Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

14 de julio de 2019

Beato Jacobus de Voragine

Beato Jacobus de Voragine

Arzobispo y hagiógrafo (1230-1298)

“La fiesta de Todos los Santos se instituyó por cuatro razones, específicamente: para conmemorar la dedicación de un templo, para adjudicar un día de fiesta a los santos que fueron omitidos durante ese año, para expiar la negligencia, y para obtener más fácilmente lo que nuestras oraciones piden.”

Jacobus de Voragine fue predicador dominico, arzobispo de Génova, y uno de los autores más leídos de la Edad Media. Se lo recuerda mejor por la Leyenda áurea, la primera recopilación de vidas de santos. Aprovechando las fuentes tradicionales, que embellecía libremente, Jacobus presentó un calendario de 159 santos que incluía figuras legendarias tales como *santa Inés y santa Lucía (vírgenes y mártires); Sebastián (traspasado por las flechas), Cristóbal (quien llevó a Cristo sobre sus espaldas), y san Jorge (que batalló con el dragón). Sirviéndose de sus hechos milagrosos, Jacobus ayudó a aumentar la popularidad de estos santos por sobre el culto de muchas figuras más auténticas, si bien más prosaicas, como *Agustín, *Basilio o *Ambrosio.

Con el despertar del humanismo, el extravagante estilo de la Leyenda áurea y otras obras hagiográficas similares, cayó en el descrédito. En vez de apreciar el libro de Jacobus como una obra de devoción espiritual, los reformadores lo juzgaron de acuerdo con las normas de la ciencia histórica. 
Con esta medida, comprensiblemente, la Leyenda áurea fue desechada por inservible. Un ejemplo típico fue *Erasmo, que desdeñó y ridiculizó a estos tontos “que gustan de escuchar o contar milagros fingidos y extrañas mentiras, siempre que sean de fantasmas, espíritus, duendes o diablos, o cosas semejantes. Cuanto más lejos están de la verdad, más fácilmente los creen y más palpitan sus corazones”.

En rigor, Jacobus nunca hubiera concebido su tarea como el mero recuento de hechos históricos. Intentaba presentar a estos santos servidores de Dios como emblemas vivientes del Evangelio. A esta luz, la Leyenda áurea ha obtenido, gradualmente, una audiencia moderna más entusiasta. Entre quienes han expresado en forma elocuente su aprecio se encuentra el padre Hippolyte Delehaye, pionero de la ciencia moderna de la hagiografía. Al describir los motivos del Beato Jacobus, escribió:

En estas pinturas, se nos representa a los amigos de Dios como lo que hay de más noble sobre la tierra; son criaturas que se elevan por encima de la materia y las miserias de nuestro pequeño mundo… Los santos practican todas las virtudes en un grado sobrehumano… Vuelven a estas virtudes, amables, y urgen a los cristianos a practicarlas. Sus vidas son, en verdad, la realización concreta del espíritu del Evangelio, y, al convencernos de este sublime ideal, la leyenda, como toda poesía, puede invocar un grado más alto de verdad que la propia historia.

Ver: Voragine, La leyenda dorada, 2 vols., Alianza España.
Por Rosario Carrera
Fuente: Ellsberg R. (2001) Todos los Santos. Buenos Aires: Lumen