Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

31 de octubre de 2020

Corrupcioncita... Palabras a voleo

PALABRAS A VOLEO


Normalmente las personas serias, que somos la mayor parte, mientras no se demuestre lo contrario, no empleamos los diminutivos más que en nuestras pláticas con niños y  niñas. En algunos países de lengua española sí se emplean algunos normalmente, como, en vez de ahora: AHORITA. Sin embargo pienso que en algunas circunstancias necesitaríamos hacer uso frecuente del diminutivo para destacar  ciertas situaciones sociales. En estos momentos siento la necesidad de resaltar una expresión que refleja la vida de muchos en este país y los de sus alrededores. Me voy a referir  a la

Corrupcioncita


 Sí, sí: corrupcioncita.

Me van ustedes a decir: pero con la corrupción que existe en todos los rincones, ¿ahora piensa hacerse del bolsillo el diminutivo? ¿No le basta con la grande, la corrupción de tamaño natural?

No, no me basta o mejor, la necesito para tener idea más clara de lo que está sucediendo entre nosotros.

Claro que, por lo que se lee u oye en medios de  comunicación, corrupción y corruptos debe de haber en cantidades industriales. Tanta hay que quienes la mantienen, se han atrevido a hacer un “pacto de corruptos” para defenderla como si fuera un tesoro,  una realidad de interés nacional y la  cuidan  con el cariño de una madre, no se les vaya a estropear, a  descorromper, lo que sería para ellos una tragedia.

Dicen: -¿Qué  vamos a hacer en este país sin corrupción? ¿sin esa muestra de nuestra cultura patria?-

Todo esto tratando del  sustantivo corriente, sin diminutivos, que es lo que me propongo estudiar  en esta reflexión.

Pues la tesis que pienso  defender en este momento es: Para   que exista lo grande  necesita el apoyo de muchos pequeños.


Para que  aparezcan en el país un Messi hace falta que existan muchos  patojos que han empezado a patear la pelota, tal vez hecha de trapos,  jugando en una cancha de tierra o de asfalto en una carretera poco transitada. Entre los miles de pequeños ases del deporte que destripan pelotas en cualquier rincón de la nación van asomando y destacando los ronaldos, ronaldinhos o messis  que  atraen  las  masas a los estadios.  Para que haya unos cuantos  genios se necesitan miles de aficionados de todas las edades y tamaños  que corran y pateen por cualquier rincón donde se puedan poner porterías con unas piedras y arriesgarse a romper  algún cristal.

Esta introducción les puede hacer comprender por qué también para que exista  corrupción en  el país se necesita  que  crezcan corrupcioncitas por todas partes.

Ustedes que leen esta reflexión miren a su alrededor y piensen si en muchos rincones están  moviéndose más o menos silenciosos cantidades de aficionados  que  desde su tierna infancia  crecen  en un ambiente de pequeñas corrupciones  que van creciendo con su edad.


Entre la corrupción y la corrupcioncita, como caldo de cultivo existen lo que llamamos admiración y envidia.

Recuerdo en cierto país europeo donde las encuestas entre jóvenes estudiantes ponían como personaje distinguido, a quien  muchos quería parecerse  un famoso banquero. Llegó un momento en que las investigaciones sacaron a la luz que los negocios exitosos del modelo para los jóvenes eran producto de estafas, lavados de dinero y otros sucios manejos financieros.  Los encuestadores no volvieron a hacer preguntas a los estudiantes del tipo: ¿Y ahora qué? ¿Siguen ustedes admirando y queriendo ser de mayores lo mismo que el exitoso financiero corrupto?  No se lo preguntaron y hubiera sido oportuno.

En estos países centroamericanos donde escribo sería bueno saber el  efecto que tienen los ejemplos de los corruptos en  la mente de muchos hombres y mujeres que se van destacando como “corruptitos”. Se trata de:

Los que no asaltan un banco, pero meten la mano en una caja que no es suya.

Los que no arruinan a alguna pobre gente, pero hacen malas jugadas y engañan a sus amigos o colaboradores.

 Los que aprovechan los pequeños negocios de amigos o vecinos para falsificar cheques, hacer su pequeña publicidad a costa del colega y sacarse beneficios a  costa de quien es más ingenuo.


No hablemos de oídas pero podemos fijarnos en la sociedad que nos rodea y acaso descubrir  que este país no sólo está sembrado de los super-corruptos  que aparecen denunciados por la  comisión  internacional o el ministerio público  sino que está plagado, invadido por muchos jóvenes o mayores  que  han sufrido el contagio.  Esos se van haciendo tramposos, mentirosos, aprovechados y con el tiempo van pasando de corruptitos a corruptos de cuerpo entero.

Piensen en esas frases de uso común que pueden ir sonando en la sociedad: “como todo el mundo la hace”… “¿Y tú por qué no?”… “los negocios son los negocios” … “si no engañas te engañan”…  “sí estoy cobrando demasiado, pero de algo hay que vivir”

“No se puede servir a Dios y al dinero”… ¡ah no ! perdonen, esa frase creo que no es de aquí!. Según parece la dijo cierto profeta que murió joven por decir cosas de esas.

Pero como  estos países son  tan cristianos, no queda mal ponerla por si alguien  se entera  y se da por aludido. A ver si luchamos contra  la corrupción y contra nuestras Corrupcioncitas que son la base de las GRANDES CORRUPCIONES.