Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

11 de marzo de 2022

EVANGELIO DOMINGO 13- Marzo- 2022 ( Lucas 9, 28-36 )

 

ESCUCHAR A JESÚS

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria; hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.

Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:

Maestro, ¡qué hermoso es estar aquí! Haremos tres choznas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

No sabía lo que decía.

Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió.

Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía:

Este es mi Hijo, el escogido; escuchadlo.

Cuando sonó la voz se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento,

 no contaron a nadie nada de lo que habían visto (Lucas 9,28b-36).

 


¿A QUIÉN ESCUCHAR?

Pedro no parece haberlo entendido. Propone hacer <<tres chozas>>, una para cada uno. Pone a los tres en el mismo plano. No ha captado la novedad de Jesús.

Vivir escuchando a Jesús es una experiencia única. Por fin estamos escuchando a alguien que dice la verdad. Alguien que sabe por qué y para qué vivir. Alguien que ofrece las claves para construir un mundo más justo y más digno del ser humano.

Una comunidad se va haciendo cristiana cuando va poniendo en su centro el Evangelio y solo el Evangelio.

Cada domingo podemos sentir su llamada a mirar la vida con ojos diferentes y a vivirla con más responsabilidad, construyendo un mundo más habitable.

 

ESCUCHAR SOLO A JESÚS

La escena es llamada tradicionalmente la <<transfiguración de Jesús>>.

Al parecer, los discípulos no captan el contenido de lo que están viviendo, pues Pedro dice a Jesús: <<Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías>>. Coloca a Jesús en el mismo plano y al mismo nivel que a los dos grandes personajes bíblicos. A cada uno su tienda. Jesús no ocupa todavía un lugar central y absoluto en su corazón.

La voz de Dios le va a corregir, revelando la verdadera identidad de Jesús: <<Este es mi Hijo, el escogido>>.

Es urgente recuperar en la Iglesia actual la importancia decisiva que tuvo en sus comienzos la experiencia de escuchar en el seno de las comunidades cristianas el relato de Jesús recogido en los evangelios.

Los evangelios no son libros didácticos que exponen doctrina académica sobre Jesús.

Son <<relatos de conversión>> que invitan al cambio, al seguimiento de Jesús y a la identificación con su proyecto.

No tiene la Iglesia un potencial más vigoroso de renovación que el que se encierra en estos cuatro pequeños libros.

 

VIVIR ANTE EL MISTERIO

La trayectoria seguida por la humanidad es fácil de describir. Ha ido acumulando un número cada vez mayor de datos; ha sistematizado sus conocimientos en ciencias cada vez más complejas; ha transformado las ciencias en técnicas cada vez más poderosas para dominar el mundo y la vida.

Este caminar apasionante a lo largo de los siglos tiene un riesgo. Inconscientemente hemos terminado por creer que la razón nos llevará a la liberación total. No aceptamos el Misterio. Y, sin embargo, el Misterio está presente en lo más profundo de nuestra existencia.

Y lo más racional sería reconocer que estamos envueltos en algo que nos trasciende: hemos de movernos humildemente en un horizonte de Misterio.

El ser humano ha de aprender a vivir ante el Misterio. Y el Misterio tiene un nombre: Dios, nuestro <<Padre>>, que nos acoge y nos llama a vivir como hermanos.

También hoy, en medio de nubes y oscuridad, se puede oír una voz que nos sigue llamando: << Este es mi hijo…. Escuchadlo>>.

 

PERDIDOS

Son muchos los que no saben muy bien dónde fundamentar su vida ni a quién acudir para orientarla. No se sabe dónde encontrar los criterios que puedan regir la manera de vivir, pensar, trabajar, amar o morir. Todo queda sometido al cambio constante de las modas o los gustos del momento.

Por otra parte, son cada vez más los que viven perdidos. No tienen meta ni proyecto. Pronto se convierten en presa fácil de cualquiera que pueda satisfacer sus deseos inmediatos.

Necesitamos reaccionar. Vivir con un corazón más atento a la verdad última de la vida; detenernos para escuchar las necesidades más hondas de nuestro ser; sintonizar con nuestro verdadero yo. Es fácil que se despierte en nosotros la necesidad de escuchar un mensaje diferente. Tal vez entonces hagamos un espacio mayor a Dios.

La escena evangélica de Lucas recobra un hondo sentido en nuestros tiempos. Según el relato, los discípulos <<se asustan>> al quedar cubiertos por una nube. Se sienten solos y perdidos. En medio de la nube escuchan una voz que les dice: <<Este es mi Hijo, el escogido. Escuchadlo>>. Es difícil vivir sin escuchar una voz que ponga luz y esperanza en nuestro corazón.

 

¿DÓNDE ESCUCHAR A JESÚS?

Entre todos los métodos posibles de leer la Palabra de Dios se está revalorizando cada vez más en algunos sectores cristianos el método llamado <<lectio divina>>, muy apreciado en otros tiempos, sobre todo en los monasterios. Consiste en una lectura meditada de la Biblia, orientada directamente a suscitar el encuentro con Dios y la escucha de su Palabra en el fondo del corazón.

Esta forma de leer el texto bíblico exige dar diversos pasos.

Lo primero es <<leer el texto>> tratando de captar su sentido original, para evitar cualquier interpretación arbitraria o subjetiva.

La <<meditación>> supone un paso más. Ahora se trata de acoger la Palabra de Dios meditándola en el fondo del corazón. Este momento pide recogimiento y silencio interior, fe en Dios, que me habla, apertura dócil a su voz.

El tercer momento es <<la oración>>. El lector pasa ahora de una actitud de escucha a una postura de respuesta.

Basta preguntarnos con sinceridad: <<Señor, ¿qué me quieres decir a través de este texto?, ¿a qué me llamas en concreto?, ¿qué confianza quieres sembrar en mi corazón?>>.

Se puede pasar a un cuarto momento que suele ser designado como <<contemplación>> o silencio ante Dios.

Por último, es necesario recordar que la verdadera lectura de la Biblia termina en la vida concreta y que el criterio para verificar si hemos escuchado a Dios es nuestra <<conversión>>.

Por eso es necesario pasar de la <<Palabra escrita>> a la <<Palabra vivida>>.

Una forma de hacerlo es aprender a leer los evangelios de Jesús con este método. Descubriremos un estilo de vida que puede transformar nuestra existencia.


José Antonio Pagola

Colaboración de Juan de la Cruz