Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

23 de noviembre de 2022

PALABRAS A VOLEO: ECONOMÍA

Palabras a Voleo: ECONOMÍA 

Martín Valmaseda-

No  hace falta rebuscar  en  la  etimología  griega  para  saber  lo  que  significa  economía.Todos  sabemos  que  ahí  se juega  lo  que podemos  comprar. Si  nuestra  economía nos  da  para  comprar  un automóvil  no  tenemos  ni  para  un  patinete, ese con  que  antes  jugaban  los niños  y  hoy  lo  usan  los  mayores  para  llegar a  tiempo  al  trabajo  porque  más  "económicos" y además  aparcan gratis )(económicamente) en  cualquier rincón.

El  problema  de  la  palabra  economía es  que no  se  dice igual  con el  estómago  lleno  que  cuando una  persona y  sus cuatro  hijos  llevan  tres  días  sin  comer. 

Por  eso  quien  inventó  esa frase (la  frase dice: es la  economía  imbécil) en una campaña  electoral  la  pudo  escribir  porque  el  había  comido de  sobra y al  decirla  demostraba  que  el  imbécil  era    él que  veía  el mundo sólo  través  de  su  egoísmo.

Nos  lo  va a explicar mejor nuestro  amigo  Antonio Zugasti  y a él  le  dejamos  la  palabra

No somos estúpidos


En la campaña electoral a la presidencia de los EE.UU., un asesor de  Bill Clinton acuñó la frase “Es la economía, estúpidos”, que se popularizó por todo el país, y le dio la victoria a Clinton, que centró su campaña en la economía. La frase se extendió internacionalmente y se ha repetido infinidad de veces como algo generalmente aceptado. Con ella se quiere indicar que la economía es lo fundamental en la vida humana, lo que más nos importa a los seres humanos, y, por tanto, si no nos damos cuenta de eso, es que somos estúpidos. El problema es que eso no es verdad.

La aceptación de este pensamiento es consecuencia de la introducción en la sociedad de la mentalidad y la cultura capitalista, para la cual sí es cierto que lo económico es lo básico para los seres humanos. Pero eso es la visión del Homo economicus, una figura concebida por los utilitaristas ingleses del siglo XIX, con John Stuart Mill a la cabeza, y supone una visión reduccionista de lo humano. Más allá  de lo económico existen unas aspiraciones y unos valores que guían nuestro comportamiento en ese terreno económico. En este fondo último de la humano encontramos el instinto de supervivencia, la búsqueda de la felicidad y las opciones éticas fundamentales de la persona.

Vivimos, y queremos seguir viviendo. La conocida frase: “La bolsa o la vida”, nos hace ver que, ante la amenaza de perder la vida, pocos dudarán en sacrificar la bolsa. Una persona tiene que sentirse muy desgraciada y sin esperanza para renunciar a la supervivencia. También es indudable que la búsqueda de la felicidad es un ansia universal en los seres humanos, y  que la cultura capitalista pone la felicidad en el consumo. Pero otros la ponen en los sitios más inesperados, u orientan toda su vida a conseguir una felicidad plena en el más allá, lo cual puede exigirles renunciar radicalmente a la riqueza. Pero nunca dejaremos de sentir el deseo de felicidad como la aspiración más profunda de la vida humana.

La dimensión espiritual de los seres humanos nos lleva al terreno insoslayable de las opciones éticas. Lo reconozcamos o no, todos tenemos unas opciones fundamentales en el terreno de lo ético y lo moral. Puede ser una opción en que predomine el egoísmo individualista, o una opción en que tenga un papel predominante la solidaridad. Una solidaridad que no nos obliga a dejar de buscar nuestra felicidad, pero que nunca sea a costa de la felicidad de los demás. Una felicidad para todos, para la comunidad humana de la que formamos parte.

Cuando vamos al terreno económico, llevamos en el fondo de nuestro espíritu unas líneas que nos orientan en un sentido u otro. Si buscamos nuestra felicidad en el consumo, nuestra visión de lo económico será radicalmente distinta de si ponemos la felicidad en nuestro desarrollo como personas, y en la satisfacción de un trabajo al servicio del bien común. Según  tengamos una opción fundamental por la solidaridad, o por el individualismo egoísta, (cosa que normalmente no reconoceremos, sino que diremos que es lo normal, lo que hace todo el mundo), nuestra forma de enfrentarnos a lo económico será muy distinta.

No somos estúpidos. Somos conscientes de que detrás de lo económico existen unos valores humanos que nos guían en todos los aspectos de nuestra vida, también en el económico. Lo estúpido es pensar que nos reducimos al Homo economicus, con la pobre visión de la humano que eso supone. Y los que proclaman que somos estúpidos por no poner la economía en el plano superior de nuestras vidas, lo que dejan muy claro es cuáles son sus opciones fundamentales y sus valores humanos, que son bastante rastreros.

 

Antonio Zugasti

Revista Utopía