La Trinidad, estudio del icono
Existe la Trinidad de Rublev, luego Dios existe.
Pavel Florenski
Aunque el icono de la Trinidad, de Rublev, es una obra de arte incomparable, es, ante todo, una obra religiosa y como tal debe ser considerada. Nunca, en ninguna época de la Iglesia, se ha hecho una meditación tan densa sobre el misterio de la Trinidad. Rublev ha escrito en un icono de una simplicidad desconcertante, lo que no ha sabido expresar la literatura teológica.
Vamos a adentrarnos en su contemplación siguiendo el siguiente índice:
1.-El Tema
El tema bíblico que subyace en el icono está relatado en Génesis 18, es conocido como la Escena de Mambré o La Hospitalidad de Abraham, y desde antiguo ha servido a los Padres de la Iglesia para hablar de la Trinidad.
"El Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo: «Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo». Contestaron: «Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas». Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
Después le dijeron: « ¿Dónde está Sara, tu mujer?». Contestó: «Aquí, en la tienda». Y uno añadió: «Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo». Sara estaba escuchando detrás de la entrada de la tienda. Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus períodos. Sara se rió para sus adentros, pensando: «Cuando ya estoy agotada, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo?». Entonces el Señor dijo a Abrahán: « ¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: “De verdad que voy a tener un hijo, yo tan vieja”? ¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo». Pero Sara lo negó: «No me he reído», dijo, pues estaba asustada. Él replicó: «No lo niegues, te has reído». (Gen 18, 1-15)
Es un pasaje muy célebre porque, por un lado, muestra la acogida de Abraham a unos visitantes a los que saluda como Dios, y, por otro, porque es la primera vez que se evoca el misterio trinitario en la Biblia.
En el diálogo, Abraham se dirige indistintamente, tanto a un personaje, como a tres, mezclando extrañamente la expresión singular con el plural, como puede observarse en los términos subrayados en la cita bíblica. San Agustín, comentando este pasaje, dice: “Abraham vio a tres [personas] y adora a uno solo [Dios]”.
En Mambré se desarrolla una dramática prueba de fe para Abrahán: tres personajes que aparecen cerca de su tienda le aseguran que tendrá un hijo en el plazo de un año. A sus cien años, la promesa causa la irrisión de Sara, su mujer ya envejecida sin remedio. Pero Abrahán es un hombre de fe como probó en Ur y cree ahora en la promesa de los tres viajeros. La Trinidad que ha visitado a Abrahán es fuente de vida y por eso Abrahán es capaz de engendrar en Sara una nueva vida.
2.-El tiempo de Rublev
Sergio de Radoneth funda en 1340 el monasterio de la Santísima Trinidad y de San Sergio, siendo su primer abad Mitrofán. Este monasterio, potenciado por la devoción que despierta San Sergio en el pueblo ruso está llamado en pocos años a convertirse en un espectacular vivero de vocaciones y devoción espirituales para todo el pueblo ruso. A la muerte de Mitrofan se hace cargo, como Abad del mismo, Sergio de Radoneth y el monasterio de la Santísima Trinidad representa un ideal de vida en común que se ofrece al pueblo ruso como medio de superar las diferencias y desunión que presentaba la vida política; de remedio contra la injusticia social que extendía la pobreza entre los rusos; y de eliminar el odio de la vida personal y social y sustituirlo por la hospitalidad al modo de vida de los monjes del monasterio de la Trinidad.
Sergio de Radoneth apoyó a Dmitri Donskoi en su lucha contra los tártaros: envió a dos de sus monjes a participar en la Batalla de Kulikovo (1380) y le aseguró la protección divina. En la batalla de Kulikovo los tártaros fueron vencidos por primera vez en 150 años. Rusia se autocontempló como nación y la religión cristiana y la ascesis hesicasta contribuyeron a forjar la naciente identidad rusa, con su fe en los mejores valores del hombre, su capacidad para el sacrificio, su tenacidad, orgullo patrio y confianza en el futuro.
Se inaugura una época de paz y gran creatividad, con grandes construcciones públicas en piedra y madera. El monasterio de la Trinidad se termina en 1422. Entonces el Abad Nikon pide a Rublev que pinte un icono en recuerdo de San Sergio que tenga por motivo la Trinidad.
Así, a la edad de 65 años, tras un largo periodo de austera vida monacal, recibe este encargo del Abad del Monasterio de la Trinidad y San Sergio de pintar un icono en recuerdo de San Sergio que tenga por motivo la Trinidad. Rublev siente que se enfrenta a una prueba parecidad a la de Abrahán en Mambré: ¿Cómo pintar ahora nada menos que a la Trinidad cuando ya soy un hombre viejo, apartado de los pinceles muchos años?
La respuesta le llegaría del mismo Jesús:
“Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo?» (Jn 3,4)”
“Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios» (Jn 3,5)
Ante la voluntad del Abad, Rublev se hace como un niño y confía ciegamente en quien es el dueño de la vida y de las energías divinas, y en este convencimiento de que “para Dios nada hay imposible” (Lc 1, 37) acepta el encargo, y no es extraño que Rublev se proponga escribir el icono de la Trinidad como un homenaje a Sergio de Radonezh, su santo maestro, que predicó la amistad y el amor por el prójimo, que era recordado por su constante ayuda a la gente más humilde.
En este icono escrito en su memoria la idea de la paz, la idea de la armonía de las tres almas se impone sobre cualquier otra consideración. Los ángeles, que simbolizan a la Trinidad, son un signo viviente de las bendiciones de Sergio. La Trinidad evoca en la naciente identidad rusa sus deseos de unidad y fraternidad, y su pasión por un mundo social justo. Las formas artísticas perfectas del icono buscan reflejar sus sueños de armonía social que tan lejos estaban de realizarse en las condiciones históricas de su época.
3.-La Hospitalidad de Abraham en el arte bizantino
Como se lee en el texto, los personajes del episodio de Mambré son lostres ángeles, Abrahán, Sara y varios servidores. Unos y otro se afanan en alguna actividad tendente siempre a hacer grata la visita de los extraños visitantes.
Son numerosos los iconos que, antes de Rublev, se han fijado en el tema de “La hospitalidad de Abraham”. Los autores se han manejado con gran libertad respecto a la figuración del cuadro, de manera que sólo tienen en común la presencia de los tres ángeles. En la galería fotográfica puede apreciarse la variación con que se trata la posible presencia de Abraham, Sara, los sirvientes, el sacrificio de Isaac, el cordero, etc.
Dominaba en el espíritu de los iconógrafos el carácter temporal del episodio, ocurrido en Mambré en un momento determinado de la historia del patriarca. Los tres ángeles aparecían como mensajeros y símbolos de la Trinidad y la comida como símbolo eucarístico.
Los manuales de iconografía hechos para la preparación de los alumnos precisaban los elementos constitutivos en la composición de este icono: casa, tres ángeles sentados ante una mesa que contiene un plato con una cabeza de cordero, panes, vasos con licores, botellas de vino y copas. A su derecha, Abraham con un plato cubierto y, a la izquierda, Sara que lleva otro con un ave ya asada.
4.- Lo nuevo en Rublev
En el icono de Rublev, creado para una larga contemplación, no hay movimiento ni acción. Prescindirá de todo lo que represente temporalidad o historia humana, para concentrarse en la intemporalidad de la Trinidad. Sólo quedará lo esencial: tres figuras de ángeles, la mesa de la comida, una copa eucarística, el ábol de Mambré, una casa y una roca.
Fiel a esta interpretación, toda acción fue expulsada del icono y cada indicio de la naturaleza histórica del evento ignorado en ella.
En silencio, tres ángeles están sentados en asientos a modo de tronos alrededor de una mesa. Sus cabezas están ligeramente inclinadas, sus miradas abstraidas, como fijas en el infinito. Cada uno de ellos está inmerso en sus pensamientos, pero al mismo tiempo todos actúan como portadores de una experiencia única: la humildad y la del amor.
La tabla refleja a las personas de la Santísima Trinidad en un estado, más allá de una mera conversación, de comunicación y concordia mutua e íntima que eleva nuestro pensamiento al Consejo Eterno de la Santísima Trinidad, allí donde se inicia la existencia del mundo y el proyecto del hombre. (La palabra eslava "consejo" significa "voluntad", y no "reunión" o "encuentro", que supondrían la coordinación de varias voluntades, mientras que en Dios la voluntad es una).
Este momento inicial (nuestra condición humana no puede situarse fuera de un proceso temporal) del Consejo trinitario, determina el destino del mundo, los momentos más importantes en la Historia de la Salvación y la forma de realizar ésta a través del sacrificio propiciatorio de la Segunda Persona, tal co o leemos en san Pablo:
“Nosotros, en cambio, debemos dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, porque Dios os escogió los primeros para la salvación mediante la santificación del Espíritu y la fe en la verdad”. (2Tes 2,13)
Por eso, necesariamente, la maravillosa creación del monje Rublev lleva una pátina innegable de atemporalidad, de eternidad. Tal atemporalidad, tal sensación de sencillez y plenitud de la vida interior de Dios mana del icono de este monje espiritual y alcanza al lector creyente que lo contempla.
Eternidad respiran también el silencio, el desapasionamiento de las caras de los ángeles, la actitud contemplativa de la deidad y la mirada de los ojos de los ángeles, que no están dirigidos al espectador o al costado, sino el uno sobre el otro.
En el icono, el ángel del centro se vuelve hacia el ángel izquierdo con la mirada y con la vuelta de la cabeza; el ángel de la derecha mira hacia la izquierda, y el ángel de la izquierda lo hace hacia la derecha.
Los tres ángeles rodean la mesa y la copa con el misterioso contenido de ella. Aunque sus ojos no están fijos en el cáliz, el movimiento de las manos parece dirigirse a él, como indicando que esa copa es el centro de su interés, la clave de su pensamiento común, lo que determinará la forma de manifestarse cada uno según la economía divina.
La copa está en la mesa. Esta última es de forma rectangular y evoca inmediatamente un altar. Su superficie plana de blancura brillante no es un mantel de mesa. Una ventana cuadrada en la pared frontal de la mesa refuerza la idea de que estamos ante un altar, por esta abertura habitual que queda en los altares de mármol para incrustar las reliquias de los mártires
Fijándonos en el conjunto, el contenido de la copa es el único punto oscuro del icono, que se acentúa por el fondo blanco de la mesa y contrasta tanto con el color naranja del cáliz, como con el fondo dorado del icono y los alegres colores brillantes de la ropa de los ángeles.
La innovación de Rublev, simplificando la escena, no es una simple reducción. El volumen escénico ocupado por los tres ángeles, hace que nos fijemos inmediatamente en ellos, que tienen aspecto de jóvenes de bella apariencia con miradas casi idénticas y con la misma cabellera. Sólo se diferencian en las emociones y afectos que parecen dirigirse unos a otros, y su posible identidad sólo viene matizada por los elementos decorativos:
• La tienda de Abraham sugiere el Templo, el Palacio del Reino de Dios y su Iglesia;
• La encina de Mambré deviene en el árbol de la vida del que se habla en Génesis y en el Apocalipsis;
• la roca sobre el personaje de la derecha remite directamente al sueño de Nabucodonosor, descifrado por Daniel, o a la Roca de las cartas de san Pablo.
• El arco circular formado por el contorno de los ángeles laterales representa el cosmos, la creación.
• El cordero ofrecido por Abraham a los tres ángeles, se transforma en la copa eucarística que figura sobre la mesa.
• Las manos de los visitantes descienden sobre la tierra, simbolizado por el escabel rectangular que forma el pie de la mesa.
• La parte superior de la mesa se transforma en un verdadero altar sobre el cual reposa la copa de la nueva alianza a través de la cual llega la salvación ofrecida a la humanidad.
Toda la decoración, muy breve, es colocada en la quinta parte más alta del icono. Los tres elementos canónicos (árbol, casa y roca) figuran en forma simbólica. Abraham y Sara han desaparecido del cuadro. Sobre la mesa sólo una copa. La escena es ocupada casi en su totalidad por los tres ángeles.
Cambia también la misma intención del autor que, en los iconos tradicionales, presenta la acogida de Abraham a los tres ángeles que le visitan. Rublev, yendo más allá, contempla a Dios mismo en los tres ángeles y presenta el misterio de la Trinidad.
5.-Descripción del icono de Rublev
Es notable en este icono la impresión primera: las tres figuras parecen formar un círculo con sus cuerpos y en este espacio cerrado virtualmente toda una circulación de gestos, miradas y palabras no dichas se opera entre ellos.
Insensiblemente, el espectador se siente concernido por la figuración. Por un lado, las líneas de fuga, claramente determinadas por los escabeles de los pies de los angeles laterales, se cierran en él, según la perspectiva invertida de este género de cuadros. Pero, por otro, la mesa de la comida permanece abierta por el lado del espectador, convirtiendo a éste en el cuarto comensal, en la cuarta persona invitada a este diálogo trascendental.
Pintado entre los años 1422 y 1427, el icono original era muy grande, midiendo 141 x 112 cms (aproximadamente, una relación de 5 por 4). El icono está pintado al agua, con colorantes ligados con yema de huevo, según una técnica poco habitual todavía en su tiempo que mezclaba la yema de huevo con aceite y agua, y permitía obtener matices extraordinariamente delicados en el icono. El original se encuentra en la Galería nacional Tretiakov de Moscú.
No ha dejado de señalarse desde el principio la belleza, la finura y el dulzor de las miradas, la refinada armonía de los colores y la luminosidad que desprende todo él, la levedad espiritual del conjunto y el juego de figuras geométricas insinuadas.
5.1.-Figuras geométricas
Círculos, triángulos, cuadrados y líneas rectas,