Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

25 de septiembre de 2020

El Evangelio

 LAS PROSTITUTAS OS LLEVAN LA DELANTERA

Dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se le acercó al primero y le dijo: << Hijo, ve hoy a trabajar a la viña>>. Él le contestó: <<No quiero >>. Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: <<Voy, Señor>>. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?

Contestaron:

El primero.

Jesús les dijo:

Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y aun después de ver esto vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis (Mateo 21, 28-32).

OS LLEVAN LA DELANTERA

El mensaje de la parábola es claro. También los dirigentes religiosos que escuchan a Jesús estaban de acuerdo. Ante Dios, lo importante no es <<hablar>>, sino <<hacer>>. Para cumplir la voluntad del Padre del cielo, lo decisivo no son las palabras, promesas y rezos, sino los hechos y la vida cotidiana.

Jesús está hablando desde su propia experiencia. Los dirigentes religiosos han dicho <<si>> a Dios. Son los primeros en hablar de él, de su ley y de su templo. Pero cuando Jesús los llama a << buscar el reino de Dios y su justicia>>, se cierran a su mensaje y no entran por ese camino. Dicen <<no>> a Dios con su resistencia a Jesús.

Para Jesús no hay duda: el publicano Zaqueo, la prostituta que ha regado con lágrimas sus pies y tantos otros… van por delante en << el camino del reino de Dios >>.

En este camino van por delante no quienes hacen solemnes profesiones de fe, sino los que se abren a Jesús dando pasos concretos de conversión al proyecto del Padre.

LAS COSAS NO SON SIEMPRE LO QUE PARECEN

La parábola es una de las más claras y simples. Ante Dios lo importante no es <<hablar>> sino <<hacer>>; lo decisivo no es prometer o confesar, sino cumplir su voluntad.

Los escribas hablan constantemente de la ley: el nombre de Dios está siempre en sus labios. Los sacerdotes del templo alaban a Dios sin descanso; su boca está llena de salmos. Pero las cosas no son siempre como parecen. Los recaudadores y las prostitutas no hablan a nadie de Dios. Hace tiempo que han olvidado su ley. Sin embargo, según Jesús, van por delante de los sumos sacerdotes y escribas en el camino del reino de Dios.

¿Qué podía ver Jesús en aquellos hombres y mujeres despreciados por todos? Tal vez su humillación. Quizás un corazón más abierto a Dios y más necesitado de su perdón. Acaso una comprensión y una cercanía mayor a los últimos de la sociedad. Tal vez menos orgullo y prepotencia que la de los escribas y sumos sacerdotes.

Los cristianos hemos llenado de palabras muy hermosas nuestra historia de veinte siglos. Hemos construidos sistemas impresionantes que recogen la doctrina cristiana con profundos conceptos. Sin embargo, hoy y siempre, la verdadera voluntad del Padre la hacen aquellos que traducen en hechos el evangelio de Jesús y aquellos que se abren con sencillez y confianza a su perdón.

PARA JESÚS, LOS ÚLTIMOS SON LOS PRIMEROS

Jesús conoció una sociedad dividida por barreras de separación y atravesada por complejas discriminaciones. En ella encontramos judíos que pueden entrar en el templo y paganos excluidos del culto; personas <<puras>> con las que se puede tratar y personas<<impura>> a las que hay que evitar; <prójimos>> a los que se debe amar y <<no prójimos>> a los que se puede abandonar.

La actuación de Jesús en esta sociedad resulta tan sorprendente que todavía hoy nos resistimos a aceptarla.

Jesús se acerca precisamente a los más discriminados. Se sienta a comer con publicanos. Se deja besar los pies por una pecadora. Toca con su mano a los leprosos. Busca salvar <<lo que está perdido >>. La gente lo llama <<amigo de pecadores>>. Con insistencia provocativa va repitiendo que <<los últimos serán los primeros >> y que los publicanos y las prostitutas van por delante de los escribas y sacerdotes en el camino del reino de Dios.

Cuando nosotros os evitamos, Dios se os acerca. Cuando nosotros os humillamos, él os defiende. Cuando os despreciamos, os acoge. En lo más oscuro de vuestra noche no estáis solos. No hay sitio para vosotros en nuestra sociedad ni en nuestro corazón. Por eso precisamente tenéis un lugar privilegiado en el corazón de Dios.

CRÍTICA A LOS PROFESIONALES DE LA RELIGIÓN

La parábola, dirigida por Jesús a los sacerdotes y dirigentes religiosos de Israel, es una fuerte crítica a los <<profesionales>> de la religión, que tienen continuamente en sus labios el nombre de Dios, pero acostumbrados a la religión, terminan haciéndose insensibles a la verdadera voluntad del Padre del cielo.

Según Jesús, lo único que Dios quiere es que sus hijos e hijas vivan desde ahora una vida digna y dichosa. Si alguien ayuda a las personas a vivir, si trata con respeto y comprensión, si contagia confianza y contribuye a una vida más humana, está <<haciendo>> lo que desea el Padre.

Jesús advierte muchas veces a los escribas, sacerdotes y dirigentes religiosos de uno de los peligros que amenazan a los <<profesionales >> de la religión que pueden ser celosos y diligentes, pero pueden terminar haciendo la vida de las personas más dura y penosa de lo que ya es.

Hay personas muy <<religiosas>> que acusan, amenazan y hasta condenan en nombre de Dios, sin despertar nunca en el corazón de nadie el deseo de una vida más elevada. En esa forma de entender la religión, todo parece estar en orden, todo es perfecto, todo se ajusta a la ley, pero al mismo tiempo, todo es frío y rígido, nada invita a la vida.

Al terminar la parábola, Jesús añade estas palabras terribles: <<Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios >>.

EL RIESGO DE INSTALARNOS EN LA RELIGIÓN

Son bastantes los cristianos que terminan por instalarse cómodamente en su fe, sin que su vida apenas se vea afectada.

Cuántas veces la vida de los cristianos queda como cortada en dos. Actúan, se organizan y viven como todos los demás a lo largo de los días y el domingo dedican un cierto tiempo a dar culto a un Dios que está ausente de sus vidas el resto de la semana.

Cristianos que se desdoblan y cambian de personalidad, según se arrodillen para orar a Dios o se entreguen a sus ocupaciones diarias.

Todos hemos de preguntarnos con sinceridad qué significa realmente Dios en nuestro diario vivir.

¿Qué importa el credo que pronuncian nuestros labios, si falta luego en nuestra vida un mínimo esfuerzo de seguimiento sincero a Jesús?

¿No hemos reducido con frecuencia nuestra fe a palabras, ideas o sentimientos? ¿No hemos olvidado demasiado que la fe verdadera da un significado nuevo y una orientación diferente a todo el comportamiento de la persona? Los cristianos no deberíamos ignorar que, en realidad, no creemos lo que decimos con los labios, sino lo que expresamos con nuestra vida entera.

José Antonio Pagola