Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

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28 de enero de 2017

Antecedentes históricos del diálogo interreligioso

Hacia un diálogo interreligioso juvenil para la transformación social
Edwin Roberto Mendoza Hipp

2.2) Antecedentes históricos del diálogo interreligioso: un nuevo camino hacia la paz
No hay que olvidar que la interacción entre las religiones como tal no es ningún fenómeno
nuevo. Desde épocas muy antiguas las religiones siempre se han relacionado (directa o
indirectamente) por motivos políticos, geográficos, religiosos o sociales, generando la mayoría de veces, conflictos que han resultado en cruentos enfrentamientos. Es desde esta premisa que el Diccionario Abreviado Oxford de las Religiones del Mundo no teme empezar su definición de diálogo desde el papel negativo que las religiones han ejercido en la historia, calificándolas duramente como las ―discriminadoras tradicionales de la humanidad, sacralizando [su] identidad por medio de la fuerza de la doctrina y la cultura, creando sistemas para la protección y transmisión de la información muy valorada y no negociable.

Sin embargo, la primera vez que se utiliza la palabra ―diálogo en el contexto de las
relaciones interreligiosas es en una obra publicada en 1949 por el pastor Henri Nusslé. En ella, Nusslé invitaba a promover una relación más constructiva entre cristianos y musulmanes en donde se sustituyera el antagonismo por el diálogo. En esa misma sintonía sobre el diálogo entre cristianos y musulmanes, en 1955 el inglés J. Spencer Trimingham hace uso del término diálogo de una forma mucho más clara y explícita, describiéndolo como un ―encuentro constructivo […], exento de intenciones polémicas o de voluntad de conversión; […]
encuentro en un clima de respeto recíproco y de comprensión mutua de la fe del otro, con el propósito de encontrar una base común y un compromiso en favor del bienestar de la sociedad en su conjunto.

Aunque en la práctica, es ya desde el siglo XIX que el diálogo interreligioso (tal y como se
entiende actualmente) empieza a dar sus primeros pasos. El primer suceso interreligioso se produjo en el contexto de la feria mundial de Chicago en 1893, nombrada oficialmente como la Exposición Universal de Chicago. El evento fue organizado con ocasión del cuarto centenario del descubrimiento de América, y tuvo como objetivo principal conmemorar el progreso técnico, científico y social de la época. La exposición permaneció abierta durante seis meses, y fue dentro de ese contexto que se celebró una serie de congresos, entre los que figuraba el del Parlamento Mundial de las Religiones (World Parliament of Religions), que se llevó a cabo del 11 al 27 de septiembre.

Este acontecimiento marcó sin duda un precedente mundial, ya que por primera vez en la
historia, representantes de la mayoría de las religiones del mundo se reunieron para dar a conocer sus tradiciones religiosas y exponer el papel de las religiones en el desarrollo social. El programa de la edición preparatoria declaraba que el fin de la reunión era ―unir a las religiones contra todo tipo de irreligión; hacer de la regla de oro la base de esta unión; [y] presentar al mundo la unidad esencial de las numerosas religiones en las buenas acciones de la vida religiosa. El Parlamento Mundial de las Religiones fue uno de los eventos más sobresalientes de toda la exposición, ya que en su sesión de clausura contó con la impresionante participación de casi ocho mil asistentes.

La celebración del Parlamento Mundial de Religiones despertó un gran interés por el diálogo
interreligioso en muchas partes del mundo, especialmente en Estados Unidos. Y fue a partir de allí que surgió una serie de movimientos e instituciones como la International Council of the Unitarian and Other Free Religious Thinkers and Workers en 1900, la cual organizó varios congresos en ciudades como Londres (1901), Ámsterdam (1903), Ginebra (1905), Boston (1907), Berlín (1910) y París (1913).

Por otra parte, tampoco hay que olvidar que ya desde el siglo XIX, el estudio científico de
las religiones jugó un papel clave para la evolución del diálogo interreligioso. Tal y como se expuso en el primer capítulo, la propagación de las disciplinas científicas de las religiones, así como las múltiples tensiones entre el estudio de las religiones y el compromiso interreligioso, fueron factores cruciales que permitieron no solo el desarrollo de la teología de las religiones, sino también la intensificación de decenas de iniciativas de diálogo interreligioso en distintas partes del mundo.

En 1928 se creó en Estados Unidos la National Conference of Christians and Jews, la cual
tenía como fin entablar un diálogo entre protestantes, católicos y judíos. Su fin era favorecer la unidad, la justicia, la mutua cooperación y la comprensión entre estos grupos. Con respecto de las relaciones entre cristianos y judíos, años más adelante, se fundó en 1942 un movimiento similar en el Reino Unido con el nombre de Council of Christians and Jews. Este último proyecto buscaba principalmente refrenar y combatir todos los tipos de intolerancia religiosa y racial; [así como] alentar la comprensión mutua y la buena voluntad entre cristianos y judíos en todos los sectores de la sociedad. Uno de los fervientes trabajadores de esta iniciativa fue el pastor William W. Simpson, quien se entregó afanosamente a esta causa, especialmente durante los años del nazismo.

Después de la Segunda Guerra Mundial, estos movimientos también sirvieron de ejemplo para la creación de iniciativas semejantes en otros países de Europa.

En 1933, tres organizaciones estadounidenses conformadas con el nombre de World
Fellowship of Faiths, dieron vida a un congreso celebrado en Chicago y Nueva York, que contó con la representación de grandes tradiciones religiosas. Entre sus participantes se encontraba el inglés Sir Francis Younghusband, quien fundó posteriormente un Consejo nacional británico para organizar el World Fellowship of Faiths en Londres en 1936, el cual poco a poco fue descentralizándose con diferentes nombres en Francia (1946), Holanda (1948), Alemania (1956- 1975) e India (1950).

Otro suceso relevante en la historia del diálogo interreligioso fue el surgimiento del Consejo
Mundial de Iglesias, el cual celebró su primera asamblea en 1948 en Ámsterdam. Desde sus inicios, su objetivo principal fue instar a la unidad entre los cristianos de diferentes denominaciones y promover valores como la paz y la justicia. Aunque este tipo de acercamiento entre cristianos se conoce más formalmente como ―ecumenismo, y no como una actividad explícita del diálogo interreligioso, se puede considerar que esta iniciativa marcó un ejemplo para las demás religiones, dando a entender que el primer paso para lograr un coherente diálogo interreligioso, es entablar un diálogo al interno de las distintas denominaciones descendientes de una tradición religiosa común.

Por otra parte, el continente asiático fue también escenario de múltiples iniciativas como la
del comité ad hoc, instituido en 1957 en el nuevo Estado de Israel, el cual estuvo conformado por musulmanes sunnitas, drusos, cristianos y judíos. Asimismo, en otras partes de Asia también se consolidaron otros movimientos interreligiosos como la Japan Religions League en 1945, la Interreligious Organization of Singapore en 1949, el Continuing Committee on Mulsim Christian Cooperation en el Líbano en 1954, el Congress of Religions in Ceylon en Sri Lanka en 1963 y el Consejo de la religiones en Vietnam en 1965, entre otros.

Otro de los acontecimientos de gran importancia para el diálogo interreligioso fue el Concilio
Vaticano II.

El evento fue convocado por el papa Juan XXIII en 1959, pero no fue hasta octubre
de 1962 que el concilio fue solemnemente inaugurado en la Basílica de San Pedro en Roma.
Aunque la sola convocatoria del concilio presentó cierta resistencia por parte de algunos sectores conservadores de la Iglesia, la iniciativa fue recibida con muy buenos ojos, no sólo por la mayoría de católicos, sino también por muchos creyentes de otras religiones. Tal y como el papa Juan XXIII lo declaró, el fin del concilio era abrir las ventanas de la Iglesia. Y fue desde este espíritu de diálogo y apertura, que miles de obispos y teólogos de todas partes se reunieron para reflexionar acerca de la doctrina de la Iglesia y su rol en el mundo moderno. Entre los temas tratados figuró el de las relaciones con las religiones no cristianas, el cual generó varios debates y discusiones entre los padres conciliares.

Durante el desarrollo del concilio se produjo también el fallecimiento del papa Juan XXIII,
quien fue inmediatamente sucedido en 1963 por el papa Pablo VI. No pasó mucho tiempo para que el nuevo pontífice realizara varios gestos y acciones importantes para avanzar en el tema de las relaciones con otras tradiciones religiosas, como su viaje a Jerusalén, que le permitió el histórico encuentro con el patriarca ortodoxo Atenágoras, así como su reunión con judíos y árabes; la apertura de un Secretariado para los no cristianos; su viaje a Bombay, que marcó una mayor apertura con las tradiciones religiosas de la India; o la promulgación de su carta encíclica Ecclesiam suam, donde situó al diálogo como tema central de la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo. El concilio fue finalmente clausurado en 1965 y emanó varios documentos que definieron por primera vez, y de forma positiva, la relación de la iglesia con otras tradiciones religiosas, especialmente con aquellas de orígenes comunes como la judía y la musulmana. Entre los documentos conciliares se encontraba la declaración Nostra Aetate, que invitaba a reconocer lo ―santo y verdadero‖ que hay en otras religiones y exhortando a su vez, a la promoción por un diálogo fraterno para apoyar los valores socio-culturales de las distintas religiones (Nostra Aetate).

Es evidente que a finales de la década de 1960 se produjo una extraordinaria eclosión de
múltiples iniciativas interreligiosas a nivel internacional. Entre los eventos interreligiosos más
sobresalientes se encuentran: la National Inter-Religious Conference on Peace en Washington en 1966; las dos primeras reuniones de la Spiritual Summit Conference, la primera en Calcuta en 1968 y la segunda en Ginebra en 1970; el World Conference on Religion and Peace en Nueva Delhi en 1970; el Dialogue between Man of Living Faiths: Present Discussiones and Future Posibilities en Ajaltoun en 1970; y el World Conference on Religion and Peace en Kyoto en 1970.

A pesar de que cada uno de estos acontecimientos tuvo matices y acentos distintos, la sola
realización de estos eventos manifestó la convicción por la búsqueda de un sincero diálogo
interreligioso. Esta nueva ola de iniciativas interreligiosas en el ámbito internacional también tuvo eco en ambientes locales, provocando diferentes diálogos y encuentros interreligiosos regionales con temas y problemáticas más específicas, tales como los diálogos producidos en Varanasi, Kyoto y Ginebra.

Por último, uno de los acontecimientos de gran trascendencia que marcó un antes y un después en la historia reciente del diálogo interreligioso fue la Jornada Mundial de Oración por la
Paz, celebrada el 27 de octubre de 1986 en Asís, Italia. El evento fue convocado por el papa Juan Pablo II, y hasta el día de hoy ha sido catalogado como un acontecimiento único y sin precedentes, puesto que reunió a cientos de representantes de todas las religiones con el único objetivo de orar por la paz mundial. Más allá de las inspiradoras oraciones hechas por los participantes de este encuentro, la sola convocatoria y realización de esta jornada envió un mensaje muy poderoso al mundo entero. Prueba de ello fue el llamamiento político que el papa dirigió a 143 Estados para que el 27 de octubre se efectuara una tregua de 24 horas en todos los enfrentamientos bélicos, guerras, movimientos armados o guerrillas. Para su sorpresa, la propuesta fue respondida satisfactoriamente por al menos 40 países. Iniciativas como estas son sin lugar a duda pruebas fehacientes de que el diálogo interreligioso posee la inmensa capacidad de invitar a la humanidad a derribar todo prejuicio étnico, religioso y cultural en favor de la paz.