Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

15 de junio de 2023

EVANGELIO DOMINGO 18-Junio-2023(Mateo 9,36-10,8). Reflexiones Pagola

MISIÓN CURADORA


Al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor.

Entonces dijo a sus discípulos:

La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al señor de la mies que mande trabajadores a sus mies.

Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo, y su hermano Juan, Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo, Simón el fanático y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:

No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitar muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis (Mateo 9, 36- 10,8).

AUTORIDAD PARA CURAR LA VIDA

Jesús vivía muy atento a las personas necesitadas que encontraba en su camino. Mira al paralítico de Cafarnaún, a los dos ciegos de Jericó o a la anciana encorvada por la enfermedad, y se les conmueven las entrañas. No es capaz de pasar de largo sin hacer algo por aliviar su sufrimiento.

Pero los evangelios nos lo presentan, además, fijando con frecuencia su mirada sobre las << muchedumbres >>. Veía a las gentes con hambre o con toda clase de enfermedades y dolencias, y le sucedía siempre lo mismo: sentía compasión.

Había algo que le dolía de manera especial. Nos lo recuerda Mateo: <<Al ver las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor>>. Ni los representantes de Roma ni los dirigentes religiosos de Jerusalén se preocupan de aquella gente de pueblo.

De esta compasión nace su decisión de llamar a los << doce apóstoles >> para enviarlos a las << ovejas perdidas de Israel >>.

Para ello, el mismo les da <<autoridad>>. Es una << autoridad >> orientada a hacer el bien, << expulsando espíritus malignos >> y << curando toda enfermedad y dolencia >>.

La autoridad que hay en la Iglesia arranca y se basa en esta compasión de Jesús por el pueblo. Está orientada a curar, aliviar el sufrimiento y hacer el bien. Es un regalo de Jesús. Los que lo ejercen lo han de hacer << gratis >>, pues la Iglesia es un regalo de Jesús a la gente.

INTRODUCIR VIDA EN LA SOCIEDAD ACTUAL

El reino de Dios no es solo una salvación que comienza después de la muerte. Es una irrupción de gracia y de vida ya en nuestra existencia actual.

Hoy más que nunca deberíamos escuchar los creyentes la invitación de Jesús a poner nueva vida en la sociedad.

Se está abriendo un abismo inquietante entre el progreso técnico y nuestro desarrollo espiritual.

A bastantes se les ve empobrecido por su dinero y por las cosas que creen poseer. El cansancio de la vida y el aburrimiento se apoderan de muchos. Hay hombres y mujeres que viven perdidos, sin poder encontrar un sentido a su vida.

¿No estamos de nuevo ante hombres y mujeres << enfermos >> que necesitan ser curados, << muertos >> que necesitan resurrección. Hay personas que, en el fondo quieren volver a vivir.

Y solo hay un camino: aprender a amar. A los hombres de hoy no los va a salvar ni el confort ni la electrónica, sino el amor.

Si en nosotros hay capacidad de amar, la tenemos que contagiar. Se nos ha dado gratis y gratis lo tenemos que regalar de muchas maneras a quienes encontremos en nuestro camino.

PROGRAMA LIBERADOR

Muchos cristianos piensan estar viviendo su fe con responsabilidad porque se preocupan de cumplir determinadas prácticas religiosas y tratan de ajustar su comportamiento a unas leyes morales y unas normas eclesiásticas.

Asimismo, muchas comunidades cristianas piensan estar cumpliendo fielmente su misión porque se afanan en ofrecer servicios de catequesis y educación de la fe, y se esfuerzan por celebrar con dignidad el culto cristiano.

¿Es esto lo único que Jesús quería poner en marcha al enviar a sus discípulos por el mundo? ¿Es esta la vida que quería infundir en el corazón de la historia?

Necesitamos escuchar de nuevo las palabras de Jesús para redescubrir la verdadera misión de los creyentes en medio de esta sociedad.

Así recoge el evangelista Mateo su mandato: << y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis >>.

Nuestra primera tarea también hoy es proclamar que Dios está cerca de nosotros, empeñado en salvar la felicidad de la humanidad.

Pero este anuncio de un Dios salvador no se hace solo a través de discursos y palabras sugestivas. No se asegura solo con catequesis ni clases de religión. Jesús nos recuerda la manera de proclamar a Dios: trabajar gratuitamente por infundir a los hombres nueva vida.

<< Curar enfermos >>, es decir, liberar a las personas de todo lo que les roba vida y hace sufrir. Sanar el alma y el cuerpo de los que se sienten destruidos por el dolor y angustiados por la dureza despiadada de la vida diaria.

<< Resucitar muertos >>, es decir, liberar a las personas de aquello que bloquea sus vidas y mata su esperanza. Despertar de nuevo el amor a la vida, la confianza en Dios, la voluntad de lucha y el deseo de libertad en tantos hombres y mujeres en los que la vida va muriendo poco a poco.

<< Limpiar leprosos >>, es decir, limpiar esta sociedad de tanta mentira, hipocresía y convencionalismo. Ayudar a las gentes a vivir con más verdad, sencillez y honradez.

<< Arrojar demonios >>, es decir, liberar a las personas de tantos ídolos que nos esclavizan, nos poseen y pervierten nuestra convivencia. Allí donde se está liberando a las personas, allí se está anunciando a Dios.

MIRAR A LA GENTE COMO LA MIRABA JESÚS

El evangelista Mateo recoge esta observación de Jesús: << ). Una mirada clara permite que la luz entre dentro de nosotros y podamos actuar con lucidez.

La mirada de Jesús estaba llena de cariño, respeto y amor. <<Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas sin pastor>>. Sufría al ver a tanta gente perdida y sin orientación. Le dolía el abandono en que se encontraban tantas personas solas, cansadas y maltratadas por la vida.

Aquellas gentes eran víctimas más que culpables. Por eso inició un movimiento nuevo e inconfundible. Llamó a sus discípulos y les dio << autoridad >> no para condenar, sino para << curar toda enfermedad y dolencia >>.

En la Iglesia cambiaremos cuando empecemos a mirar a la gente como la miraba Jesús. Cuando veamos a las personas más como víctimas que como culpables, cuando nos fijemos más en su sufrimiento que en su pecado, cuando miremos a todos con menos miedo y más piedad.

Nadie hemos recibido de Jesús << autoridad >> para condenar, sino para curar. No nos llama Jesús a juzgar al mundo, sino a sanar la vida. Nunca quiso poner en marcha un movimiento para combatir, condenar y derrotar a sus adversarios. Pensaba en discípulos que miraran al mundo con ternura. Los quería ver dedicados a aliviar el sufrimiento e infundir esperanza. Esa es su herencia, no otra.

RECORDAR A LOS QUE SUFREN

Hace unos años volvía yo de Ruanda después de pasar allí la Navidad. Mientras volábamos de Kigali hacia Bruselas, un pensamiento ocupaba mi mente. Atrás quedaba el horror, la miseria y la muerte en esos pueblos de los Grandes Lagos de África. En Europa nos esperaba una sociedad obsesionada por su propio bienestar.

¿Cómo es posible que, a pocas horas de avión, estén muriendo esas gentes mientras nosotros vivimos aquí ajenos a todo lo que no sea nuestro interés? ¿Cómo podemos aguantar que el mundo << funcione >> así ?. Solo se me ocurría una explicación: nuestra increíble inconciencia.

Según el gran teólogo Johann Baptist Metz, lleva años advirtiendo que solo << el recuerdo del sufrimiento de los inocentes >> nos puede humanizar.

Según Metz, el sufrimiento de los inocentes desafía cualquier teoría del hombre, cualquier filosofía, política o religión que no lo tome en serio.

La única autoridad que nos juzga a todos es << la autoridad de los que sufren>>.

De ahí la importancia de escuchar no solo al que razona o al que ora, sino sobre todo al que sufre. Cuando se olvida el sufrimiento concreto de las personas, la humanidad corre peligro. Cuando la política utiliza el sufrimiento humano como estrategia, degrada su propia causa. Cuando la religión vive de espaldas a los que padecen, se deshumaniza. Cuando la Iglesia no se acerca a ellos, se aleja del Crucificado.

El evangelio nos recuerda que Jesús dedicaba su tiempo y sus fuerzas no solo a predicar en las sinagogas, sino a liberar del sufrimiento y de la enfermedad a los doblegados por el mal.

Por eso, al confiar a sus discípulos la tarea de la evangelización, no les manda solo a predicar, sino quitar sufrimiento. << Id y proclamad que el reino de Dios está cerca. Curad enfermos, resucitar muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis >>.

José Antonio Pagola

Colaboración de Juan García de Paredes.