Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

30 de julio de 2021

Evangelio domingo 1 de agosto y reflexión de J. A. Pagola

 

      CREER EN JESÚS

 


En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago le preguntaron:

Maestro, ¿cuándo has venido aquí ?

Jesús les contestó:

Os lo aseguro: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna; el que os dará el Hijo del hombre, pues a este lo ha sellado el Padre, Dios.

Ellos le preguntaron:

¿Cómo podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?

Respondió Jesús:

Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado.

Ellos le replicaron:

¿Y qué signo vemos que haces tú para que creamos en ti?

Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: <<Les dio a comer pan del cielo>>.

Jesús le replicó:

Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.

Entonces le dijeron:

Señor, danos siempre de ese pan.

Jesús les contestó:

Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed (Juan 6, 24-35).


EL CORAZÓN DEL CRISTIANISMO

La gente necesita a Jesús y lo busca. Hay algo en él que los atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo buscan ni para qué.

La gente intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben que hacer ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas palabras: <<¿Y qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?>>.

La respuesta de Jesús toca el corazón del cristianismo: <<La obra (¡en singular!) que Dios quiere es esta: que creáis en el que él ha enviado>>.

Después de veinte siglos de cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y originalidad de la Iglesia están en creer en Jesucristo y seguirlo?.  La fe cristiana no consiste en ir cumpliendo correctamente un código de prácticas y observancias nuevas,superiores a las del Antiguo Testamento. No.

La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús, el Enviado del Padre.

Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.

Para subsistir en medio de la sociedad laica, las comunidades cristianas necesitan cuidar más que nunca la adhesión y el contacto vital con Jesús, el Cristo.

 

COMO CREER EN JESÚS

Jesús les dice que no trabajen por cualquier cosa, que no piensen solo en un <<alimento perecedero>>. Lo importante es trabajar teniendo como horizonte <<la vida eterna>>.

<<Creer en Jesús>> no es una experiencia teórica, un ejercicio mental. No consiste simplemente en una adhesión religiosa. Es un <<trabajo>> en el que sus seguidores han de ocuparse a lo largo de su vida. Creer en Jesús es algo que hay que cuidar y trabajar día a día.

Su manera de vivir a Dios como Padre, su forma de reaccionar siempre con misericordia, su empeño en despertar esperanza es lo mejor que puede hacer el ser humano.

<<Creer en Jesús>> es vivir y trabajar por algo último y decisivo: esforzarse por un mundo más humano y justo. Y hacer todo esto sabiendo que nuestro pequeño compromiso, siempre pobre y limitado, es el trabajo más humano que podemos hacer.

Por eso, desentendernos de la vida de los demás, ignorar el sufrimiento de la gente que encontramos en nuestro camino…. son actitudes que indican que no estamos <<trabajando>> nuestra fe en Jesús.

 

NO BASTA LO EFÍMERO

Ya no son las religiones ni los pensadores los que marcan las pautas de comportamiento o el estilo de vida. La <<nueva sociedad>> está dirigida cada vez más por la moda consumista.

Un individuo sin ideales ni aspiraciones, ocupado sobre todo en disfrutar, tener cosas, estar en forma, vivir entretenido y relajarse. Un individuo más interesado en conocer el parte meteorológico del fin de semana que el sentido de su vida.

No hemos de demonizar esta sociedad. Lo malo es quedarnos vacíos por dentro, atrapados solo por <<necesidades superficiales>>.

No es superfluo recordad en nuestra sociedad la advertencia de Jesús: <<Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna>>.

<<El hombre actual se caracteriza por la vulnerabilidad>>. Cuando el individuo se alimenta  solo de lo efímero, se queda sin raíces ni consistencia interior.

Es fácil caer en la depresión o el sinsentido. Sin alimento interior la vida corre peligro. No se puede vivir solo de pan. Se necesita algo más.

 

NOSTALGIA DE ETERNIDAD

Cuando observamos que los años van deteriorando nuestra salud y que también nosotros nos vamos acercando al final de nuestros días, algo se rebela en nuestro interior. ¿Por qué hay que morir, si desde lo hondo de nuestro ser algo nos dice que estamos hechos para vivir ?.

Siempre ha sentido el ser humano nostalgia de eternidad. Hoy se intenta por todos los medios detener el tiempo dando culto a lo joven. El hombre moderno no cree en la eternidad, y por eso mismo se esfuerza en eternizar un tiempo privilegiado de su vida actual. No es difícil ver como el horror al envejecimiento y el deseo de agarrarse a la juventud llevan a veces a comportamientos cercanos al ridículo.

El evangelio nos invita a << trabajar por un alimento que no perece, sino que perdura dando vida eterna>>. El creyente se preocupa de alimentar lo que en él hay de eterno, arraigando su vida en un Dios que vive para siempre y en un amor que es <<más fuerte que la muerte>>.

 

SUGERENCIAS PARA ENCONTRARNOS CON DIOS

Hay personas que desean sinceramente encontrar a Dios, pero no saben qué camino seguir.

Si buscas a Dios, antes que nada deja de temerlo. Hay personas que, en cuanto oyen nombrar a Dios, comienzan a pensar en sus miserias y pecados. Esta clase de miedo a Dios te está alejando de él. Dios te conoce y te quiere. Él sabrá encontrar el camino para entrar en tu vida, por mediocre que seas.

No tengas prisa. Actúa con calma. Tú camina despacio. Descubre humildemente tu pobreza y necesidad de Dios. Él no está al final de no sé que esfuerzos. Está ya junto a ti, deseando hacerte vivir.

No tienes necesidad de ocultar tus heridas ni tu desorden. Pregúntate sinceramente: ¿qué ando buscando en la vida? ¿Por qué no hay paz en mi corazón? ¿Qué necesito para vivir con más alegría?. Por ahí encontrarás un camino hacia Dios.

Busca en la Biblia el libro de los Salmos y comienza a recitar despacio alguno de ellos. Párate solo en aquellas frases que te dicen algo. Pronto descubrirás que los salmos reflejan tus sufrimientos y tus gozos, tus anhelos y tu búsqueda de Dios. Cuando hayas aprendido a saborearlos, ya no los dejarás.

Toma el evangelio en tus manos. No es un libro más. Ahí encontrarás a Jesús: él es el verdadero camino que te llevará a Dios.

Si eres constante y sigues alimentando tu vida en esos evangelios que te conducen a Jesús, un día descubrirás cuanta verdad encierran sus palabras: <<Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed>>.


José Antonio Pagola