Fue instituida para conmemorar la aparición de la
Virgen, el 16 de julio de 1251, a San Simón Stock.
En el Primer Libro de los Reyes se cuenta que el
profeta Elías se reunió en el monte Carmelo con algunos hombres para defender la
pureza de la fe de su pueblo, y ganó un desafío contra los sacerdotes del ídolo
Baal. Además, según la tradición, la Sagrada Familia se detuvo en este
monte a su regreso de Egipto.
Inspirándose en Elías, se establecieron en el monte Carmelo grupos de monjes que seguían la regla de San Basilio; se encuentran testimonios de ello en el s. XI, cuando los cruzados llegaron al lugar. Hacia 1154, el noble francés Berthold, que había llegado a Palestina con su primo Aimerius de Limoges, patriarca de Antioquía, se retiró al monte Carmelo, y decidió reunir a los ermitaños para que hicieran vida cenobítica. Los religiosos construyeron una pequeña iglesia en medio de sus celdas, dedicándola a la Virgen María, y tomaron el nombre de Hermanos de Santa María del Monte Carmelo. La orden del Carmelo adquirió así sus dos rasgos distintivos: la referencia a Elías y el vínculo con María Santísima.
Del Evangelio según San Mateo
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre
y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo:
«Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte».
Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son
mis hermanos?».
Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre». (Mt 12,46-50).
Lazos de amor, no de sangre
En el día de la Memoria (opcional) de Nuestra Señora del Carmen, la liturgia presenta el pasaje de Mateo relativo al grado de "familiaridad" con Jesús. Un grado que no es de sangre, sino de imitación: "Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre". Uno pasa a formar parte de "su familia" no por la sangre, sino por una elección libre y personal que se traduce en el compromiso de hacer la voluntad del Padre.
María, la primera discípula
Como confirmación de lo que se acaba de decir, fue el propio Jesús quien respondió a una mujer que ensalzaba a su Madre: "¡Bendito el vientre que te llevó y el pecho del que tomaste leche!". Jesús replicó: "Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen" (Lc 11,27-28). Pero hay que tener presente que María es la que sabe escuchar, la que sabe guardar, la que sabe remitirse a su Hijo: "Haced lo que Él os diga" (Jn 2,5). María es la que nunca abandona a su Hijo Jesús, ni siquiera en el camino hacia la Cruz, y se mantiene de pie junto a la Cruz. Es una discípula que nunca abandona al Señor Jesús.
María, modelo para los cristianos
Todo esto nos lleva a querer imitar a la Virgen María.
En el Monte Carmelo, los monjes lo hicieron y lo hacen, pero todo cristiano está
llamado a mirar a María para aprender de ella, y a encomendarse a su intercesión
para guardar la pureza de la fe contra los ídolos banales de hoy. Vatican News