Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

1 de diciembre de 2022

Adviento, realidad dinámica

Otro mundo es posible: 

Miguel Ángel Mesa

El Adviento no es un tiempo de expectativas, aguardando a que pase algo que nos sorprenda y nos alivie, a alguien que nos proteja del sufrimiento, de los sinsabores y la desilusión, y que nos guíe sin incertidumbre alguna, con ideas claras y brazo poderoso, concediéndonos lo que creemos que precisamos.

Todo lo contrario. Porque el Adviento es una realidad dinámica, un tiempo de espera activa, de construcción permanente, de anhelo afanoso ante la realidad de cada día, de ilusión renovada, paciente y confiada.

Una espera en rumoroso silencio, con la mirada puesta en nuestro interior, a nuestro alrededor y en el horizonte. En contemplación callada y profética. En permanente acción de gracias. Desde un compromiso vital junto a los más vulnerables y oprimidos, abiertos al encuentro, saliendo de nuestro confort para embarrarnos, cercanos siempre a quien está tirado, herido, marginado a la orilla del camino que recorremos cada día.

Pedimos en Adviento: ¡Ven, Jesús!, pero Jesús ya llegó, ya se hizo presente en nuestra historia, ya nos mostró la senda a recorrer, la buena noticia que vivir y transmitir con sus mismos sentimientos, que el Espíritu nos va sugiriendo a través de los acontecimientos y la realidad que nos rodea.

Sentimientos de humildad, sin creernos más y mejores que nadie, pensando que ya lo sabemos todo y que estamos en posesión de la verdad. Creciendo desde la duda y la búsqueda permanente.  Viviendo sencillamente y acallando la pasión por el consumo para que no nos domine. Esforzándonos siempre por lo colectivo, por lo comunitario, por el encuentro fraterno y festivo, por el decrecimiento personal para que otras personas crezcan y puedan vivir con dignidad.

Adviento, tiempo de cambio, de preparación, de atenta mirada, de dicha profunda. Abiertos a valorar todo lo nuevo, todo que nace para que la vida sea más bella, más justa y pacífica, más compasiva, más humana y, por lo tanto, más divina. Que nuestra mirada sea la del niño o la niña que aún espera a renacer desde dentro.


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