Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

12 de septiembre de 2018

JUSTICIA EN HARAPOS


He querido destacar como imagen de este “post” una escultura de la justicia que se aleja  de la mayoría de las que la representan, tan visibles en los Palacios de Justicia de todo el mundo. En ellas suele figurar una mujer de gesto impasible, con los ojos vendados, con una balanza en una mano y una espada en la otra. Estas esculturas están inspiradas en la diosa griega Themis, encarnación del orden. Su equivalente romana se llamaba Iustitia y en ocasiones aparecía flanqueada por un león.


En nuestra imagen de portada sin embargo, la justicia aparece desharrapada, maltrecha, indefensa. Se la ve magullada, despeinada, con la venda de los ojos rasgada, dejando entrever un ojo que esta cerrado. La boca no aparece cerrada sino abierta, en ella se adivinan los dientes. La cara es fea, la toga está rota y en las manos no aparece la balanza, sino el cordón con la que se sostendría. En la otra mano tampoco hay espada alguna. Las dos manos cuelgan, como si se tratara de un “zombie”. Tampoco aparecen pies, sino unas plataformas sobre las que se apoya. Parece verosímil pensar que el escultor quiso denunciar con esta estatua la otra cara de la “justicia”. O mejor dicho, los efectos de las situaciones de injusticia, en la que se encuentran  las víctimas de un orden que vapulea y desfigura rostros y cuerpos. En esta imagen podemos reconocer a las personas sin hogar  , a las desahuciadas, a los migrantes devueltos en caliente por procedimientos más que cuestionables…

Sin embargo, la imagen muestra una gran dignidad. La dignidad de los que se mantienen en pie, de los que siguen avanzando como pueden a pesar de “los palos” recibidos ( La estatua no está “estática” sino que “camina”, a pesar de todo). La dignidad de los que nos recuerdan que todavía hay mucha justicia por hacer más allá de las leyes y el derecho. Buena prueba de ello es el ejemplo de todos aquellos, de todas aquellas que con sus heridas, con sus cicatrices y con su vida, nos muestran que no hay caminos fáciles en la lucha por la dignidad y la justicia.  La estatua es una llamada a no desfallecer, a seguir adelante.