Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

10 de julio de 2020

Los zapatos misteriosos y solidarios. Capítulo 2

Los Zapatos Misteriosos y Solidarios


Les recuerdo que este libro no es un libro; es una continuación de un cuento llamado Los Zapatos de Ninguna Parte. Al decir que esto no es un libro, exagero; quiero decir que no es un cuento ni novela sino una historia real que tampoco lo es, sino algo que quería ser historia real pero no puede serlo porque le faltan medios para serlo, para ser realidad los proyectos pendientes y así lograr conseguir fondos para el “viaje” de Acción Marianista y llegar antes a los 90.000 km. (lo que equivale a 90.000 euros.) Todo esto para unirnos a la campaña iniciada por Acción Marianista !Sumando kilómetros! para que se puedan cumplir con los compromisos económicos adquiridos con las personas vulnerables que participan de los proyectos 2020. Ver proyecto>> Sumando kilómetros.

Si no has leído el capítulo anterior este es el enlace >>>Capítulo1
Vamos entonces a la segunda parte de 


Los Zapatos Misteriosos y Solidarios


Capitulo 2:Fin de la duda
Buenos días.
Toribio se levantó con la misma duda albanesa de la noche anterior, pero con la seguridad de que los zapatos no le iban a fallar y que él tenía que ir a Albania para ayudar a los músicos de aquí y a los rom de allí, porque para eso eran pobres preferidos de Dios como tanto había oído decir a los curas (aunque a veces no se notaba demasiado).

Guardó los zapatos ”invi” en su mochila, se guardó en el bolsillo la dirección de Pedro y salió.




Tuvo que cruzar buena parte de la ciudad hasta llegar a una calle con mucha circulación. Miraba el papel: calle Fráncisco Silvela y los portales hasta llegar al 71. Aquí. Subió al tercero. Una puerta con varios letreros de oficinas, uno de ellos ACCIÓN MARIANISTA (“yo pensé que sería un hotel barato donde estaban los gitanitos”- se dijo Toribio). Cuando le abrió una de las jóvenes gitanas, comprendió que aquello seguía siendo una tribu urbana. Realmente eran oficinas pero los romanís se habían alojado con sacos de dormir y mantas por todos los rincones. En ese momento estaban tomando café y unas pastas…

Salió Pedro al que se veía, no sólo como chófer sino como jefe de la expedición y pronto comprendió Toribio que aquellos gitanos eran difíciles de engañar. Se habían informado bien de quién era Toribio y su familia y justamente se pusieron delante de su casa familiar porque conocían su buena voluntad y querían pedir su ayuda. No conocían nada de sus misteriosos zapatos pero sabían que algo podría hacer cuando se ofreció tan decidido.

En una alegre y breve conversación le dieron a Toribio un sobre cargado de billetes. El joven los contó delante de ellos y ellos le dieron la dirección de Fundación Santa Maria en Lezhë.

Prudentemente no les dijo nuestro amigo volador si era él o algún amigo quien iba a hacer el recado. Pero, con la rapidez que se encargó del mensaje quedaron con la idea de que algún aviador conocido tenía que viajar por allí, y le llevaría.

Volvió a casa Toribio, hizo una pequeña mochila como si fuera a la Pedriza de Madrid, les dejó un mensaje a la familia, se puso los “invis”, les dio una palmadita y les dijo: ”compañeros nos vamos para… Albania”. Y desapareció...