Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

29 de noviembre de 2018

Raissa


Raïssa Maritain
Poeta y contemplativa (1883-1960)



“Es un error aislarse de los hombres… Si Dios no lo llama a uno a la soledad, uno debe vivir con Dios en medio de la multitud, darlo a conocer allí y hacerlo amar.”

La vida de Raïssa Maritain estuvo inextricablemente entrelazada con la de su esposo, *Jacques  Maritain, el famoso filósofo católico. A lo largo de su extensa vida  juntos, estuvieron unidos no sólo por los lazos del matrimonio sino por una “santa amistad”, unión en la que Dios se mantuvo como un íntimo tercer integrante.

Raïssa y Jacques se conocieron siendo estudiantes en la Sorbona. Raïssa había nacido en Rusia. Sus padres, judíos ortodoxos, se habían mudado a Francia buscando mejores oportunidades educativas para sus dotadas hijas. Raïssa avanzó tan rápidamente en sus estudios a pesar de tener que aprender una nueva lengua, que fue admitida en la universidad a los dieciséis años.


Conoció a Jacques Maritain cuando él solicitó su firma para una petición en protesta del tratamiento dado a los estudiantes socialistas por la Rusia zarista. La atracción entre ambos fue inmediata, y pronto fueron inseparables. Contrajeron matrimonio en 1904. Raïssa y Jaques compartían la pasión por la poesía, el arte y la justicia social. Pero pronto hallaron otro lazo: una obsesión común con el  problema de la verdad y la necesidad de descubrir el sentido de la vida. Si bien ninguno de ellos tenía mucha educación religiosa, les parecía intolerable imaginar que la existencia  pudiera ser un absurdo.  Hicieron la promesa de que si en el plazo de un año no encontraban la respuesta a su búsqueda, terminarían con sus vidas.

Luego, comenzaron a asistir a las conferencias del filósofo Henri Bergson. De él obtuvieron el sentido del Absoluto. Fueron conducidos, a su vez, hacia el novelista * Leon Bloy, quien no sólo era un católico devoto, sino un profeta, cuyos escritos celebraban la predilección de Dios por los pobres, a la vez que criticaban cáusticamente los pecados de la burguesía católica. A través de su amistad con Bloy, los Maritain fueron introducidos al mundo del catolicismo y de las Sagradas Escrituras. Raïssa se vio particularmente conmovida por los escritos de Bloy sobre los judíos, elegidos por Dios para representar un papel especial en la historia de la salvación. En el espacio de un año luego de su primer encuentro con Bloy, los Maritain fueron bautizados en 1906. Bloy fue su padrino.

Habiendo encontrado su camino a la Iglesia, Raïssa y Jacques concibieron su vida, a partir de allí, en términos religiosos. Tomaron los votos como oblatos de San Benito y luego hicieron voto perpetuo de castidad. A pesar de su compromiso privado, sentían, resueltamente, que no estaban hechos para la vida monástica sino que estaban llamados a vivir su fe en medio de los círculos artísticos e intelectuales en los que se hallaban inmersos.

En el primer tomo de sus memorias, We Have been Friends Together (Diario de una Amistad), Raïssa describió los primeros años de su matrimonio casi enteramente desde el punto de vista  de sus relaciones con personajes tales como Bloy, el artista *Georges Rouault, y el poeta *Charles Peguy. A través de toda su vida juntos, el salón  de los Maritain fue el centro de un extraordinario renacimiento intelectual católico. Jacques se transformó en el filósofo católico más famoso del siglo XX; Raïssa también fue reconocida a través de la publicación de varios volúmenes de poesía y prosa, pero Raïssa permaneció más en segundo plano, colaborando íntimamente en la obra de su esposo. Él dijo, más tarde, que su ayuda e inspiración habían penetrado todo lo que había escrito: “Todo lo bueno viene de Dios. Pero como intermediaria sobre la Tierra, todo lo bueno me ha llegado de ella”.

Raïssa falleció el 4 de noviembre de 1960. Fue sólo entonces cuando Jacques descubrió sus diarios íntimos y comprendió la profundidad espiritual que había permanecido oculta hasta de él. Publicados más tarde, estos diarios reflejan la intensa vida de oración de Raïssa y la comprensión de su vocación como contemplativa “en los caminos del mundo”. De hecho,  sobre la base de estos escritos,*Tomás Merton la llamó “tal vez la mayor contemplativa de nuestro tiempo”.

En una de las entradas había escrito: “Tengo la sensación de que lo que se nos pide es vivir en el torbellino, sin sustraer nada de nuestra sustancia, sin guardarnos nada, ni descanso, ni amistades, ni salud, ni placeres; orar incesantemente…en realidad arrojarnos y dejarnos sacudir por las olas de la voluntad divina hasta el día en que se nos diga: Es suficiente”.
 
Rosario Carrera

Inspirado en libro de Robert Ellsberg,  Todos los Santos.