Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

12 de junio de 2025

102 COMUNICADO CÍRCULO DE SILENCIO

   11 DE JUNIO DE 2025. 

Comenzamos nuestro círculo de Silencio desempolvando la ILP, que son las siglas de la INICIATIVA LEGISLATIVA POPULAR, que propone la tramitación para regularizar de forma extraordinaria a los extranjeros que se encuentran en situación irregular en España. Esta iniciativa, refrendada por 612.000 firmas y más de 900 organizaciones sociales, permanecía estancada en el Congreso desde que empezó su tramitación en abril de 2024 con los votos de todos los partidos de esa Cámara a excepción de Vox. Si sale adelante, será la séptima gran regularización desde 1986 y la primera desde 2005.

El gobierno quiere acelerar el proceso. El 20 de mayo del presente año, seis meses después de su publicación en el BOE, entró en vigor un nuevo Reglamento de Extranjería.  Unas nuevas condiciones que en principio vienen a mejorar las condiciones para la regularidad documental, y por consiguiente, un avance para la mayoría de los extranjeros residentes en España. El Gobierno apostaba por este reglamento para facilitar el paso de decenas de miles de inmigrantes hacia la integración legal en la sociedad. Sin embargo, no fue tan benévola para otros tantos miles de personas migrantes, especialmente solicitantes de asilo, cuyas solicitudes están siendo rechazadas. Así pues, el interés por agilizar la iniciativa legislativa popular es que la regularización extraordinaria sirva para rescatar los casos en los que el nuevo Reglamento resulta perjudicial.

Son tiempos difíciles para las personas migrantes, por la ola de racismo y xenofobia que algunos partidos políticos populistas intentan inocular, y a pesar de todo se apuesta por la regularización extraordinaria de alrededor de 400.000 personas, todas aquellas que llegaron a España antes de 2025.

Esta pretendida regularización extraordinaria no es más que una respuesta a una necesidad expresada desde todos los ámbitos de la sociedad: organizaciones patronales, sindicatos, ONG o la Conferencia Episcopal. Pesa también el ejemplo de la regularización extraordinaria de los extranjeros afectados por la Dana de Valencia, que, pese a sus dificultades de aplicación, supone un éxito social sin demasiada contestación política.

Además de tratarse de proteger por ley la dignidad y los derechos de miles de personas, la iniciativa tiene una vertiente claramente pragmática: la realidad es que la economía española sigue necesitando la inmigración para mantener su ritmo de crecimiento. Según un reciente estudio del Banco Central Europeo, el 80% del incremento del PIB de los últimos cinco años en España ha sido impulsado por los trabajadores venidos de fuera. Es una constatación que, sin duda ha pesado mucho a la hora de impulsar la tramitación de la ILP, por mucho que los vientos que soplan en Bruselas vayan en dirección contraria.

España no es inmune a la retórica ultra que rechaza la inmigración por considerarla, sin que lo avale dato alguno, una amenaza. Pero corresponde a los gobiernos, en todos los países, responder con los hechos y trabajar por contrarrestar las percepciones falsas. La aportación humana y económica de la comunidad inmigrante en España es netamente positiva. Como sociedad y como Estado, reconocer legalmente esa contribución es, sencillamente, un deber.

Supondría la salida a la luz de innumerables trabajos que ahora desarrollan las personas migrantes en economía sumergida, y que vendrían a sumar a las arcas de la Seguridad Social, para pagar las pensiones de una sociedad española envejecida.  La cotización de estas personas es la esperanza para seguir manteniendo el estado de bienestar, sustentado fundamentalmente por la salud, la educación y las pensiones.

Por otro lado, no queremos terminar sin recordar que el 24 de junio de 2022 alrededor 2.000 personas, en su mayoría de origen sudanés, trataron de cruzar la frontera entre España y Marruecos por el puesto fronterizo de Barrio Chino, en un intento desesperado por huir de las guerras y la hambruna que en aquellos tiempos y ahora se estaban produciendo en sus país. Tras la intervención de las fuerzas policiales a ambos lados de la frontera al menos 37 personas fallecieron y el número de desaparecidas sería al menos 76.

La policía española devolvió al menos a 470 personas de forma sumaria y sin garantías a Marruecos, como acredita la investigación del Defensor del Pueblo. Durante horas, cientos de personas heridas permanecieron en el puesto fronterizo, sin recibir ningún tipo de asistencia sanitaria, y a pesar de que al menos una ambulancia de Cruz Roja estaba en la zona, no se requirió que interviniese. En el lado marroquí, las ambulancias no llegaron hasta dos horas después de todo lo sucedido. Algunas de las personas heridas permanecieron allí hasta 10 horas sin recibir ningún tipo de atención médica o sanitaria.

Posteriormente, alrededor de 500 personas fueron trasladadas en autobuses a zonas remotas de Marruecos, donde las despojaron de sus posesiones y las abandonaron al borde de la carretera sin atención médica. Algunas de ellas habrían sido trasladadas por la fuerza a más de 1.000 kilómetros de la frontera.

Amigos, comienza nuestro TIEMPO DE SILENCIO.

MESA DIOCESANA DE ATENCIÓN Y ACOGIDA DE MIGRANTES Y REFUGIADOS

DE CÁDIZ Y CEUTA.

Colaboración de Juan García de Paredes.