Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

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11 de noviembre de 2016

Diálogo Interreligioso: PLURALISMO

Hacia un diálogo interreligioso juvenil para la transformación social
Edwin Roberto Mendoza Hipp

C. Pluralismo
Al igual que las otras dos tipologías, el pluralismo también hila con diferentes matices. Pero
sin duda, el exponente más emblemático de la corriente pluralista ha sido el británico John Hick, a quien también se le han sumado una serie de teólogos contemporáneos como Juan José Tamayo, Alan Race, John Cobb y Paul Knitter, entre muchos otros. Desde 1973 Hick se dedicó a profundizar en su nuevo planteamiento que él mismo bautizó como la ―revolución copernicana de la teología de las religiones.

El teólogo y filósofo estadounidense David Ray Griffin propone una doble afirmación para
resumir la tipología pluralista en su sentido más genérico. La primera es una afirmación negativa que define a la posición pluralista por su rechazo de absolutizar determinada religión como la única divinamente inspirada, siendo ella la portadora exclusiva de la verdad plena para alcanzar la salvación. Para los teólogos pluralistas como Griffin, este absolutismo puede expresarse en formas exclusivistas o inclusivistas. La segunda es más una afirmación positiva que proclama que todas las religiones son caminos verdaderos y válidos para la salvación, ya que todas ellas conducen a esa Realidad Última y Trascendente a las que las religiones aspiran.

En este contexto, la postura pluralista proclama un cambio radical de un paradigma cristocéntrico a un paradigma teocéntrico. Es aquí precisamente donde cobra sentido la figura
comparativa de la revolución copernicana que Hick utiliza, porque como es sabido, la teoría
heliocéntrica de Copérnico enunciaba que la Tierra y los demás planetas giraban en torno al Sol, y no como se creía en aquella época en la que la Tierra era el centro del Universo y todo giraba en torno a ella. Del mismo modo, el pluralismo evita concebir al cristianismo como la gerente de las religiones, y busca en última instancia situar a Dios como su centro.
La corriente pluralista aduce que el hecho de afirmar que todas las religiones son verdaderas e iguales universalmente, no implica el renunciar a la unicidad y especificidad de cada religión. Es decir, para el islam, la normativa la sigue constituyendo el Dios revelado por el profeta Muhammad; para el hinduismo, el Brahman como el Absoluto; o para el cristianismo, Jesús como el Salvador universal.

Desde una óptica cristiana, el jesuita americano Roger Haight defiende esta
tesis declarando a Jesús como el ―verdadero, más no como el ―único portador de salvación. De manera más directa Paul Knitter sostiene:

[…] los cristianos, ante sus hermanos y hermanas en otras religiones, pueden y deben continuar anunciando que Jesús es totus Deus, totalmente Dios. Pero no pueden y no deben afirmar que es totum Dei, la totalidad de Dios.

Al igual que el exclusivismo e inclusivismo, el pluralismo ha sido también ampliamente
criticado por muchos autores. Entre sus opositores principales se encuentran teólogos como A.
Kreiner, J.J. Lipner, G. D’Costa y M. Heim, los cuales han elaborado fuertes críticas en contra de esta tipología. Asimismo, en una línea similar se encuentra el teólogo español Andrés Torres Queiruga, quien advierte que la igualdad de verdades proclamada por algunos modelos pluralistas llega a caer inevitablemente en el relativismo, lo cual –según él– puede constituir el mayor problema en este modelo. Torres Queiruga tampoco se opone totalmente a la visión pluralista, pero sí la trata con mucha cautela en cuanto al tema de la verdad:

Dado que toda mujer y todo hombre están en constitutiva relación con Dios y, por tanto, en contacto con él, y que las religiones son justamente la tematización de esa relación y de ese contacto, todas las religiones son, en principio, verdaderas. De lo que se trata es, pues de ver el ―tipo de verdad que, en esa difícil y oscura pugna por captar la irradiación amorosa del Misterio, alcanza cada religión. Y más adelante vuelve a afirmar que este universalismo propuesto por Hick, trae consigo una nueva concepción de verdad, que en su constante afán por desconfiar de cualquier tipo de pretensión absoluta ―tiende a un igualitarismo relativista.
Ante críticas como éstas, Knitter advierte que hay que tener cuidado en no caer por las
pendientes resbaladizas del relativismo. Precisamente por esa razón el teólogo José María Vigil recuerda que el pluralismo no está únicamente definido por Hick, ya que sus
planteamientos deben ser entendidos como parte de un amplio conjunto de posiciones pluralistas. Aunque Vigil admite que los planteamientos de Hick fueron un tanto radicales al inicio, aclara también que sus posiciones teológicas siempre estuvieron en constante reflexión y evolución. Por tanto, sostiene firmemente:

Esta posición pluralista reivindica una igualdad básica de las religiones, no un igualitarismo que las quiera hacer prácticamente idénticas. […] O sea, el paradigma teológico pluralista sostiene que las religiones son básicamente iguales en el sentido –y sólo en el sentido- de que no hay una de ellas que sea la verdadera, o la depositaria de la salvación, de la cual todas las demás serían deudoras o subsidiarias o participaciones, sino que todas ocupan un estatuto salvífico básicamente igual.

Por otro lado, declara también con toda franqueza:

[…] el pluralismo acepta y reconoce la desigualdad real de las religiones concretas, que tienen desarrollos diferentes, sensibilidades y capacidades diversas, itinerarios y evoluciones más o menos avanzados o retrasados en cada caso. El pluralismo no se cierra a esta evidente desigualdad, es realista. No todas las religiones son iguales, ni siquiera para el pluralismo. ¿Cae en el relativismo la posición teológica pluralista? Así lo sostienen algunos de sus detractores, creando intencionadamente un enemigo mental que combatir, un enemigo que prácticamente no existe en la realidad. El pluralismo afirma la relatividad de las formas religiosas, no el relativismo frente a las religiones.

Con todo ello Vigil advierte que ―hay que expresarse con propiedad y reconocer que una cosa es relatividad y otra es relativismo.

Todos estos modelos pluralistas coinciden en que la diversidad religiosa no debe de ser vista
como una realidad negativa ni como una amenaza para las religiones, sino como una
complementariedad que las lleve a tomar una conciencia más humilde de que ellas son solamente distintos caminos que conducen hacia una misma Meta. Para ejemplificar esta actitud, el jesuita español Javier Melloni alude a una popular parábola oriental. La parábola cuenta la historia de un elefante rodeado por cinco ciegos en la que cada uno de ellos se limitaba a tocar una parte distinta del animal. Al final, cuando los ciegos describieron lo que tocaron, cada uno proporcionó una interpretación totalmente diferente. Uno de ellos dijo que era una columna de un templo, otro que era una escoba, otro decía que era una roca, otro que era una serpiente y otro que era la rama de un árbol. A través de esta parábola Melloni reafirma que al igual que los ciegos, ―las religiones son [solo] puntos de vista. [Ya que] sólo Dios es el Punto desde el cual todo es mirado.

De igual forma, el pensador y poeta musulmán Abdennur Prado invita ardientemente a
desidolatrizar la religión, a considerar la propia religión como un medio entre otros medios, y no como un fin en sí mismo. Prado sostiene que, según la tradición islámica, el mismo Corán afirma la pluralidad religiosa querida por Allá, siendo así todas las religiones vías legítimas para acceder a Dios (Corán 22:67; 2:62; 16:36). Esta convicción hace un llamamiento a todas las religiones a derribar cualquier pretensión de superioridad que busque monopolizar la verdad o la salvación.

Algunos aducen que el hecho de afirmar que todas las religiones son solamente caminos
distintos de salvación, es una aseveración bastante peligrosa que corre el riesgo de vaciar de
contenido el carácter singular y universal de la propia religión58. De ahí que muchos aseguran que esta actitud lleva inevitablemente a un relativismo que concibe a todas las religiones como iguales.

Respecto a esto, Knitter dice que tal declaración debe de ser tomada muy seriamente59, ya que en el fondo también subyace la preocupación por provocar en los creyentes un indiferentismo religioso. Por ese motivo Melloni recuerda que el tener la convicción que las religiones son sólo distintos medios que guían a la misma Verdad, es un valor teologal que exhorta a las diferentes tradiciones religiosas a creer con toda humildad que existe ―una Verdad más alta, jamás abarcable por nuestras verdades parciales.

El objetivo aquí no es propiciar ningún debate teológico entre las corrientes antes vistas, de lo

cual ya existen una gran cantidad de escritos al respecto, de lo que se trata en última instancia en esta investigación es de poner en contexto la visión pluralista como una de las propuestas teológicas que intenta dar una respuesta constructiva a la cuestión del diálogo interreligioso. Por eso es importante resaltar que este modelo pluralista ha sido principalmente desarrollado en miras a un diálogo interreligioso más equitativo, convirtiéndose así en uno de sus propósitos fundamentales el ofrecer una reflexión teológica que motive a la generación y creación de espacios en donde todas las religiones ―tengan cabida y puedan participar en pie de igualdad para aprender de ellas mismas, y asumir una responsabilidad compartida para trabajar en favor de la dignidad humana.