Teníamos muchas esperanzas. Pero no. Los acuerdos de
París para detener el cambio climático han sido un fraude.
El Papa Francisco dijo en su encíclica: Vemos con
decepción creciente cómo se suceden una tras otra cumbres internacionales sin
ningún resultado importante. La COP21 ha sido una decepción más.
Acuerdo de París
en cambio climático: aplausos errados
Gerardo Honty, Eduardo Gudynas

ALAI AMLATINA, 14/12/2015.- En París se acaba de firmar
un acuerdo sobre cambio climático que ha sido recibido con un júbilo y
optimismo bastante exagerado. Se tolera disimuladamente que siga aumentando la
temperatura global, se repiten unos cuantos acuerdos que ya habían sido
alcanzados en previas cumbres, y todo descansa en compromisos voluntarios de
los países, sin obligaciones precisas.
Eso explica que muy distintos actores, desde los grandes
exportadores de petróleo a las corporaciones globales, todos ellos, terminaran
aplaudiendo el acuerdo parisino. Si esos actores celebran el convenio, es que
sin duda no se están poniendo límites a la civilización petrolera.
Tengamos muy presente que el Acuerdo de París es un
instrumento dentro de la Convención Marco sobre Cambio Climático, que viene
siendo objeto de negociaciones por más de veinte años, con muy pocos resultados
concretos. De hecho, desde que se firmó la Convención, en 1992, hasta ahora,
las emisiones del mundo han crecido en un 50%, dejando en evidencia la falta de
compromiso en esta materia.
Como los últimos encuentros fueron muy frustrantes, la
principal preocupación de la presidencia del actual encuentro negociador
(conocido como COP21), representada en el francés Laurient Fabius, era no
repetir fracasos anteriores (en especial de Copenhague de 2009, que fue incapaz
de acordar un texto). En ese sentido el papel de Francia fue exitoso,
explicando la satisfacción de algunos líderes gubernamentales. Pero el precio
de la eficacia política fue, como era esperable, un acuerdo de poca eficacia
climática.
Bajo el Acuerdo de París, el aspecto clave de la
reducción de las emisiones de gases invernadero, será fijado por cada país (las
llamadas contribuciones nacionales). Aunque deben ser informadas
periódicamente, no serán obligatorias. Esto hace que en realidad el texto
aprobado sea muy débil en lo que hace a su potencial para evitar el cambio
climático, ya que descansa en medidas voluntarias. Recordemos que el objetivo
de la Convención es estabilizar los gases de efecto invernadero en la
atmósfera, y que según la comunidad científica, que asesora a la propia
convención, no debería aumentar más de 1,5º C. Pero el acuerdo parisino nos
conduce a un aumento de la temperatura global superior a los 3º C