Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

8 de marzo de 2018

LO QUE VA DE AYER A HOY


(Historias   bíblicas  de ayer que se repiten hoy)
 TOCAR A JESUS
AYER 
(Lo dice Lucas (6,19-21): Todos querían tocar a Jesús, porque sabían que el poder que salía de él los sanaría.

(Algo así   dicen  Mateo 9:18-22 marcos 5:21-34 Lucas 8:40-48):

 Mientras Jesús va de camino a la casa de Jairo, vive otra situación muy emotiva. Lo acompañan muchas personas que están entusiasmadas porque piensan que lo verán realizar otro milagro. Pero entre ellas hay una mujer que solo piensa en curarse de su grave enfermedad. Esta mujer judía lleva 12 años sufriendo hemorragias 
la Ley de Moisés dice que cualquier mujer con pérdidas de sangre es impura y no puede adorar a Dios con otras personas. 
De modo que quien la toque a ella o toque su ropa manchada de sangre tiene que lavarse y ser considerado impuro hasta el atardecer (Levítico 15:25-27).


Esta mujer ha oído lo que cuentan de Jesús y por eso ha salido a buscarlo. Pero, como
se encuentra en estado de impureza, se mete entre la multitud tratando de pasar lo más desapercibida posible. Va pensando: “Seguro que con solo tocarle la ropa me pondré bien”.  Enseguida Jesús pregunta: “¿Quién me tocó?”. ¿Se imagina cómo debe sentirse la mujer al oír eso? En ese momento, Pedro, pensando que se trata de una pregunta absurda, le contesta: “Estás rodeado de gente y te están apretando  por todas partes ¿ y dices quién te ha tocado?”.

Acaso este sea el  detalle más significativo,  pero  en el evangelio aparece el Maestro  entre la gente que lo toca, y hasta tiene que subirse a una barca para que en la orilla del lago no  se apelotone la gente y lo empujen al  agua
De los cinco sentidos  que normalmente se indican (aunque hay más)  El más  “carnal” es el tacto. El profeta nazareno no lo rehuía, Estaba en contacto con la gente.
Si ustedes repasan  los evangelios comprobaran  que  ese  Jesús que los cristianos de hoy espiritualizamos tanto era un hombre de carne y hueso que vivía entre gente de carne y hueso
Junto con el tocar y ser tocado  había otro sentido muy cercano a ese: comer (… ¿y ser  comido?)  del que podemos hablar en otra ocasión.
Todo eso sucedía ayer,  porque hoy?
Hoy
Por favor ¿-qué dice usted? Hoy predomina en nuestras asambleas el respeto.
No vemos a ese Jesús que callejea por pueblos, y abraza  a enfermos y pecadores
Lo más cercano que tenemos de Él, es   eso que cuando levanta en celebrante en   misa, dice en nombre de  Jesús: tomen, coman que esto es mi cuerpo. Pero
ningún cristiano piadoso se atreve a hacerle caso. ¿Cómo va a  tomar,   tocar al hijo de Dios?

Y la gente cuando el Padre hace la “elevación de ese pan”, se acurruca: se arrodilla, agacha la cabeza, dice temblorosa “Señor mío y Dios mío”.


En cuanto pueden encierran a  ese Jesús en  el armarito que llaman” sagrario” o en  una
especie de vitrina de  cristal y metales preciosos. Lo guardan bien custodiado, por eso la llaman custodia   para evitar que ningún leproso, ni infectada,  lo toque. Tal vez piense que podrían contagiar a ese galileo  imprudente que   tocaba y se dejaba tocar.

Pero hay algo peor.  Es que  Él ofreció una  posibilidad para la gente de hoy:  

Vengan benditos  porque tuve hambre y me dieron de comer, estaba enfermo o en la cárcel y vinieron a verme, desnudo y me vistieron… porque todo lo que hicieron  a cualquiera de esos desarrapados me lo hicieron a mí
¡Lo que faltaba! Cuando ya parecía que nos habíamos librado de sus manos, de su  tacto, de su manto…  nos cuelga ahora a gente
que tenemos cerca, a la puerta, a nuestra espalda para que les toquemos ya que no podemos, o no nos atrevemos a tocarle a  Él.

El problema de nuestra fe cristiana  es que  somos demasiado espiritualistas, o si quieren demasiado poco “materialistas”, el cuerpo, la sangre, la túnica, nos repelen.
Rechazamos el cuerpo de Él y el cuerpo de los que están cerca de nosotros.   La única
manera de tocar a esa pobre gente  es con monedas, con billetes  que damos y  nos sirven de intermediarios para no tocarle a Él, que es peligroso, porque mancha o contagia, o nos produce temblor-

 Lo que hizo o dijo , lo que tocó Él si fue   ayer que hiciera, lo que juzgase oportuno; pero hoy,  como  dicen  carteles en  los objetos con carga eléctrica, o en las lavanderías de los hospitales, mejor NO TOCAR .