Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

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12 de abril de 2017

Dialogo interreligioso: Pautas para la acción religiosa

Hacia un diálogo interreligioso juvenil
para la transformación social

Edwin Roberto Mendoza Hipp

3.3.4) Pautas para la acción interreligiosa con los jóvenes del Área Metropolitana

Con los elementos expuestos anteriormente, queda todavía un sinfín de lecciones por escudriñar para avanzar hacia un auténtico diálogo interreligioso juvenil en Guatemala. Por ese motivo, es importante recordar que lo primero será partir de la realidad, pues el diálogo solamente  se da entre personas concretas con nombres y apellidos. En ese sentido, cualquier tipo de iniciativa  interreligiosa debe tener los pies puestos en la tierra, asumiendo como presupuesto general el hecho  de que los jóvenes en Guatemala son herederos de un país de una riqueza étnica y cultural invaluable, pero rodeado a la vez por enormes desigualdades sociales.


 Por otra parte, hay que tener presente que las nuevas generaciones juveniles están siendo víctimas constantes de un proceso de  insensibilización humana, producto de la cultura de muerte y de la violencia. Además de ello, las deplorables condiciones de pobreza en las que viven millones de guatemaltecos son un factor que  agrava aún más la situación.


Sin embargo, en medio de esta fragmentada realidad aparecen más luces que sombras, pues a  pesar de lo desalentador que pueda vislumbrarse el futuro para Guatemala, muchos jóvenes están empezando a tomar una conciencia más clara de que ellos son sujetos activos y figuras claves  dentro de la sociedad para ayudar a construir una Guatemala diferente. El fruto de este  empoderamiento ha provocado el surgimiento de una gran cantidad de líderes juveniles que han  venido esforzándose por promover iniciativas sociales desde diversos campos como la educación, la política, los medios de comunicación o la religión. En este último ámbito, cabe destacar el trabajo de muchos jóvenes creyentes del Área Metropolitana, quienes han hecho uso de las plataformas religiosas para impulsar iniciativas de impacto social tales como:

Acompañamiento a personas de  la tercera edad o con alguna discapacidad, visitas a orfanatos, recolección de víveres, voluntariados  en hospitales, acompañamiento con niños y jóvenes de la calle, talleres educativos, refuerzo  escolar, proyectos ecológicos y de recolección de basura, etcétera. Por esa razón, es de suma  importancia que se reivindique el dinamismo de los jóvenes como una dimensión constitutiva de  las comunidades religiosas, para que desde allí ellas puedan ofrecer un aporte positivo a la  sociedad.

A pesar de que las juventudes creyentes han empezado a adquirir una conciencia social más  fuerte, hay muchos que argumentan que las religiones son un estorbo para el progreso social,  debido a que promueven espiritualidades alienantes y desencarnadas de la realidad. Por muy  negativa que parezca una mentalidad de este tipo, esta actitud antirreligiosa ha tenido sus buenas  razones para sostener que la religiones son muchas veces el opio de la sociedad, pues cada vez que  alguna religión tiende a estimular una piedad espiritualista que abstrae al creyente de su  compromiso ético y social, en ese momento esa comunidad religiosa se convierte en un óbice para la construcción de una mejor humanidad. Esta nueva cultura antirreligiosa que ha venido tomando  más auge entre los jóvenes urbanos, debería conducir a las religiones a una reflexión más seria acerca del rol tan trascendental que juegan dentro de la sociedad guatemalteca.

Desde ese tenor, es fundamental que las comunidades religiosas (desde sus propias estructuras  e identidades) trabajen por el bien común, sin embargo, en una sociedad donde impera el fundamentalismo y la intolerancia, es aún más necesario que los grupos religiosos trabajen  colectiva y organizadamente, no sólo para resolver problemas sociales como la pobreza y la violencia sino también para demostrar que la diversidad de opiniones y de pensamiento no son un  impedimento para la configuración de las relaciones humanas. La incursión de este diálogo  ecuménico e interreligioso supone un reto muy grande para las religiones en Guatemala, ya que  requiere de mucha humildad y madurez, pero es sin duda un camino que debe irse abriendo para vencer la intolerancia y la violencia religiosa tan enquistadas en la cultura guatemalteca.

Como se mencionó en el inciso anterior, la mayoría de jóvenes del Área Metropolitana no  toma en cuenta la diversidad étnica y religiosa como factores determinantes para entablar  relaciones de amistad, lo cual es un indicio muy positivo para el diálogo interreligioso, pues pone  de manifiesto la predisposición entre los jóvenes urbanos por crear redes de relaciones  interpersonales sin importar el credo que se profese. Aunado a ello, las juventudes urbanas están  conscientes que el primer paso para dar solución a los problemas sociales consiste en organizarse,  pues ellos mejor que nadie saben que los cometidos se logran solamente a través de la unidad.


Todas estas actitudes son indudablemente signos bastante alentadores que deben ser valorados por  las religiones, puesto que revelan la apertura y predisposición entre jóvenes de distintos credos para  trabajar conjuntamente por una mejor sociedad.