Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

7 de julio de 2022

EVANGELIO DOMINGO 10-Julio-2022 (LC-10, 25-37).

 

                                           AMOR COMPASIVO

 


En aquel tiempo se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:

Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

Él le dijo:

¿Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?

El letrado contestó:

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.

Él le dijo:

Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.

Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús:

¿Y quién es mi prójimo?

Jesús dijo:

Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él, y al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: <<Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta>>. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?

El letrado contestó:

El que practicó la misericordia con él.

Le dijo Jesús:

Anda, haz tú lo mismo (Lucas 10, 25-37).

 

LOS HERIDOS DE LAS CUNETAS

La parábola del <<buen samaritano>> le salió a Jesús del corazón, pues caminaba por Galilea muy atento a los mendigos y enfermos que veía en las cunetas de los caminos. Quería enseñar a todos a caminar por la vida con <<compasión>>, pero pensaba sobre todo en los dirigentes religiosos.

Llega un sacerdote y luego un levita. Ambos pertenecen al mundo oficial del templo. Son personas religiosas. Sin duda se apiadarán de él.

No es así. Al ver al herido, los dos cierran sus ojos y su corazón. Para ellos es como si aquel hombre no existiera: <<Dan un rodeo y pasan de largo>>, sin detenerse. Ocupados en su piedad y su culto a Dios, siguen su camino. Su preocupación no son los que sufren.

En el horizonte aparece un tercer viajero. No viene del templo ni pertenece siquiera al pueblo elegido. Es un despreciable <<samaritano>>. Se puede esperar de él lo peor.

Sin embargo, al ver al herido <<se le conmueven las entrañas>>.

Es difícil imaginar una llamada más provocativa de Jesús a sus seguidores, y de manera directa a los dirigentes religiosos.

Si a la Iglesia no se le conmueven las entrañas ante los heridos de las cunetas, lo que haga y lo que diga será bastante irrelevante.

Solo la compasión puede hacer hoy a la Iglesia de Jesús más humana y más creíble.

 

HAZ TÚ LO MISMO

<< ¿Y quién es mi prójimo?>>. Es la pregunta de quien se preocupa de cumplir la Ley. Le interesa saber a quien debe amar y a quién puede excluir de su amor. No piensa en los sufrimientos de la gente.

Jesús, le responde con un relato que denuncia de manera provocativa todo legalismo religioso que ignore el amor al necesitado.

<<Por casualidad>> aparece por el camino un sacerdote. El texto indica que es por azar, como si nada tuviera que hacer allí un hombre dedicado al culto. Lo suyo no es bajar hasta los heridos que están en las cunetas. Su lugar es el templo. Su ocupación, las celebraciones sagradas. Cuando llega a la altura del herido <<lo ve, da un rodeo y pasa de largo>>.

Un levita del templo que pasa junto al herido <<hace lo mismo>>. Es más bien la tentación que acecha a quienes se dedican al mundo de lo sagrado: vivir lejos del mundo real donde la gente lucha, trabaja y sufre.

Según Jesús, no son los hombres del culto los que mejor nos pueden indicar como hemos de tratar a los que sufren, sino las personas que tienen corazón.

Por el camino llega un samaritano. No viene del templo. Pero, cuando ve al herido, no se pregunta si es prójimo o no. Se conmueve y hace por él lo que puede. Es a este a quien hemos de imitar. Así dice Jesús al legista: <<Vete y haz tú lo mismo>>.

¿A quién imitaremos al encontrarnos en nuestro camino con las víctimas más golpeadas por la crisis económica de nuestros días?

 

IGLESIA SAMARITANA

Desde la fe cristiana hemos de decir que la misericordia es la única reacción verdaderamente humana ante el sufrimiento ajeno que, una vez interiorizada, se convierte en principio de actuación y de ayuda solidaria a quien sufre.

Por eso el teólogo Jon Sobrino comenzó a hablar hace bastantes años del <<principio misericordia>>, presentándolo no como una virtud más, sino como la actitud radical de amor que ha de inspirar la actuación del ser humano ante el sufrimiento del otro.

El relato del <<buen samaritano>> no es una parábola más, sino la que mejor expresa, según Jesús, qué es ser verdaderamente humano. Esta es la única manera de ser humano: reaccionar con misericordia.

La misericordia es el principio fundamental de la actuación de Dios, y lo que configura toda la vida, la misión y el destino de Jesús.

Una Iglesia verdadera es ante todo una Iglesia que <<se parece>> a Jesús. Y una Iglesia que se parece a Jesús tendrá que ser necesariamente una <<Iglesia samaritana>>, que reacciona ante el sufrimiento de las gentes con misericordia.

Si quiere parecerse a Jesús, la Iglesia ha de releer la parábola del <<buen samaritano>>.

 

OTRA MANERA DE VIVIR

Según Jesús, lo importante en la vida no es teorizar mucho o discutir largamente sobre el sentido de la existencia, sino caminar como el samaritano: con los ojos abiertos para ayudar a cualquier persona que nos puede estar necesitando.

Esta es la verdadera conversión que necesitamos. La de acercarnos más a las personas que vamos encontrando en la vida para ofrecerles amistad fraterna y ayuda solidaria.

Por el contrario, nuestra vida va adquiriendo un color y una alegría diferentes cuando somos capaces de ir renunciando a intereses egoístas para atrevernos a actuar de manera más fraterna y solidaria.

En nuestra vida cotidiana, a veces tan mediocre y vulgar, puede acontecer todavía <<el milagro de la fraternidad>>. Basta que nos atrevamos a renunciar a pequeñas ventajas y empecemos a acercarnos a las personas con los ojos y el corazón del samaritano.

 

SIN RODEOS

Cuántos rodeos para evitar a quienes nos resultan molestos o incómodos. Cómo apresuramos el paso para no dejarnos alcanzar por quienes nos agobian con sus problemas, penas y sinsabores.

Se diría que vivimos en actitud de guardia permanente ante quien puede amenazar nuestra felicidad.

Qué actualidad cobra la <<parábola del samaritano>> en esta sociedad de hombres y mujeres que corren cada uno a sus ocupaciones, se agitan tras sus propios intereses y gritan cada uno sus propias reivindicaciones.

Según Jesús, solo hay una manera de <<ser humano>>. Y no es la del sacerdote o el levita, que ven al necesitado y <<dan un rodeo>> para seguir su camino, sino la del samaritano, que camina por la vida con los ojos y el corazón bien abiertos para detenerse ante quien puede necesitar su ayuda.

Quien ha comprendido la fraternidad cristiana sabe que todos somos <<compañeros de viaje>> que compartimos la misma condición de seres frágiles que nos necesitamos unos a otros.

Quien vive atento al hermano necesitado que encuentra en su camino descubre un gusto nuevo a la vida. Según Jesús, <<heredará vida eterna>>.

 

José Antonio Pagola

Colaboración de Juan de la Cruz