Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

27 de octubre de 2022

EVANGELIO DOMINGO 30-Octubre ( Lc 19,1-10)- Reflexion J. A. Pagola

 

EN CASA DE UN RICO

 


En aquel tiempo entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.

Él bajó enseguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo:

Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:

Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.

Jesús le contestó:

Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Lucas 19, 1-10).

JESÚS AMA A LOS RICOS

Zaqueo es un rico bien conocido en Jericó. <<Pequeño de estatura>>, pero poderoso <<jefe de los recaudadores>>.

No es un hombre querido. Sin embargo, este hombre quiere ver <<quién es Jesús>>. No le importa hacer el ridículo actuando de manera poco acorde con su dignidad. Probablemente ni él mismo sabe que está buscando paz, verdad, un sentido más digno para su vida.

El relato sugiere un intercambio de miradas entre el profeta defensor de los pobres y aquel rico explotador.

Jesús lo llama por su nombre: <<Zaqueo, baja enseguida>>. No hay que perder más tiempo. <<Hoy mismo tengo que alojarme en tu casa y estar contigo>>.

Jesús quiere entrar en el mundo de este rico. Zaqueo le abre la puerta de su casa con alegría. Todos critican a Jesús por haber entrado <<en casa de un pecador>>.

Al contacto con Jesús, Zaqueo cambia. Empieza a pensar en los <<pobres>>: compartirá con ellos sus bienes, les devolverá con creces lo que les ha robado. Deja que Jesús introduzca en su vida verdad, justicia y compasión. Zaqueo se siente otro. Con Jesús todo es posible.

Jesús se alegra porque la <<salvación>>ha llegado también a esa casa poderosa y rica. A esto ha venido él: << a buscar y salvar lo que está perdido>>

Jesús ama a los ricos. No quiere que ninguno de ellos eche a perder su vida. Todo rico que le deje entrar en su mundo experimentará su fuerza salvadora.

 

LA SALVACIÓN DEL RICO

Son bastantes los cristianos de posición acomodada que se sienten molestos por esta <<moda>> que ha entrado en la Iglesia de hablar tanto de los pobres. Y, por tanto solo pueda ser escuchado por los ricos como amenaza para sus intereses y como interpelación de su riqueza.

Les parece que todo esto no es sino demagogia barata, ideologización ilegítima del Evangelio y, en definitiva <<hacer política de izquierdas>>.

Ciertamente, Jesús se acerca en concreto a los ricos para <<salvarlos>> antes que nada de sus riquezas.

Al encontrarse con Jesús y escuchar su mensaje, el rico va a cambiar. Descubre que lo importante no es acaparar, sino compartir, y decide dar la mitad de sus bienes a los pobres. Solo entonces Jesús proclama: <<Hoy ha sido la salvación de esta casa>>.

Al rico, es la única <<inversión cristianamente rentable>>.

La razón es sencilla. No es posible un mundo más fraterno si los ricos no cambian de actitud y aceptan reducir sus bienes en beneficio de los empobrecidos por el actual sistema económico.

 

SALVAR LO QUE ESTÁ PERDIDO

Zaqueo viene descrito con dos rasgos que definen con precisión su vida. Es <<jefe de publicanos>> y es <<rico>>.

En Jericó todos saben que es un pecador. Un hombre que no sirve a Dios, sino al dinero. Su vida, como tantas otras, es poco humana.

Sin embargo, Zaqueo <<busca ver a Jesús>>. No es tarea fácil para un hombre instalado en su mundo. Pero este deseo de Jesús va a cambiar su vida.

Pero Zaqueo prosigue su búsqueda con sencillez y sinceridad. Corre para adelantarse a la muchedumbre, y se sube a un árbol como un niño. No piensa en su dignidad de señor importante.

Zaqueo se baja y lo recibe en su casa lleno de alegría. Hay momentos decisivos en los que Jesús pasa por nuestra vida porque quiere salvar lo que nosotros estamos echando a perder. No hemos de dejarlos escapar.

Lucas no describe el encuentro. Solo habla de la transformación de Zaqueo. Cambia su manera de mirar la vida: ya no piensa solo en su dinero, sino en el sufrimiento de los demás.

Tarde o temprano, todos corremos el riesgo de <<instalarnos>> en la vida renunciando a cualquier aspiración de vivir con más calidad humana.

 

ACOGER, ESCUCHAR, ACOMPAÑAR

No se puede comunicar de cualquier manera la Buena Noticia de Dios. Jesús lo hacía con un estilo inconfundible.

La escena de Jericó es un claro ejemplo. En la ciudad vive Zaqueo, un hombre al que todos juzgan sin piedad: es un pecador. Para Jesús es sencillamente una persona que vive <<perdida>>.

La actuación de Jesús es sorprendente. Nadie ve en él al representante de la Ley, sino al Profeta de la compasión, que acoge a todos con el amor entrañable del mismo Dios.

No camina por Galilea en actitud de conquista. No impone ni presiona. Se ofrece, invita, propone un camino de vida sana.

En ciertos sectores de la Iglesia se está viviendo con nerviosismo y hasta crispación la pérdida de poder y espacio social. Sin embargo, no es una desdicha que hemos de lamentar, sino una gracia que nos puede reconducir al Evangelio.

Ya no podremos ser una Iglesia poderosa, segura y autoritaria, que pretende <<secretamente>> imponerse a todos. Seremos una Iglesia más sencilla, vulnerable y débil.

Tendremos que aprender de Jesús a conjugar tres verbos decisivos: acoger, escuchar y acompañar.

Descubriremos que el Evangelio lo comunican los creyentes en cuya vida resplandece el amor compasivo de Dios. Sin esto, todo lo demás es inútil.

 

FUERZA PARA VIVIR

Su posición de autoridad absoluta e indiscutible en medio de una sociedad de cristiandad ha conducido a la Iglesia, de manera más o menos consciente, a proponer la fe en Dios como un deber encuadrado en un sistema de leyes y prohibiciones. Todavía hoy no pocos practicantes entienden y viven su religión como una <<obligación>>.

Esta percepción sesgada de la fe ha contribuido a generar un tipo de cristiano sin creatividad ni pasión que <<cumple con sus deberes religiosos>>, pero no siente deseo de Dios.

Sin embargo, si se escucha hasta el fondo el desafecto que sienten algunos hacia lo religioso, no es difícil observar que no es a Dios a quien rechazan, sino una idea agobiante de la religión que parece recortar su libertad y ahogar el deseo natural que hay en ellos de vivir plenamente.

Lamentablemente se olvida que Dios, ante que nada, es el <<Amigo de la vida>> el que desea y busca siempre una vida más digna y dichosa para todo ser humano y para la creación entera.

Los Obispos de Francia vienen subrayando desde hace unos años que <<el Evangelio de Cristo es esperado hoy de manera nueva: como una fuerza para vivir>>. Es así. El Evangelio es, antes que nada, <<una fuerza para vivir>>, y solo será escuchado por personas que andan buscando razones para vivir, para amar la vida y para disfrutarla de manera sensata y responsable.

En el relato evangélico, Jesús se define en casa de Zaqueo como alguien <<que ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido>>. No lo hemos de olvidar.

El Dios cristiano es un Dios que busca reavivar y reconstruir lo que nosotros podemos estropear y echar a perder. Dios no es carga pesada, sino vigor y estímulo para vivir con acierto.

José Antonio Pagola

Colaboración de Juan García de Paredes.