Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

28 de agosto de 2020

Y llegaron las Magdalenas


Y LLEGARON LAS MAGDALENAS



Hoy se juntaron las Magdalenas,
caminaban presurosas, buscaban en baúles,
trastos viejos, debajo de las piedras,
en pergaminos, algún vestigio de objetos,
que declararan su felicidad de estar allí juntas.

Llegaron las obreras recordando las largas jornadas,
trabajando al frente de una máquina,
de pie con su circulación en vilo,
con el agotamiento de la pesadumbre por la injusta paga,
pero pensando en la tarde que les aguardaba para la juntanza.


También llegaron las agricultoras,
cargadas de frutas y hortalizas de muchos colores y olores,
impregnando todo el espacio,
nos recordaron el papel tan importante de ellas,
mujeres hacedoras de historia,
conservadoras de vida,
las semillas que se hacen historia y se hacen alimento,
ellas que guardan memorias de alegrías y tristezas.


Hicieron presencia las maestras,
de manera discreta hacen reverencia a las compañeras ya presentes,
traen papeles, letras, cuentos, historias, juegos
y también nos traen las palabras y la paciencia
que convoca a romper la ignorancia.

Las poetas irrumpen en el salón
y con frases que acarician las letras, los sentimientos, los colores
y dan forma a las múltiples maneras de contar y dibujar las cosas,
a veces con ternura,
en otras ocasiones con recetas de rebeldía,
imponiendo la dignidad y la resistencia.

Bien llegadas son las sanadoras, artemisas de ilusión,
ellas también usan las palabras, las yerbas, las aguas, el fuego,
las piedras y las caricias,
sus cuencos están llenos de pócimas
prestas para arrullar nuestros cuerpos
y con un sana que sana, lamen y besan nuestras heridas,
esas que solo las Magdalenas reconocen,
porque las llevan por siglos en el corazón,
tatuadas por el trasegar de sus pasos
en el vivir de muchas mujeres.

Presurosas llegan ellas, las llamadas Brujas,
abren sus sacos llenos de pedacitos de rocas,
palitos, flores, lágrimas, risas y esperanzas
y conjura en contra de la injusticia,
la tristeza y el miedo, y convoca la alegría,
la sororidad, la esperanza y el amor,
el amor que todo lo puede
y lo trae de generaciones antiguas y futuras;
con cuidado embalsaman sus tenues fisuras
con aceites de paciencia y templanza.

Aparecen de manera reservada las científicas,
con aparatos y largos informes,
con la duda metódica observándolas,
ellas con sus sabias miradas nos invitan a explorar,
a buscar nuevos caminos, nos exhortan a dudar
y a cuestionar lo que nos vende el sistema.

Llegaron las Magdalenas Madres,
sofocadas por sus arduas tareas,
nos cuentan historias de trasnochos y aventuras de pantano,
nos hablan de cuidados y arrullos,
nos hablan de la vida.

Aparecen las muchachas que decidieron Maternar las luchas,
las noches y las primaveras,
están allí agitando pañuelos verdes y morados,
están tan presentes que se nos meten en las pupilas,
nos convocan y nos remiten a pensar en las niñas.

Al fin las Magdalenas estaban juntas,
se miraron con ojos vibrantes de reverencia,
abrazaron sus luchas,
reconocieron sus habilidades, sus dones;
pusieron de frente sus brazos
y recogieron los suspiros y promesas del último encuentro,
y de nuevo se prometieron apoyo
y declararon felicidad por estar juntas y reconocerse,
aún sigue siendo un acto de rebeldía y resistencia,
imponerse a estar allí, mirándose,
cantando y bailándole a la vida.

Ya todo está dispuesto,
el aquelarre no se detiene,
las Magdalenas están juntas,
arropan la memoria de quienes no llegaron
y guardan trozos de esperanza para su felicidad.



MARÍA EUGENIA BETANCUR,
Círculo de Espiritualidad María de Magdala,
mbetancurp@hotmail.com

SANTIAGO DE CALI (COLOMBIA).
ECLESALIA, 31/07/20.-