
Seguro que esta manera de proceder tan abierta no
contentará a muchos, ni los de tipo de pensamiento ni los del contrario, que
pretendían y buscaban interpretaciones y aseveraciones más rotundas capaces de
desatascar cualquier debate posterior. Pero la condición humana sabe por
experiencia que así no se solucionan las diferencias de criterio de fondo ni
tampoco se arreglan las situaciones conflictivas, da igual que sea en política
que en materia de fe, en este caso, con mucho dolor e incomprensión de por
medio.
Si efectivamente se mantienen las conclusiones en
criterios generales y en orientaciones genéricas, lejos de interpretarlo como
una manera de no entrar en el problema, me parce más un ejercicio de ofrecer
criterios para discernir cada situación frente a soluciones cerradas o recetas
generales. Eso sí, criterios con visión de futuro y cargados de esperanza
porque lo que se busca -parece ser- es la madurez en las conciencias y su
responsabilidad frente a ellas mismas.
Algunos son incapaces de entender que Cristo abogaba por
la madurez personal de las conciencias y porque nos hagamos con criterios
honestos de actuación desde la madurez en la fe que busquen consecuencias
también honestas en nuestras actuaciones. Ojalá que este sínodo de la familia
haya logrado esos equilibrios en la práctica pero dejando la puerta abierta a
obligarnos a actuar en conciencia, y no porque me lo impongan desde fuera: es
el caso de la comunión a los divorciados, por lo que he leído. Cuando Jesús
precisamente llamaba a los mendigos del camino, a los excluidos a su mesa, a
los que querían de corazón compartir el Banquete, con mucha más premura que a
los expertos en la Ley y a los sacerdotes del Templo.
Es muy fácil seguir lo que otro me diga porque tiene
criterio moral sin percatarnos de que llevamos muchos lustros alimentando
cristianos infantiles con la fe del carbonero con el pretexto de que el pueblo
no sabe de criterios morales. En lugar de enseñarle, es más simple suplantar su
conciencia, pero las consecuencias son una vivencia religiosa mediocre y de
cumplimiento, que no es otra cosa que una mezcla de cumplo y miento.
Bendita audacia la de Francisco que espero contribuya a
generar conciencias críticas y actitudes verdaderamente cristianas para que en
un futuro próximo todas las formas de amor verdadero encuentren comprensión y
acogida en nuestra Iglesia, la de Cristo, el modelo a seguir para todo sincero
amor humano
GABRIEL Mª OTALORA