Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

3 de septiembre de 2025

PAPA FRANCISCO -- LA ESPERANZA NO DEFRAUDA NUNCA

 La esperanza siempre tiene rostro humano

Este será el primer jubileo marcado por la irrupción de estas nuevas tecnologías, en medio de una emergencia climática como la que estamos atravesando. A diario vemos cómo la casa común nos pide una pausa de nuestro estilo de vida, que empuja al planeta más allá de sus límites y que provoca la erosión de los suelos, la desaparición de los campos, el avance de los desiertos, la acidificación de los mares y la intensificación de tormentas y otros fenómenos climáticos intensos. Es el grito de la tierra que nos interpela.

Ya antes de la pandemia considerábamos que era necesario << reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre cómo nuestra elección diaria en términos de alimentos, consumo, desplazamientos, uso del agua, de la energía y de tantos bienes materiales a menudo son imprudentes y perjudiciales>>.

Acuérdense lo que les comenté al principio: la esperanza es nuestra ancla y nuestra vela. Con ella salgamos a peregrinar hacia la construcción de ese mundo más fraterno con el que soñamos, en el que la dignidad del ser humano prevalezca sobre cualquier división y en armonía con la Madre Tierra.

La peregrinación de la vida no siempre pasa por aguas tranquilas. Muchas veces las experiencias personales y los eventos del mundo exigen con mayor intensidad el llamado a la esperanza. En la jerga marina, se llama de hecho

<<ancla de la esperanza>> a la que algunas embarcaciones tienen de reserva para hacer maniobras de emergencia que les permitan estabilizarse durante las tormentas. Con ella, navegamos <<mar adentro>> hacia el futuro desconocido, pero llevando nosotros el timón.

Vuelvo a convocar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a ser << en medio de las ruinas cotidianas del mundo, incansables constructores de esperanzas, que seamos luz mientras el sol se oscurece, que seamos testigos de compasión mientras a nuestro alrededor reina la distracción, que seamos amantes y atentos en medio de la indiferencia generalizada>>.

El reverendo Martín Luther King, fuente de inspiración inagotable, ya afirmó hace sesenta años, durante su discurso de aceptación del Premio Nobel, una gran verdad, todavía vigente hoy: los seres humanos hemos sabido volar como pájaros, nadar como peces, pero no vivir como hermanos.

No hay tiempo que perder. Y tampoco hay alternativas. O construimos el futuro juntos o no habrá futuro.

Recuerdo unas hermosas palabras de don Tonino Bello: <<No podemos limitarnos a esperar, tenemos que organizar la esperanza>>. Debemos redescubrirla, anunciarla y construirla. Esto incluye a todos, también a la Iglesia y sus miembros, ya que << sin esperanza, seríamos administradores, equilibristas del presente y no profetas y constructores del futuro>>.

Solo si nuestra esperanza se traduce en opciones y gestos concretos de atención, fraternidad, justicia, solidaridad y cuidado de la casa común, los pobres podrán ver aliviados sus sufrimientos, la economía del descarte podrá ser cambiada y nuevos sueños volverán a florecer.

A todos nos toca organizar la esperanza y traducirla en la vida concreta de cada día, en las relaciones humanas, en nuestro vínculo con el planeta, en el compromiso social y político. 

¿Me acompañan en esta peregrinación?

PAPA  FRANCISCO  

LA  ESPERANZA  NO  DEFRAUDA  NUNCA

Colaboración de Juan García de Paredes.