Cádiz,
9 de julio de 2025
Comienza nuestro
círculo de silencio del mes de julio, un mes donde las altas temperaturas en
España han superado todos los récords. El cambio climático ha venido para
quedarse y con ello el desplazamiento de miles de personas buscando un alimento,
que en sus países africanos ya no pueden producir. Los países responsables de
la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial
son China, Estados Unidos, India, Rusia, Brasil y la Unión Europea, y de
entre los países que más sufren sus consecuencias se encuentran los que
paradójicamente menos contaminan, como Chad, Somalia, Siria, República
Democrática del Congo, Sudán del Sur, República Centroafricana y Nigeria.
Es una más de
las circunstancias que no se tienen en cuenta a la hora de comprender el
fenómeno migratorio.
Pero hoy, en vez
de seguir profundizando en más elementos que causan los desplazamientos
forzados, nos vamos a fijar en sus consecuencias, vamos a lo concreto, en la
figura de Mamadou, un senegalés que estuvo ocho días en el mar. Salió de Senegal a raíz de la persecución política que
sufrían los opositores al Gobierno de su país.
Es un joven
llegado de manera irregular a España. Al margen de las causas económicas y
medioambientales, antes mencionadas, la protección internacional es otra razón
por las que muchas personas deciden saltar una valla o cruzar el océano,
aun a riesgo de sus vidas. De hecho, España es el tercer país de Europa que
recibe más solicitudes de asilo, con casi 118.000 en 2024, solo por detrás
de Francia y Alemania.
Nos cuenta Mamadou que tenía un buen trabajo en Senegal, cuenta, que era comercial y pescador:” Quería quedarme ahí para poder participar en el desarrollo de mi país”. La realidad política, no obstante, acabó imponiéndose, y tras las detenciones de sus allegados tomó la decisión de marcharse de la tierra en la que nació para subirse a una patera y cruzar el océano. “Fue muy duro dejar a mi familia detrás de mí sin saber qué iba a pasar después”, reconoce. “Tenía a mi esposa, mis hijas y mis hermanos”.
Pero Mamadou no
sabía lo peligroso que puede llegar a ser esa travesía. Según el informe del
Monitoreo del Derecho a la Vida 2024, elaborado por la ONG Caminando
Fronteras, el número de fallecidos en el Atlántico tratando de
llegar a las islas fue de 9.757. Como el hombre que viajaba con Mamadou
en la patera, que falleció por deshidratación después de que él y
todos quienes viajaban a bordo tuvieran que pasar cinco días sin nada de comer
ni beber.
Sigue en su
relato Mamadou y nos cuenta que estuvo seis días en el hospital, con el cuerpo
al límite por la falta de agua y alimentos. Lo más duro de todo para él fue
dejar a sus seres queridos. Perdió su móvil porque estaba mojado, y entonces
estuvo un mes y medio sin poder hablar con la familia.
Después de esos
días en el hospital, fue ayudado por la ONG Accem y
llevado a un centro de acogida temporal junto con otros muchos migrantes.
La labor de
Accem, junto con el de otras muchas ONGs, como Asociación Cardijn o Tierra de
Todos, son clave para apoyar e impulsar el futuro bienestar de las personas que
llegan a España.
A pesar de que
no quería venir a España, reconoce que sabía muy poco de nuestro
país cuando decidió refugiarse en él. Cuenta que no podía ni imaginar que su
vida sería mejor aquí, y que fue duro al principio, que ahora hay que estudiar
el idioma para poder hablar con la gente.
Y es que no
existe una realidad migratoria única, cada experiencia puede ser muy diferente
y depende de muchos factores que pueden condicionar el aspecto anímico o
psicológico. Cuando se ofrece un acompañamiento, se dan
oportunidades y se permite la inclusión en la sociedad de estas personas.
Con todo, las
personas migrantes se pueden encontrar con situaciones que dificulten mucho su
integración, como el racismo y la xenofobia que proyectan algunas
personas, ya sea por miedo a lo desconocido o por odio. El cómo se recibe a
estas personas puede ser clave para un buen asentamiento en España.
Mamadou se
siente muy agradecido con los trabajadores y las personas que ha conocido. Son
ellos quienes, tras incluirlo en su programa de protección internacional, decidieron enviarle
a Segovia, donde estuvo durante cinco meses hasta mudarse a León.
Ahora Mamadou
está estudiando para sacar la ESO, lo mismo que hace casi 20 años, solo que en
otro idioma. Mientras tanto, ha realizado también un curso de camarero con prácticas,
y colabora como traductor con la entidad que lo acoge. Y es que sus
conocimientos de francés y wolof, su lengua natal y una de las más demandadas
en los servicios de interpretación, fueron de gran ayuda. Más dificultad están
teniendo, no obstante, con los trámites burocráticos.
A Mamadou, le
fue difícil encontrar un piso en León. Con el dinero que obtiene como
traductor, puede alquilarse una habitación en una vivienda que comparte con
otras tres personas. Ahora solo espera, y sigue avanzando en los módulos para
poder trabajar cuanto antes, mientras está pendiente de si le van a
aceptar el asilo o no, algo imprescindible para poder quedarse en España. Ahora,
a lo que aspira, como casi la totalidad de los chicos que nos llegan, es
encontrar un trabajo, volver a ver a su familia y poder devolver a esta
sociedad todo lo bueno que han hecho por él.
Amigos,
comienza nuestro TIEMPO DE SILENCIO.
MESA
DIOCESANA DE ATENCION Y ACOGIDA DE MIGRANTES Y REFUGIADOS DE CÁDIZ Y CEUTA.
Colaboración de Juan García de Paredes.