Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

15 de agosto de 2020

Reflexión del Padre Nuestro


El Padre Nuestro – Santificado sea tu nombre

¿ Que significado tiene << santificado sea tu nombre >> ?

Quiere decir que Dios sea respetado, venerado y honrado como quien es: el Santo, el misterio impenetrable, fascinador y tremendo al mismo tiempo; como quien es Yavé ( Soy el que soy ), quien nos acompaña y asiste; como quien es Abba, Padre bondadoso, cercano y distante, absolutamente inmanejable por los intereses humanos. Lo menos que podemos hacer ante Dios es reconocer su alteridad: no es hombre, no se mueve en el horizonte de nuestro pensar, sentir y obrar; él es el Otro, y en cuanto tal es nuestra raíz, nuestro origen y nuestro futuro. No reconocer a uno en lo que es ( diferente de nosotros ), reducirle a un satélite de nuestro yo, a un prolongamiento de nuestros deseos…. equivale a << ofenderle profundamente >>.


No santificamos el nombre de Dios cuando le consideramos como un tapagujeros de los fracasos humanos, invocado y recordado sólo cuando necesitamos su ayuda en la zozobra de nuestros deseos infantiles. No veneramos así a Dios, sino a nuestro yo, poniendo a aquél al servicio de nuestros intereses.

No se santifica el nombre de Dios levantando templos, elaborando discursos místicos, garantizando su presencia oficial en la sociedad mediante los símbolos religiosos. Todo eso santifica su nombre santísimo sólo en la medida en que tales expresiones descubren un corazón donde se asienta la justicia y se busca la perfección. Justo en estas realidades habita Dios; ellas son el verdadero templo en que no hay ídolos.

Santificamos el nombre de Dios cuando con nuestra vida , con nuestra actitud solidaria, ayudamos a construir relaciones humanas más ecuánimes y más santas, que impiden la violencia y la explotación del hombre por el hombre. Dios sufre violación siempre que se viola su imagen y semejanza, que es el ser humano; y en cambio recibe glorificación cuando se restituye la dignidad humana al expropiado o violentado.



Santifica a Dios en la palestra de la historia quien se pone al lado de los oprimidos para luchar por su libertad cautiva; santifica el nombre santísimo del Padre quien se solidariza con las clases subalternas entrando en el conflictivo proceso social y ayudando, sin odios disgregadores, a crear lazos más fraternos en el tejido social.


No son pocos los cristianos, especialmente en las comunidades eclesiales de base, que intentan esta nueva santificación del mundo.

Es importante que en el mundo se tenga conciencia de la verdadera realidad divina, que los hombres articulen un planteamiento religioso evocador y comunicador de que Dios es, en fin de cuentas, el origen, el sentido y el futuro absoluto de todas las cosas. Santificar el nombre del Padre es la tarea primordial de la comunidad de los seguidores de Jesús, la Iglesia.

La petición << santificado sea tu nombre >> entraña además un elemento << escatológico >>. El hombre constata históricamente que se le escapa la construcción de un mundo santo, perfecto, justo y puro. Lo que más deseamos es justicia, paz y amor; pero estas cualidades no acaban de establecerse en la tierra.

Por eso la petición se transforma en una súplica para que Dios mismo haga lo que la historia es incapaz de producir: la santidad de los hombres y de la sociedad. << Dios mismo debe santificar su propio nombre >>. A él le pedimos que se manifieste y revele su omnipotencia libertadora y su gloria deslumbrante.

<< No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por vosotros en las naciones donde fuisteis ( Ez 36,22 ) >>. Este acontecimiento significará el término escatológico de la historia.

Entonces Dios será realmente Dios, y nosotros sus hijos. Y todos cantaremos y glorificaremos y ensalzaremos: << Que grande es Dios en medio de nosotros (Is 12,6 ) >>.

Ya no se suplicará más << santificado sea tu nombre >>, pues éste será santo para siempre.

Leonardo Boff