Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

2 de noviembre de 2017

No Somos Malos



Lo que va de ayer a hoy

(Historias   bíblicas de ayer que se repiten hoy)

NO SOMOS MALOS SOMOS INCONSCIENTES
¡Pobres de los que sólo son listos…!

AYER

DE “LA HISTORIA DEL UNIVERSO”:

Cuando los mamíferos entraron en la vida de la Tierra doscientos millones de años atrás, se desarrollaron la sensibilidad emocional, una nueva capacidad del sistema nervioso para sentir el universo. A lo largo de la existencia de los mamíferos y especialmente durante los últimos sesenta y siete millones años de la era Cenozoica, la belleza y el terror del mundo – el brillo del plumaje de las aves, la pantalla embriagadora de las flores, la exquisitez de las frutas, los sustos de la selva en la noche, la fuerza arquetípica del vínculo madre-niño – dejaron una profunda huella en 
la naturaleza psíquica de todos los mamíferos, las ballenas, los roedores, los leones marinos, los murciélagos, los elefantes, los puercoespines, los caballos, las musarañas, el venado, los chimpancés, y los humanos. En raras ocasiones entre los mamíferos más avanzados, especialmente entre la orden de los primates, esta sensibilidad emocional de los mamíferos se ha profundizado con otra capacidad neural, la auto-consciencia lúcida. Fortalecidos con ambos, el ser humano ha investigado su propio lugar dentro de la comunidad que envuelve la Tierra.

Hace cuatro millones de años en África el ser humano, con un cerebro más grande, dejó el bosque por la sabana y comenzó a caminar en forma erguida. Hace más que dos millones de años Homo habilis comenzó a usar las manos libres para dar forma a los materiales de la Tierra con herramientas como el hacha de piedra…

 (La Historia del Universo de Thomas Berry y Brian Swimme)

Cundo los seres vivos empezaron a relacionarse unos con otros…
La primera relación fue comerse unos a otros, o defenderse de los demás…
Empezaron a asustarse mutuamente, después a engañarse, a aprovecharse del otro…
Fueron también empezando a tocarse, a veces a acariciarse, otras veces  a golpearse    a violarse,  a matarse…
Poco a poco los seres vivos que empezaban a pensar, fueron mejorando su comunicación,  mirándose,  inventando el respeto, sintiéndose semejantes: … “esta es carne de mi carne, hueso de mis huesos”  Hoy hablamos de la costilla de adán.

Nació entre ellos algo que no sabían nombrar.  Poco a poco nosotros lo vamos llamando “el darse cuenta”, la conciencia.
Sí, Se fueron percatando de que sobre sus hombros tenían un complejo sistema de comunicación – la cabeza -  con distintos instrumentos que les acercaba o alejaba unos de otros. De los rugidos y aullidos pasaron al lenguaje que les hizo sentirse semejantes.
Semejantes, pero no del todo. 
Se veían con diferencias de piel,  de rostro, de sexo, de estatura, de fuerzas…
Así han ido pasando los años.

Lo que llamamos conciencia no es una pieza que tenemos colocada en la cabeza, como la maquinaria de un reloj y que funciona automáticamente. Eso es lo    que se creen muchos.
No es igual la conciencia del hombre prehistórico que la de la persona  de tiempo   Pitágoras, quien se dio cuenta de que la tierra  no era plana sino una gran pelota, o la  de Copérnico que se atrevió a decir que esa pelota  giraba en torno al sol,  ni la de Newton  que supo explicar por qué las manzanas  se caían de los árboles… Eso hablando de progreso  en  ciencias del universo.
 Pero  hay algo más profundo en la conciencia en el trato  de los seres humanos.  Aquel campesino,  Jesús de Nazaret, estaba simplemente convencido de que la tierra  era plana; pero en un mundo sembrado de racismo ,  exclusivismo y violencia, tuvo la sabiduría de   anunciar a los que le rodeaban que  los  seres humanos merecen  todos igual respeto, sean del país que sean ,  que es un crimen apedrear a una mujer por su culpa en un rato de pasión, que más importante que guardar el sagrado sábado es  proteger al sagrado pobre, y que… que…
Pero mejor, pasemos al

Hoy
Porque aquí y ahora nos encontramos con personas que han descubierto   leyes de la naturaleza, han escrito libros o abierto nuevos caminos en la historia pero al mismo tiempo se han tropezado con ignorancias que les ha llevado a cometer actos de terribles consecuencias.
¿Sabían lo que hacían?
Alfred Nobel, entre muchas investigaciones e inventos descubrió la dinamita.  Cuando vio que principalmente   se la empleaba como    instrumento de guerra y destrucción,  en  reparación moral  estableció el premio que lleva  su nombre para benefactores de la humanidad. Tomó conciencia un poco tarde, pero la tomó…

Paul Tibbets el piloto que lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima, en todas las entrevistas que otorgó a través de su vida expresó incontables veces que no sentía ningún tipo de remordimientos, como los expresados por otros miembros de su tripulación y que volvería a hacer lo mismo bajo las mismas circunstancias.

¿Tuvo verdadera conciencia   cuando se enteró de que  más de  140.000 vidas se perdieron en aquellas ruinas? ¿Supo de verdad lo que había hecho, por qué, para qué, a quiénes había  asesinado?
Si hubiera tenido amistad  con algunos de los japoneses que aplastó hubiera tenido corazón para lanzar la bomba?
Repasen la memoria de los grandes criminales del mundo: los Hitler,  Pinochet, Somoza… o los pequeños y brutales   delincuentes que violan, roban, descuartizan a víctimas…

Cuando lo levantaron en lo alto de la cruz, el Nazareno exclamó algo que si lo pensamos nos hace  temblar…:”Padre perdónalos que no saben lo que hacen”. Que no saben…
Esa frase del Evangelio se piensa poco… ¿no sabían, no tenían conciencia los jueces y los verdugos de  aquella condena?
Una cosa es saber  lo que físicamente alguien  hace y otra cosa es que en ese momento  tenga plena conciencia de sí mismo, de su motivación, las causas y consecuencias para él, para la humanidad, lo que se produce en su cabeza y su corazón…
Puede que de todos los errores pequeños o grandes e injusticias  que cualquiera comete, entre lo que piensa, lo que siente,  la nube que se crea en su mente enfermiza, el fuego que lo deslumbra o la oscuridad que lo ciega… podemos decir que no sabe lo que hace?.
Que piense cada uno, cada una.

Pobres de los que sólo son listos.
  El listo,  el astuto, el negociante, el estafador, el manipulador…. Esos no son inteligentes…
El sabiondo. , el que tiene buena memoria, pero no tiene  memoria, el culto, la enciclopedia  con pies… solo por  eso no  son inteligentes, ni  podemos llamarlos sabios.
Nuestra cabeza vale para muchas cosas. La primera para ponerse el sombrero, para peinarse…
Pero pensar…  no pensamos sólo con la cabeza. También piensa nuestro corazón. Y nuestra cabeza también siente.
Annie Marquier, en su libro EL MAESTRO DEL CORAZÓN, nos lo describe como un paseo en carro con caballo:

Dicha analogía compara al ser humano con un conjunto formado por un carruaje, un caballo que tira de él, un cochero que dirige el caballo y el amo y
señor, sentado en el carruaje, detrás del cochero:  
         El carruaje representa el cuerpo físico.
         El caballo, las emociones.
         El cochero, la mente.
         El señor, la esencia de lo que somos verdaderamente (cualquiera que sea el nombre que se le dé: conciencia superior, alma, Ser superior, Maestro interior, Guía, etc.).
         El conjunto físico, emocional y mental constituye lo que a menudo llamamos “personalidad o ego”.  
         El cuerpo físico, el carruaje
Según esa analogía, el estado en que se encuentre el cuerpo físico –el carruaje- no sólo depende del mantenimiento que le procure un cochero inteligente, sino también de la forma en que sea llevado por el caballo. Así pues, dado que el estado del cuerpo físico se puede observar y evaluar con facilidad, nos dará preciosas indicaciones respecto al grado de dominio del cochero sobre el conjunto formado por el caballo y el carruaje.
         Las emociones, el caballo
En la palabra emoción está “moción”, o sea, movimiento. Las emociones son las que inician el movimiento, y lo hacen a través del fenómeno del deseo. Si bien es cierto que hay diversos tipos de deseo (aquí distinguiremos dos grandes categorías) no es menos cierto que la palabra “emoción” conlleva en su esencia un vasto depósito de energía accesible a todo el ser. Por eso, en esta analogía, el caballo representa las emociones: es él el que posee la energía necesaria para tirar del carruaje. Así pues, es un elemento básico en la realización del viaje.
¿Cómo se utilizan las emociones? Ésa es una pregunta importante, fundamental. 
         La mente, el cochero 
La mente es la sede de los procesos del pensamiento. Podemos distinguir en ella dos aspectos del ser humano, ambos muy complejos. Gracias al desarrollo de su inteligencia, las funciones del cochero son en principio, las siguientes:
1.        transmitir a su amo y señor las informaciones procedentes del exterior,
2.        entender sus directrices en respuesta a las informaciones recibidas,
3.        ser capaz de dominar el caballo y llevarlo en la dirección que el amo le haya indicado en su respuesta, y
4.        cuidar con eficacia del carruaje.
Así pues, resulta fácil comprender hasta qué punto es importante el papel de la mente, no sólo porque es el vínculo entre el Ser superior y el ego sino porque, además, a través de ella el ego expresa en el mundo la voluntad del señor, el Maestro interior.
Subrayemos que esta analogía pone de relieve un elemento importante relativo a las emociones, y es que el comportamiento del caballo depende sobre todo del modo en que sea dirigido por el cochero. Eso significa que los diversos estados emocionales dependen en gran parte de los pensamientos y no de lo que ocurre en el exterior, como acostumbramos a creer.
La esencia del ser, el alma, el señor 
La filosofía materialista no acepta la esencia del ser humano, niega que exista. Pero todas las tradiciones y la propia experiencia cuerpo físico, emociones y pensamientos, también es evidente que somos algo muy distinto. Los nombres que se atribuyen a esa parte esencial del ser son tan diversos como las culturas. La nuestra, la judeocristiana, la denomina “alma”.  Otras veces utilizaremos el término “Ser”, que es lo que somos en realidad.

Estábamos hablando de la conciencia y esto nos puede hacer pensar, no sólo de la conciencia personal, individual sino de la conciencia universal  que nos junta a todos en  una grande y unida comunidad.
Según nuestras pequeñas conciencias se encuentren separadas de las demás, cada una se deja dominar por la ignorancia del otro,  la competencia contra los demás,  a ver quién es el primero, quién puede, sabe, tiene  más…
Aquel que dijo en el momento cumbre de su agonía  que…  “no saben lo que hacen”… es el que  dijo a sus seguidores   : “Saben que los jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen... No será así entre ustedes; al contrario, el que quiera subir, sea servidor suyo. Y el que quiera ser primero, sea esclavo suyo.  Igual que este Hombre no ha venido a que le sirvan, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos" Mt 20, 25
Ahí andamos todos arrastrándonos por la vida  sin  estar seguros  de si cada uno es cada uno o todos somos uno.

Así, esa conciencia que empezaron a adquirir los seres primitivos ha ido floreciendo, creciendo camino de  la CONCIENCIA, en grande que  va siendo la de todos como uno sólo, flotando en el universo, dándonos cuenta poco a poco de lo que sentimos, lo que pensamos, lo que sienten piensan, sufren y gozan todos los seres de la tierra,  los que nos  alegramos del bien que hacemos y nos…
Perdonamos unos a otros porque no sabemos lo que hacemos.