Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

8 de julio de 2021

El Evangelio domingo 11 de julio y reflexión de J. A. Pagola

ENVIADOS A EVANGELIZAR

Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. (Marcos 6, 7-13)

ESTILO DE VIDA DEL EVANGELIZADOR

Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión deberán cuidar su estilo de vida.

En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿Cuál es su autoridad?. Jesús <<les da autoridad sobre los espíritus inmundos>>. No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Les da autoridad para liberarlas del mal.

Se abrirán paso en la sociedad no utilizando un poder dominador, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento y haciendo crecer la libertad y la fraternidad.

Solo llevarán <<bastón>> y <<sandalias>>. Jesús los imagina como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. No llevarán <<ni pan, ni alforja, ni dinero>>. Jesús no está pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su propio bienestar.

Vestirán con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas, como los sacerdotes del templo.

¿Nos atreveremos algún día a hacer en el seno de la Iglesia un examen colectivo para dejarnos iluminar por Jesús y ver cómo nos hemos ido alejando de su espíritu casi sin darnos cuenta?

 

LO QUE NO HEMOS DE LLEVAR

Cuando Jesús envía a sus discípulos a prolongar su misión, no piensa en lo que han de llevar consigo, sino precisamente en lo contrario: lo que no han de llevar.

Jesús pide a sus discípulos que no tomen consigo dinero ni provisiones. El <<mundo nuevo>> que él busca no se construye con dinero. Su proyecto no lo sacarán adelante los ricos, sino gente sencilla que sepa vivir con pocas cosas, porque ha descubierto lo esencial: el reino de Dios y su justicia.

Sus seguidores irán descalzos, como las clases más oprimidas de Galilea. La gente los han de ver identificados con los últimos. Si se alejan de los pobres, no podrán anunciar la Buena Noticia de Dios, el Padre de los olvidados.


SIN PODER

No le va a ser fácil a la Iglesia aprender a <<vivir en minoría>> en medio de una sociedad secularizada y pluralista. Después de haber sido la religión oficial del Imperio romano y haber ejercido durante siglos un poder hegemónico, no acierta a caminar sin el apoyo de algún <<poder>> que le permita actuar desde un nivel de superioridad o privilegio.

Sin embargo, es bueno para la Iglesia ir perdiendo poder económico y político, pues ese despojamiento la va acercando de nuevo hacia el espíritu del movimiento que puso en marcha Jesús.

Jesús no quiso dejar el evangelio en manos del dinero. Sus seguidores no han de <<acumular tesoros en la tierra>>Tarde o temprano, el dinero se convierte en signo de poder, de seguridad, de ambición y dominio sobre los demás.

El poder suele ir acompañado de autoritarismo impositivo y no es capaz de cambiar los corazones. Jesús cree en el servicio humilde de los que buscan una sociedad mejor para todos.

Por eso no quiso dejar el evangelio en manos del poder. En su comunidad <<quien quiera>> ser el mayor se ha de hacer servidor>>.

Jesús no encumbra a sus discípulos dándoles poder sobre los demás. Desde el poder no se puede impulsar la transformación evangélica que necesitamos en la Iglesia.


CON POCAS COSAS

Pocos relatos evangélicos nos descubren mejor la intención original de Jesús que este que nos presenta a Jesús enviando a sus discípulos de dos en dos, sin alforjas, dinero ni túnica de repuesto.

Aquí hay algo que no podemos eludir. El evangelio es anunciado por aquellos que saben vivir con sencillez. No son los poderosos, los financieros, los tecnócratas, los grandes estrategas de la política los que van a construir un mundo más humano.

Esta sociedad necesita como nunca el impacto de hombres y mujeres que sepan vivir con pocas cosas. Creyentes capaces de mostrar que la felicidad no está en acumular bienes.

Quienes viven una vida sencilla y una solidaridad generosa son los que mejor predican hoy la conversión que más necesita nuestra sociedad.


¿SIN APOYO SOCIAL?

¿Cómo podría la Iglesia recuperar su prestigio social y ejercer de nuevo aquella influencia que tuvo en nuestra sociedad hace solamente algunos años?

Lo importante no es un equipamiento que nos dé seguridad, sino la fuerza del evangelio vivido con sinceridad, pues el evangelio penetra en la sociedad no tanto a través de medios eficaces de propaganda, sino por medio de testigos que viven fielmente el seguimiento a Jesucristo.



Son necesarias en la Iglesia la organización y las estructuras, pero solo para sostener la vida evangélica de los creyentes. Una Iglesia cargada de excesivo equipaje corre el riesgo de hacerse sedentaria y conservadora. A la larga se preocupará más de abastecer a sí misma que de caminar libremente al servicio del reino de Dios.

Una Iglesia más desguarnecida, más desprovista de privilegios y más empobrecida de poder socio-político será una Iglesia más libre y más capaz de ofrecer el evangelio en su verdad más auténtica.

 

José Antonio Pagola