El teólogo brasileño Francisco de Aquino Júnior, sacerdote de la Diócesis de Limoeiro do Norte (Ceará), es una de las voces más reconocidas de la teología latinoamericana contemporánea. Profesor en la Universidad Católica de Fortaleza y en la Universidad Católica de Pernambuco, su labor académica se entrelaza con un fuerte compromiso pastoral y social, acompañando a comunidades de base, movimientos populares y organizaciones eclesiales que luchan por los derechos humanos y la justicia.
Miembro del Comité Directivo de Amerindia y del equipo teológico-pastoral
de Cáritas Latinoamericana y del Celam, Aquino Júnior ofrece claves de lectura
para una Iglesia comprometida con los pobres y con la transformación de la
sociedad.
En esta entrevista, concedida en el marco del Congreso Continental de
Teología, el teólogo reflexiona sobre el papel de la Iglesia ante los desafíos
actuales del continente, las desigualdades, las crisis sociales y ecológicas, y
el auge de los fundamentalismos, y comparte su mirada sobre el legado de
Gustavo Gutiérrez, figura a quien el Congreso rinde homenaje como pionero y
profeta de una fe encarnada y liberadora.
Comprender la realidad del continente y del mundo en que vivimos
Pregunta: ¿Por qué diría que es importante celebrar una reunión continental
de esta magnitud hoy?
Respuesta: Verán, la Iglesia en América Latina tiene una larga trayectoria de compromiso con la realidad, compromiso con los pobres, lucha por la transformación social y reflexión teológica al respecto. Especialmente desde la conferencia de Medellín, en el contexto de la recepción del Concilio Vaticano II, se ha venido desarrollando aquí una forma de ser Iglesia, una forma de vivir, celebrar y reflexionar sobre la fe, profundamente vinculada a los pobres, a la lucha por los derechos, a la lucha por la justicia y a la transformación social.
Así pues, estos congresos de Amerindia forman parte de esta tradición de
una Iglesia liberadora que se ha venido desarrollando desde la conferencia de
Medellín. Nos ayudan a reflexionar sobre los grandes desafíos de nuestro tiempo
para la fe y la Iglesia. Nos ayudan a discernir los signos de los tiempos, las
huellas del espíritu y los llamados de Dios presentes en nuestra realidad.
El Congreso Continental de Teología tiene esta tarea, la de ayudarnos a
comprender mejor la realidad del continente y del mundo en que vivimos,
ayudarnos a discernir en esta realidad los signos de los tiempos, los signos de
esperanza presentes en las resistencias y luchas de nuestros pueblos y
fortalecer la misión de la Iglesia de cooperar con la transformación de la
sociedad, con la lucha por la justicia, que es signo del reino de Dios entre
nosotros.
Reflexión teológica liberadora fiel al Evangelio y fuente para
transformar la realidad
P.: Ante estos desafíos que usted menciona, como la desigualdad, las
crisis de todo tipo, la crisis ecológica, y también en un contexto en el que
vivimos la sinodalidad, ¿qué frutos espera que deje este Congreso para la
Iglesia y para los teólogos del continente?
R.: En primer lugar, es crucial sintonizar la Iglesia con los desafíos y
las luchas de nuestro tiempo, garantizando que la Iglesia nunca se aleje de la
realidad, los clamores y las esperanzas de la gente.
Así pues, el primer fruto es conectar, sintonizar y encarnar cada vez más
a la Iglesia en nuestra realidad. En segundo lugar, fortalecer el compromiso
cristiano con la lucha por los derechos en América Latina, en particular
colaborando con los movimientos de base que, desde abajo, articulan, organizan
y movilizan la esperanza de los pobres en la lucha por sus derechos.
Y tercero, fortalecer una reflexión teológica liberadora que ayude a los
cristianos en su compromiso de transformar la sociedad. Finalmente, en el
contexto en el que vivimos, con el auge de la extrema derecha, la manipulación
y la instrumentalización de la fe para proyectos políticos que violan los
derechos humanos, la democracia y nuestra casa común, y por lo tanto son
contrarios al Evangelio, debemos fortalecer una reflexión teológica liberadora
que sea fiel al Evangelio de Jesucristo y que sea fuente y fuerza para
transformar la realidad.
P.: En el Congreso, se rendirá homenaje a Gustavo Gutiérrez. ¿Qué
significa esta figura para usted y qué significa para nosotros rendirle
homenaje?
Gustavo Gutiérrez, “Tomasito de América Latina” y signo vivo de una
Iglesia pobre y liberadora
R.: Gustavo es una especie de ícono, un sacramento de esta Iglesia de los
pobres en Latinoamérica. Claramente, Gustavo no es solo un individuo, ni un
acontecimiento aislado; forma parte de todo un proceso dentro de la Iglesia
latinoamericana. Es una expresión sacramental en el sentido de que, de manera
didáctica y profunda, ayudó a nombrar y articular esta perspectiva teológica
liberadora.
Dom Pedro Casaldáliga, uno de los grandes profetas de nuestra Iglesia
latinoamericana, tiene un poema sobre Gustavo Gutiérrez, en el que se refiere a
él en términos afectuosos, proféticos y profundamente intuitivos. Habla de
Gustavo Gutiérrez como "Tomasito de América Latina, Suma Criolla de la
Liberación". En otras palabras, esta expresión sintetiza lo que es Tomás,
en términos de la historia de la teología, como gran referente de la teología
católica en los siglos XII y XIII, que marcó los siglos siguientes, y el peso
de su suma teológica, porque Gustavo encarna, en nuestro tiempo, esta figura de
alguien profundamente en sintonía con nuestro continente, con los gritos de
nuestro pueblo y que, de manera intuitiva, creativa y muy evangélica, supo
articular, dar voz, poner en conceptos estos elementos fundamentales de nuestra
fe, que cobraron nuevas dimensiones con el Papa Francisco y, ahora, con esta
exaltación del Papa León, de una Iglesia pobre y para los pobres, de una
Iglesia comprometida con las causas populares, de una Iglesia que, desde abajo,
contribuirá a sembrar el Reino, a hacer crecer el reino, que es un Reino de fraternidad,
de justicia y de paz.
Cooperar en la transformación de la sociedad
P.: Comparta un mensaje con quienes estarán siguiendo esta conferencia a
distancia y con quienes se están acercando a este pensamiento teológico
latinoamericano.
R.: El mensaje es una invitación a tomar en serio el mundo en que vivimos, la realidad que nos rodea, percibiendo y escuchando los clamores de los pobres y de la tierra, sintonizando con esta realidad y esforzándonos por encarnar en ella la novedad del Evangelio de Jesucristo, que es vida, y vida plena, para todos los pueblos. Por lo tanto, la invitación es a tomar en serio la realidad en la que nos encontramos, discernir en ella los signos y las llamadas del Espíritu, y comprometernos con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra inteligencia, a cooperar en la transformación de la sociedad mediante el compromiso con los pobres, en la lucha por la justicia, en el cuidado de nuestra casa común, en la defensa de la democracia.
Micaela Díaz