MARTÍN VALMASEDA
Durante estos días muchos cristianos y otros curiosos han pasado horas mirando a una chimenea para ver salir el humo. Es una bonita manera de perder el tiempo porque por mucho o muchos que miren no va a cambiar el color de la fumata a no ser que mientras miran meditan:"¿Y qué pasaría si cuando sale el humo saliera gris, o rojo, o verde, según la tendencia del papa elegido: gris cuando fuera un papa indeciso, rojo papa de línea izquierdista, verde ecologista o un humo multicolor, defensor de los LGTB...
Si este sistema hubiera funcionado cuando el papa Francisco, el susodicho al salir por la chimenea hubiera resbalado por las paredes hasta bajar a la plaza de San Pedro para mezclarse entre la gente que hubiera aspirado el dulce humor de Francisco de ese humo, los niños lo hubieren olfateado y tragado con humor a chocolate, las mamás con olor a flores, los fumadores de buen tabaco de pipa y a los orgullosos con muchos humos se les hubiera atragantado y tendrían que salir de la plaza.
Es  
una  idea que  propongo  a  los curas con olor a incienso para futuras ocasiones. Mientras tanto 
sigan  mirando  a la chimenea  de 
la  sixtina  y  orando al 
Padre  celestial  para 
que  con  el 
nuevo  papa bajen los humos del 
clero que  se desclericalice  y  se
haga  como niños  para 
entrar  en  el reino 
de  los  cielos . AMÉN 
 
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