Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

8 de octubre de 2025

105 COMUNICADO CÍRCULO DE SILENCIO

                                                        Cádiz 8 de Octubre de 2025.

Comenzamos nuestro Círculo de Silencio como terminamos el de septiembre: recordando el conflicto en Gaza, un exterminio humano que está sufriendo el pueblo Palestino a manos de Israel que no para, pese a que, en la última Asamblea General de la ONU, celebrada en septiembre de 2025, más de 150 países condenaran las acciones de Israel en Gaza, calificándolas de genocidio y exigiendo el fin inmediato de la violencia y el respeto al derecho internacional humanitario.

Nuestros Círculos de Silencio en favor de las personas migrantes y refugiadas están estrechamente ligados a la situación por la que están atravesando los palestinos, pues también ellos sufren una migración interna y forzada que les condena a deambular de un sitio para otro en su propio país, a capricho de sus verdugos, con el añadido de las bombas, la hambruna y las enfermedades.

Y en medio de tanta tragedia, la gente de a pie, sin mediaciones políticas y de manera espontánea se moviliza y se manifiestan para gritar que nos sigue quedando humanidad al ver tanta atrocidad. Es de las poquitas cosas que podemos hacer. Ojalá esto acabe pronto  ¡¡¡.

También nos queda por hablar de lo que acontece con las personas migrantes, recalcando por enésima vez las bondades reales de las migraciones, seguimos contradiciendo bulos y machacando la idea de que una sociedad con una migración controlada es una riqueza para el país de acogida. 

En un mundo cada vez más interconectado, la movilidad humana se ha convertido en una realidad constante y necesaria. Las personas migrantes no solo buscan mejores condiciones de vida, sino que, al hacerlo, realizan aportaciones fundamentales a las sociedades que les acogen, enriqueciendo tanto el ámbito económico como el social y cultural.

En España, por ejemplo, las personas inmigrantes representan aproximadamente un 12% de la población total y contribuyen significativamente a sectores esenciales. Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE), los migrantes suponen cerca del 15% de la fuerza laboral activa en el país, siendo imprescindibles en sectores como la agricultura, la construcción, los servicios domésticos y la hostelería, áreas clave para la economía nacional.

Más aún, la migración también impulsa la innovación y el emprendimiento. Estudios del Ministerio de Trabajo indican que alrededor del 20% de las empresas nuevas registradas en los últimos años tienen fundadores extranjeros, lo que refleja una importante capacidad emprendedora que genera empleo y dinamiza la economía local.

Culturalmente, la diversidad que aportan las personas migrantes enriquece nuestras comunidades, fomentando el intercambio de saberes, tradiciones y valores, lo que contribuye a sociedades más abiertas, inclusivas y creativas. Los migrantes fortalecen la cohesión social y aportan nuevas perspectivas que ayudan a construir sociedades resilientes y plurales.

A pesar de esta contribución innegable, las personas migrantes a menudo enfrentan violaciones graves de sus derechos fundamentales. En España, y en muchos otros países, miles de migrantes sufren condiciones precarias, falta de acceso a servicios básicos, discriminación, y violencias diversas.

Por ejemplo, en los centros de acogida para menores migrantes no acompañados (MENA) se han reportado problemas de saturación, insuficiencia de recursos, y falta de personal cualificado. Según informes de organizaciones sociales y la Fiscalía, esta situación afecta negativamente el bienestar, la integración y el desarrollo de estos menores, poniendo en riesgo su derecho a una infancia digna y segura.

Además, muchas personas migrantes se enfrentan a obstáculos burocráticos para acceder a la salud, la educación, y el empleo digno. En ocasiones, las políticas migratorias restrictivas y la criminalización de la migración irregular contribuyen a estigmatizar a estas poblaciones, fomentando la exclusión social y aumentando su vulnerabilidad.

Las deportaciones y los rechazos en frontera, a veces realizados sin garantías legales suficientes, suponen una violación directa del derecho internacional humanitario y de los tratados de derechos humanos ratificados por España. Estos actos atentan contra la dignidad de las personas y su derecho a buscar protección y una vida segura.

Es imprescindible que los gobiernos, las instituciones y la sociedad civil trabajen de forma coordinada para garantizar el respeto pleno a los derechos de las personas migrantes. Esto implica:

  • Promover políticas migratorias basadas en los derechos humanos y la inclusión social, no en la exclusión o la criminalización.
  • Garantizar el acceso universal a servicios esenciales como salud, educación, vivienda digna y trabajo digno, sin discriminación por nacionalidad o situación administrativa.
  • Mejorar la atención y protección a grupos especialmente vulnerables, como los menores no acompañados, mujeres migrantes y refugiados.
  • Fomentar la sensibilización social para combatir prejuicios, racismo y xenofobia, promoviendo la convivencia intercultural y el respeto mutuo.
  • Cumplir con los compromisos internacionales en materia de derechos humanos, acogida y reasentamiento, respetando siempre la dignidad y la autonomía de las personas migrantes.

En definitiva, las personas migrantes son agentes activos del desarrollo y el enriquecimiento social, y como tales merecen ser reconocidas, protegidas y valoradas en todas sus dimensiones. Defender sus derechos es una responsabilidad colectiva y un imperativo moral para construir sociedades justas, solidarias y humanas.

Los últimos meses han evidenciado la complejidad y pluralidad de la cuestión migratoria en España. Por un lado, se avanzan medidas administrativas para proteger a los grupos más vulnerables, como los menores no acompañados, y se reconoce la importancia de las regularizaciones por arraigo.

Por otro lado, persisten las tensiones políticas y sociales en torno a la gestión de las competencias migratorias y las narrativas que rodean a la población extranjera. La parálisis legislativa en aspectos clave como la regularización extraordinaria y los discursos políticos que estigmatizan a los migrantes son desafíos significativos para una política migratoria equilibrada y humana.

Para lograr una convivencia justa y efectiva, será necesario profundizar en la cooperación institucional, mejorar la atención y protección a las personas migrantes, y fomentar un debate público basado en datos rigurosos y respeto a los derechos humanos.

Los menores merecen una mirada aparte de todo esto.

Existe una emergencia migratoria en las Islas Canarias y los enclaves de Ceuta y Melilla reconocida por el Ministerio de Juventud y Infancia de España. Los tres territorios albergan a más del triple de su capacidad de acogida.

Este reconocimiento obliga al traslado de alrededor de 4.000 menores a otras regiones de la España peninsular.

Ceuta alberga actualmente a más de 500 menores con solo 27 plazas disponibles, más de un 1.800% por encima de su capacidad. Melilla acoge a 160 niños en un sistema diseñado para 28. Las Islas Canarias albergan a más de 5.000 menores, casi siete veces su capacidad oficial de 737, según cifras del ministerio.

Casi la mitad de los 4.000 menores irán a tres regiones: Andalucía (677), Madrid (647) y Valencia (571). El País Vasco y Cataluña están exentos por admisión previa, aunque Cataluña ha aceptado voluntariamente acoger 31.

El gobierno aprobó un fondo de 100 millones de euros para financiar los primeros tres meses de atención en las regiones de acogida, con apoyo adicional para aquellos que excedan su capacidad.

La nueva ley exige que las futuras llegadas a los tres territorios en estado de emergencia sean reubicadas en un plazo de 15 días. Para los niños ya alojados, las transferencias deben completarse dentro de un año.

 

Amigos, comienza nuestro TIEMPO DE SILENCIO.

MESA DIOCESANA DE ATENCIÓN Y ACOGIDA DE MIGRANTES Y REFUGIADOS DE CÁDIZ Y CEUTA.

Colaboración de Juan García de Paredes.