Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

25 de noviembre de 2015

Lo que va de ayer a hoy...Las cuatro esquinas

Historias   bíblicas  de ayer

que se repiten hoy

Las cuatro esquinas

 

Ayer y Hoy

En el principio  existía el miedo.
                           
Cuando el  ser humano empezó a existir   empezó también a existir el miedo.  Ante una naturaleza amenazante, con tormentas, temblores de tierra,   fieras, enfermedades… y el   miedo de unos, y unas… frente a otros y otras.



Eso hizo que el miedo se nos  fuera convirtiendo en agresividad.

Muchas veces  el agresivo es una persona que tiene miedo a otros y por eso reacciona  como dice el refrán: ”La mejor defensa es el ataque”.



Pero también   los seres humanos desde los tiempos antiguos hasta los modernos  nos hemos ido juntando en familias, grupos, asociaciones, pueblos…   al mismo tiempo nos íbamos  separando  en bandas,  enemigos, opositores, competidores…

Según reaccionábamos  unos(as) frete a otras (os)   nos hemos colocado en cuatro esquinas.
Quiero decir  que encontramos cuatro tipos de personas  por el modo  como   se plantan su vida frente a los demás. En cada una  de las  cuatro esquinas   encontramos al:

                                             
                
 
El agresivo: mantiene  sus ideas y su conducta  por encima o contra   los demás, hasta obligando a los otros y a la sociedad, a veces con violencia,  a que sean como  él piensa.
El cumplidor:   acepta  casi siempre  las normas y conducta de la sociedad o  de los que mandan  y  no se complica; procura vivir cumpliendo todo lo que dicen  las leyes, la gente, la costumbre.
 El  crítico: no se conforma fácilmente  con lo que  en la sociedad le proponen. Ante  lo que hacen y plantean los demás lo piensa y discute. Si no le convence,  lo rechaza  o hace nuevas propuestas, plantea  nuevos caminos.

El entusiasta:  Es creativo y se  esfuerza por  dar vida a lo que piensa  y siente, aunque  respeta  lo que piensan y sienten   los que no están de acuerdo con él.
Como pueden comprender, el agresivo y el entusiasta son incompatibles.  Esas dos  actitudes no se pueden dar en la misma persona.
Pero sí pueden existir:

El agresivo- cumplidor:  se ata a “lo que siempre se ha hecho así”, y reacciona más o menos  violentamente  contra los que desean   cambiar     la realidad, la vida, sus costumbres.
El agresivo- crítico:  está en contra de todo  lo que le han enseñado o se  le propone . Es de los  que   nada más  llegar  a una reunión  dicen: “no estoy de acuerdo…¿de qué  están hablando?”
También el entusiasta  pude  tener dos vertientes:


Entusiasta- cumplidor:  no tiene mucho espíritu crítico, pero pone todo su interés y empeño  en colaborar, haciendo    lo que se le manda o se le propone.


Entusiasta- crítico.:  apoya  los cambios que se proponen en la sociedad, las nuevas iniciativas  e  inventos.  Discute ideas y situaciones  que por tradición “siempre  se han hecho así”, y propone otras,  pero no impone  y acepta que otros piensen distinto.                                                
Alrededor de todos   estos personajes  podríamos añadir otros 2 tipos de personas que son: los veletas y los pasivos.
Los  veletas:  son quienes  andan cambiando fácilmente  entre las distintas actitudes,    se mueven  por las “cuatro esquinas”  según sopla el  viento.

Los pasivos:  que “no son nada”… que no se mueven  ante las iniciativas, ni se les ocurre nada… pueden ser hasta agresivos cuando les proponen algo que no les apetece (¡¡ a mí que me dejen en paz!!).   Desde luego, entusiastas no son  jamás.

En cualquier   asociación, comunidad… se pueden dar diferentes tipos de estas personas, pero según es el grupo pueden predominar unas u  otras.                                                                                                      
Por ejemplo: Estos días  que siembra tragedias  el estado islámico   en nombre de Alá,  igual que los  cruzados cristianos de la edad media guerreaban para conquistar el sepulcro de Jesús.
No puede haber  dentro de esos fanáticos ninguna persona con espíritu crítico.  Lo eliminarían  enseguida.


Así Podemos  traducir  estas cuatro esquinas  a los modos como  cada persona acepta la religión.


En ese caso podríamos llamar  desde el punto de vista  religioso a los distintos personajes que antes hemos citado:

                        
                                    

   
El fanático (  agresivo):  es el que tiene el tema religioso  como algo de  vida o muerte. Por o contra  la religión es capaz de insultar, de  ofender y puede llegar  al extremo de  agredir o de matar (como tenemos muchos ejemplos en la historia  antigua o reciente)

El religioso (cumplidor) :  es el que procura fielmente seguir  todas  las normas,  importantes o  pequeñas,  de la religión a la que pertenece. No tiene mucha formación, no piensa mucho,   pero sigue al pie  de la letra la religiosidad que aprendió de joven.

El laico (o sea crítico) :  El que no  da  excesiva importancia al aspecto religioso, aunque   no lo desprecie, pero es crítico con muchos aspectos de lo que para algunos es  la religión

El espiritual (entusiasta):  pone  su fervor en   aspectos    trascendentales de la vida, sin fanatismos, sin querer obligar a otros a ser como él.

Como decíamos antes, tampoco son compatibles  el espiritual y el fanático. Si alguien es fanático no puede ser espiritual, y viceversa. Pero también  pueden matizarse  ambas actitudes:
 
El  fanático-religioso:  es el que   cumple mecánicamente las   reglas de su religión. Para él  es  cuestión a veces  de vida o muerte. Si es padre o madre de familia  obliga a sus hijos, (u otros que están a sus órdenes) quieran o no, a ir a misa a hacer rezos y devociones,  a llevar medallas… (sus hijos de mayores  seguramente saldrán fanáticos o ateos, salvo que por un milagro, les purifique  un espíritu crítico y un poco de buen humor.
El fanático  laico: es  ateo o anticlerical agresivo. Rechaza todo aspecto religioso de la vida. No se puede dialogar con él  sobre   cuestiones de fe,  porque ya  por principio insulta  y si tiene ocasión incendia templos o destruye objetos religiosos.
También se matizan  las actitudes del espiritual
El espiritual religioso:  es la persona que cumple  las normas y celebraciones   dándolas un sentido, una motivación de fe,  no reflexiona mucho sobre   por qué lo hace así, pero lo hace de corazón. A ese modo de  tener fe se la suele llamar  “la fe del carbonero” o “la fe de la abuelita”.

Pero no simplifiquemos; hoy existen  abuelitas y carboneros que se van espabilando, tomando conciencia  crítica y avanzando en su formación. Sobre todo abuelitas, porque  carboneros hay cada vez menos con  la invasión de  la electricidad y el petróleo.

Otro aspecto importante, aunque nos extrañe al principio, es  el:

Espiritual laico:  a primera vista parce una contradicción unir esas dos palabras,   pero pensándolo bien, es un camino importante:  El espiritual laico o crítico  busca la fe  con entusiasmo aunque con dudas e inquietudes.  Tal vez  se ha escapado de la jaula de un espiritualismo religioso o fanático  que le habían  enseñado de pequeño, pero ha ido descubriendo un camino distinto. Se ha dado cuenta de que el  espíritu  no está demasiado unido a los actos religiosos sino más bien  a los actos de amor por la humanidad. El espíritu  le lleva a hacer  todo el buen que pueda sencillamente.

Su símbolo es el buen  samaritano que curaba las heridas de alguien que no era de los suyos y que escandalizaba al sacerdote  que no se detenía para no llegar tarde al templo.
El  espiritual crítico  reflexiona en  el mensaje de Jesús,  o de algún otro  profeta  si pertenece a otra religión (pero no anda mariposeando de una a otra).
Critica lo que no ve claro, reflexiona, ora, dialoga y no deja de hacer el bien, de ser buen  vecino, buen amigo, buen samaritano, buen ciudadano de este mundo que tanto necesita  amor.

También paralelos a los    “veletas” y “pasivos”, de que hablamos antes existen los personajes:
 religiosos light (veletas): que unos días son católicos, otro día ateos  , se pasan  a los mormones , luego al budismo  o a cualquier religión oriental y terminan siendo agnósticos pasivos, e decir:
no saben-no contestan  y   tampoco piensan porque viven su vida  sin complicarse ni reflexionar  para qué viven, ni qué pintan en este mundo. El verdadero  agnóstico duda, pero reflexiona y busca;  a veces encuentra a Dios sin darse cuenta.

Por poner algunos ejemplos en temas que están de actualidad: Podríamos pensar  en la que sucede en algunos países de tradición religiosa  donde se   exageran  las posturas y hay  enfrentamientos entre fanatismo religioso y fanatismo no creyente.
Conozco algún país  que está sembrado de templos  pero  su la tradición religiosa está en crisis.

Algunos  que se dicen no creyentes están  molestos porque los símbolos y los actos religiosos están presentes en todas partes del país   y las personas y organizaciones religiosas   tienen desde hace mucho tiempo privilegios y presencia importante. Eso lo rechazan los  fanáticos críticos  .   No se fijan si   la  gente religiosa tiene  acciones benéficas y solidarias en la sociedad.

Volvamos  la  página por el otro lado:
Algunos que se dicen creyentes se sienten perseguidos porque  quisieran que su  religión siga  siendo importante en el país, con sus obras de  caridad y de enseñanza. No se fijan si también  abusan con esa religión de privilegios, grandes edificios y fuerte economía.

Ni unos ni otros son capaces de pensar que podría  darse  la  unión entre    quienes  piensan  que  hay un espíritu dentro de ellos y del universo,  que no les mueve   a buscar poder político y privilegios sino unidad, defensa de los derechos humanos, amor a  todo persona y a todo ser vivo.
 
Deseemos que la humanidad deje de jugar a las cuatro esquinas.Que  se junten  todos aquí abajo  en la tierra, donde está presente el espíritu (en las nubes está el espiritualismo vacío  que no sirve a  la vida).

Procuremos  que en la tierra,  no haya más gente fanática ni pasiva, que nos anime el Espíritu, sea cual sea el nombre con el que queramos llamarlo.