Ejército
de Salvación” en 1878 y sus títulos, organización y uniformes son de tipo militar, con una disciplina rigurosa. La de ellos es una “guerra” a la pobreza, al vicio, al pecado. Pertenecen al Consejo Ecuménico de las Iglesias, como Iglesia Libre o Misionera. La doctrina es de una línea metodista, pero no tiene sacramentos. Su servicio religioso se compone de oración, canto, sermones sobre la Palabra de Dios. El Ejército de Salvación se considera el ejercito de Cristo.

*Discípulos de Cristo

Los Discípulos de Cristo (llamados así en Gran Bretaña) o Iglesias de Cristo (en Estados Unidos) siguen las vertientes metodista y bautista, con algunas particularidades. Los adherentes están
abiertos al ecumenismo y no se consideran los únicos cristianos; desean superar la división entre las iglesias.

Movimientos religiosos paralelos al cristianismo Existen una serie de movimientos religiosos que surgieron dentro del cristianismo, pero no se los considera cristianos , ya que en su doctrina existen elementos opuestos a las bases del cristianismo y en algunos casos niegan verdades fundamentales del cristianismo (Divinidad de Jesucristo, Trinidad, Vida eterna, etc). Algunos elementos comunes que tienen estos grupos es el uso de la Biblia en forma literal, aplicada a sus propias doctrinas y coexistiendo con una revelación paralela que tiene el mismo valor que la Biblia.

Esta revelación paralela es tomada como la verdadera y definitiva revelación del cristianismo y se presentan como “cristianos”, aunque en esencia no lo son. Se les llama “paracristianos” porque utilizando la Biblia para argumentar y predicando sobre Jesucristo se presentan como cristianos, pero su doctrina y su interpretación de la Biblia es ajena al cristianismo y a la misma Biblia. Muchas veces se los llama “sectas” por su cerrazón al diálogo, fanatismo y fundamentalismo.

En su mayoría buscan captar a la gente sencilla y con poca formación religiosa, pero que tengan una previa simpatía por la fe cristiana. Suelen ser muy agresivos con las iglesias históricas del cristianismo, especialmente contra el catolicismo.

No están interesados en el diálogo interreligioso, y no forman parte del diálogo ecuménico por su condición de no-cristianos. En muchos casos tienen una estructura sectaria y fundamentalista, lo cual dificulta cualquier tipo de diálogo.

En algunos casos mezclan doctrinas cristianas con otras de origen masónico, gnóstico y esotérico. La mayoría de ellos surgen en Estados Unidos en el siglo XIX como escisión de movimientos
adventistas, con un fuerte acento apocalíptico, predicando el fin del mundo en forma inminente. Pero siguen apareciendo nuevos grupos hasta la actualidad con un discurso doctrinal que varía
mucho de una agrupación a otra.

Los más conocidos presentes en América Latina son:
Los Testigos de Jehová – 1878
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos días (Mormones)- 1830
La Iglesia de Cristo Científico (Ciencia Cristiana)- 1879
La Iglesia de la Unificación (Moon)- 1954
Misión de la Luz Divina- 1949
Los Niños de Dios (La Familia) -1968
Algunos autores ubican en esta clasificación a dos “Iglesias” de fachada pentecostal, pero cuyos contenidos no deberían considerarse cristianos, al ser una amalgama de catolicismo popular, evangelismo pentecostal, espiritismo y cultos afrobrasileños. Las brasileñas “Dios es Amor” (1961) y la “Iglesia Universal del Reino de Dios” (Pa re de Sufrir, 1977). Estas dos
agrupaciones se presentan como cristianas, pero doctrinalmente no lo son y no son consideradas evangélicas por el mundo protestante. Muchos sociólogos las clasifican como pentecostales,
cuando en realidad son paracristianos. Muchos de ellos ofrecen “cursos bíblicos” cuya interpretación está lejos de cualquier comunidad cristiana, ya que el sincretismo (mezcla arbitraria
de doctrinas de diverso origen) en estos grupos es una nota característica.