Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

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16 de noviembre de 2017

Los Dos Burritos



LOS DOS BURRITOS
Por Mamerto Menapace, publicado en Cuentos Rodados, Editorial Patria Grande

Érase una vez una madre - así comienza esta historia encontrada en un viejo libro de vida de monjes, y escrita en los primeros siglos de la Iglesia -. Érase una vez una madre - digo - que estaba muy apesadumbrada, porque sus dos hijos se habían desviado del camino en que ella los había educado. Mal aconsejados por sus maestros de retórica, habían abandonado la fe católica adhiriéndose a la herejía, y además se estaban entregando a una vida licenciosa desbarrancándose cada día más por la pendiente del vicio.

Y bien. Esta madre fue un día a desahogar su congoja con un santo eremita que vivía en el desierto de la Tebaida. Era este un santo monje, de los de antes, que se había ido al desierto a fin de estar en la presencia de Dios purificando su corazón con el ayuno y la oración. A él acudían cuantos se sentían atormentados por la vida o los demonios difíciles de expulsar.

Fue así que esta madre de nuestra historia se encontró con el santo monje en su ermita, y le abrió el corazón contándole toda su congoja. Su esposo había muerto cuando sus hijos eran aún pequeños, y ella había tenido que dedicar toda la vida a su cuidado. Había puesto todo su empeño en recordarles permanentemente la figura del padre ausente, a fin de que los pequeños tuvieran una imagen que imitar y una motivación para seguir su ejemplo. Pero, hete aquí, que ahora, ya adolescentes, se habían dejado influir por las doctrinas de maestros que no seguían el buen
camino y enseñaban a no seguirlo. Y ella sentía que todo el esfuerzo de su vida se estaba inutilizando. ¿Qué hacer? Retirar a sus hijos de la escuela, era exponerlos a que suspendidos sus estudios, terminaran por sumergirse aún más en los vicios por dedicarse al ocio y vagancia del teatro al circo.

Lo peor de la situación era que ella misma ya no sabía qué actitud tomar respecto a sus convicciones religiosas y personales. Porque si éstas no habían servido para mantener a sus propios hijos en la buena senda, quizá fueran indicio de que estaba equivocada también ella. En fin, al dolor se sumaba la dura y el desconcierto no sabiendo qué sentido podría tener ya el continuar siendo fiel al recuerdo de su esposo difunto.

Todo esto y muchas otras cosas contó la mujer al santo eremita, que la escuchó en silencio y con cariño. Cuando terminó su exposición, el monje continuó en silencio mirándola.  

Finalmente se levantó de su asiento y la invitó a que juntos se acercaran a la ventana. Daba esta hacia la falda de la colina donde solamente se veía un arbusto, y atada a su tronco una burra con sus dos burritos mellizos.

-¿Qué ves? - le preguntó a la mujer quien respondió:

-Veo una burra atada al tronco del arbusto y a sus dos burritos que retozan a su alrededor sueltos. A veces vienen y maman un poquito, y luego se alejan corriendo por detrás de la colina donde parece perderse, para aparecer enseguida cerca de su burra madre. Y esto lo han venido haciendo desde que llegué aquí. Los miraba sin ver mientras te hablaba.
-Has visto bien - le respondió el ermitaño-. Aprende de la burra. Ella permanece atada y tranquila. Deja que sus burritos retocen y se vayan. Pero su presencia allí es un continuo punto de referencia para ellos, que permanentemente retornan a su lado. Si ella se desatara para querer seguirlos, probablemente se perderían los tres en el desierto. Tu fidelidad es el mejor método para que tus hijos puedan reencontrar el buen camino cuando se den cuenta de que están extraviados.

Sé fiel y conservarás tu paz, aun en la soledad y el dolor. Diciendo esto la bendijo, y la mujer retornó a su casa con la paz en su corazón adolorido.

Guía de Trabajo Pastoral por Marcelo A. Murúa

Cuento Los dos burritos, de Mamerto Menapace.
Publicado en el libro Cuentos Rodados, Editorial Patria Grande.

Lectura
Realizar la lectura del cuento en grupo. Es importante que todos los presentes tengan una copia del texto. Se pueden ir turnando dos o tres personas para leer el cuento en voz alta.

Rumiando el relato
Al terminar la lectura entre todo el grupo se reconstruye el relato en forma oral (se lo vuelve a contar).

¿Qué sucede en el relato?

¿Cuál era la preocupación de esta madre, protagonista del relato?

¿A quién acude a pedir consejo? ¿Cómo son las actitudes del monje hacia ella?

¿Qué le hace ver el monje para ayudarla en su problema?

¿Cuál es su consejo?

Descubriendo el mensaje
El cuento nos habla de la libertad y de la relación con los demás.
Se puede trabajar desde varias interpretaciones, te proponemos dos miradas.

Mirando desde la perspectiva de la madre

¿Qué situación le preocupaba?

¿Has experimentado una situación semejante con algún ser querido?

El consejo del monje es permanecer fiel a sus convicciones, ¿es fácil esto? ¿cómo lograrlo? ¿cómo seguir siendo fiel al proyecto que Dios nos muestra? ¿cómo ser apoyo, punto de referencia, "refugio" para los demás?

Mirando desde la perspectiva del monje…
¿Te han consultado alguna vez sobre una situación semejante?

Observa las actitudes del monje,

Escucha

Medita (hace silencio interior)

Mira a la mujer (se compenetra en su problema)

La aconseja con palabras sencillas (una comparación… lenguaje que parte de la vida y al alcance de todos, como Jesús)

Compáralas con tu vida, ¿qué aprendes?

Compromiso para la vida
Sintetizar en una frase el mensaje del cuento para nuestra vida.

Para terminar: la oración en común
Leer entre todos la oración y luego poner en común las intenciones de cada uno.
Terminar con una canción.

Ser fiel, para servir a los demás

Padre Bueno,
Ayúdanos a ser fiel.
Nos has llamado
Y nos has mostrado un camino.
Para cada uno tienes una misión
(O muchas… a lo largo de la vida)
Ayúdanos a ser fuertes,
Perseverantes,
Fieles…
Para ser apoyo,
Descanso,
Manantial de agua fresca,
Para todos los que nos rodean.
- Que así sea -