Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

13 de abril de 2022

Carta al Papa Francisco

 

CARTA AL PAPA FRANCISCO

JESÚS LÓPEZ SÁEZ

MADRID


ECLESALIA, 08/04/21.- Hermano Francisco: Soy sacerdote de la diócesis de Ávila, residente en Madrid, responsable de la Asociación Pública de Fieles Comunidad de Ayala, que promueve la creación de grupos y comunidades en diversos ambientes mediante procesos de inspiración catecumenal. Desde la Comunidad de Ayala hemos promovido otras asociaciones semejantes, así como la Fundación Betesda, que tiene como fin el desarrollo integral de discapacitados físicos y psíquicos.

He escrito diversos libros sobre la muerte y la figura del Papa Luciani: Se pedirá cuenta. Muerte y figura de Juan Pablo I (1990), El día de la cuenta. Juan Pablo II a examen (2002 y 2005), Juan Pablo I. Caso abierto (2009). Este último fue publicado en Italia con el título Albino Luciani. Un caso aperto (Librería del Santo, Padua, 2018), también ha sido publicada la reedición española del mismo, Albino Luciani. Caso abierto (Última Línea, Málaga, 2018). Finalmente, el libro El papa que mataron. La trama oculta (Última Línea, Málaga, 2022).

Habiendo publicado recientemente Albino Luciani. Caso abierto (2018), no pensaba escribir otro libro sobre Juan Pablo I, pero ha habido dos novedades importantes, una oficial y otra mafiosa. En primer lugar, se ha publicado la biografía oficial del proceso de beatificación, Albino Luciani. Giovanni Paolo I (2018). La biografía recoge un dato ocultado durante cuarenta años: la denegación de la autopsia al cadáver del papa, solicitada por el doctor Renato Buzzonetti que tenía que hacer el diagnóstico sobre la causa de la muerte y firmar el certificado de defunción. Escribe el doctor Buzzonetti a Giuseppe Caprio, sustituto de la Secretaría de Estado (9-10-1978): “Antes de escribir el diagnóstico de muerte, al que escribe le fue autoritariamente excluida la práctica posibilidad de pedir la autopsia por parte del abogado Trocchi” (Biografía, 843-845). El abogado Vittorio Trocchi era Secretario General del Governatorato. Quince años después, el doctor Da Ros, médico personal de Luciani, rompió su silencio para decir: “El papa estaba bien”, “aquella tarde no le prescribí absolutamente nada” (30 Giorni 72, 1993, 53-54).

En segundo lugar, se ha publicado en Estados Unidos el libro del gánster Anthony S. Luciano Raimondi When the Bullet hits the Bone, Cuando la bala golpea el hueso (Page Bublishing, Nueva York, 2019). Raimondi, que fue integrante de la mafia de los Colombo, confiesa en su libro haber participado en el asesinato de Juan Pablo I: fue requerido por Marcinkus, presidente del Banco Vaticano, para matar al papa “de una manera propia para un papa”, “nosotros no queremos usar la violencia”. Decidieron “poner Valium en el té del papa” para dormirle y luego le pusieron “cianuro de potasio con el cuentagotas”, colocándoselo “entre los labios, mientras él estaba inconsciente" (Raimondi, 146-148).

Estas novedades son importantes, pero no son las únicas. Por ejemplo, cabe destacar el caso Moreno Luciani, sobrino del entonces cardenal, desaparecido “trágica y misteriosamente” el viernes 2 de mayo de 1975. Lo abordé ya en el artículo "El caso Moreno Luciani" (12-10-2018). Abordo de nuevo este doloroso enigma relacionado con el propio enigma del papa desaparecido. Se dice en Canale d’Agordo que Albino Luciani comunicó a un pariente suyo una frase de este tipo: “Me la han querido hacer pagar”.

Es una novedad también el hecho, ocultado durante cuarenta años, que es presentado como “la pastilla del mayordomo”. El periodista italiano Antonio Preziosi recoge en su libro Indimenticabile el testimonio del mayordomo Angelo Gugel, según el cual el papa “en la cena había comido poquísimo y él mismo le llevó una pastilla antes de que se acostara” (Preziosi, 34). El mayordomo lo dijo en una entrevista que le hizo Stefano Lorenzetto: “La tarde anterior a la muerte, el papa no estaba bien. Yo mismo le llevé una pastilla antes de que se acostase” (Corriere della Sera, 22-4-2018). Sorprende que el mayordomo le diera una pastilla al papa, cuando le correspondía hacerlo a sor Vincenza, que era enfermera. Sorprende también que este mayordomo sustituyera a primeros de septiembre a los hermanos Gusso, que fueron despedidos por el secretario irlandés del Papa, John Magee, “amigo de Marcinkus”.



Juan Pablo I será beatificado el 4 de septiembre de 2022. Se le beatifica por su “santidad ordinaria”, pero se oculta cómo murió y por qué. Se le beatifica, pero no se le hace justicia. ¿Cómo calificar una beatificación que encubre un asesinato? Mientras tanto, la gente sigue diciendo: “El papa que mataron”, “en América Latina la mayor parte de los prelados están absolutamente a favor de la muerte provocada” (Loris Serafini) y el mundo contempla una vez más el escándalo vaticano.

Con muchos creyentes, grupos y comunidades, nos remitimos a ese tribunal donde se juzga (ya desde ahora) el verdadero sentido de la historia, proclamando la palabra del Señor que dice: “¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron!”, “ellos los mataron y vosotros edificáis”, “se pedirá cuenta”, “sí, os lo repito, se pedirá cuenta” (Lc 11, 47-51).



A su disposición, le saluda atentamente en su noveno aniversario como sucesor de Pedro, “que el Señor le bendiga y le guarde”.

Tomado de Eclesalia