PASTOR BUENO
En aquel tiempo dijo
Jesús a los fariseos:
Yo soy el buen pastor.
El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni
dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace
estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo
soy el buen pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el
Padre me conoce y yo conozco al Padre; y doy mi vida por las ovejas.
Tengo además otras
ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y
escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Por eso me ama el
Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita,
sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para
recuperarla. Este mandato he recibido del Padre (Juan 10, 11-18).
VA CON NOSOTROS
El símbolo de Jesús
como pastor bueno produce hoy en algunos cristianos cierto fastidio. No
queremos ser tratados como ovejas de un rebaño. No necesitamos a nadie que
gobierne y controle nuestra vida. Queremos ser respetados. No necesitamos de
ningún pastor.
No sentían así los
primeros cristianos. La figura de Jesús, buen pastor, se convirtió muy pronto
en la imagen más querida de Jesús.
El <<pastor
bueno>> se preocupa de sus ovejas. Es su primer rasgo. No las abandona
nunca. No las olvida. Está atento siempre a las más débiles o enfermas.
Jesús había dejado un
recuerdo imborrable. Los relatos evangélicos lo describen preocupado por los
enfermos, los marginados, los pequeños, los más indefensos y olvidados.
Pero hay algo más. <<El pastor bueno da la vida por sus ovejas>>. Ama a todos con amor de buen pastor, que no huye ante el peligro, sino que da su vida por salvar al rebaño.
Los cristianos vivimos con frecuencia una relación bastante pobre con Jesús. Necesitamos conocer una experiencia más viva y entrañable.
Una Iglesia formada por cristianos que se relacionan con un Jesús mal conocido, un Jesús lejano cuya voz no se escucha bien en las comunidades…. corre el riesgo de olvidar a su Pastor. Pero, ¿quién cuidará a la Iglesia si no es su Pastor?
EL PASTOR BUENO
Cuando en las primeras comunidades cristianas comenzaron los conflictos y disensiones, los seguidores de Jesús sintieron la necesidad de recordar que solo él es Pastor Bueno.
El pastor bueno siempre trata a las ovejas con cuidado y amor. El pastor que se preocupa de sus propios intereses es un <<asalariado>>. En realidad <<no le
importan las ovejas>> ni su sufrimiento.
Jesús no había actuado
como un jefe dedicado a dirigir, gobernar o controlar. Lo suyo había sido
<<dar vida>>, curar, perdonar. No había hecho sino
<<entregarse>>, desvivirse, terminar crucificado dando la vida por
las ovejas. El que no es verdadero pastor piensa en sí mismo, <<abandona
las ovejas>>, evita los problemas y <<huye>>. La alegoría del
<<buen pastor>> arroja una luz decisiva: quien tenga alguna responsabilidad
pastoral ha de parecerse a Jesús.