Tal vez pienses que los
creyentes creen en Dios porque hemos descubierto no sé qué pruebas, argumentos
o razones que a ti se te escaparon. No. La fe en Dios no brota así en nuestro
corazón. Al menos yo no creo porque tenga pruebas científicas que me han convencido
para creer.
La confianza en Dios nace dentro de mí en un nivel más hondo.
Creer en Dios es creer en la vida, intuir que el mundo tiene un sentido último, confiar en el Misterio que encierra la creación: un Dios que es amor.
Creer en Dios significa
sentir que este mundo que me rodea y en el que vivo no es algo cerrado, sin
profundidad ni misterio alguno, algo que se termina en sí mismo.
Esto es solo el
<< punto de partida >>. La Vida es más que está vida.
Este mundo, tal como lo conozco hoy, lleno de problemas, conflictos y sufrimiento, no es nuestro último destino.
Creer en Dios significa sentir la vida como un regalo que me viene de una fuente que es amor y solo amor.
No vivimos solos y perdidos. No estamos en manos del destino o la fatalidad. La vida está dirigida por un Padre.
Creer en Dios significa
sentir con otra hondura mi propia dignidad.
No soy solo un conjunto de células que dentro de muy poco se disolverá.
Alguien ha pensado en
mí.
Alguien busca mi bien. Me siento sostenido y estimulado por Dios para hacer mi recorrido por este mundo con la esperanza y dignidad propias de un hijo de Dios.
Creer en Dios significa reconocer esa misma dignidad de hijos e hijas de Dios en todos los hombres y mujeres.
Todos son amigos, todos son hermanos míos. También esas gentes que mueren de hambre, miseria y desnutrición en los últimos países de la Tierra.
No somos solo miembros de la especie humana. Somos hermanos. Formamos una sola familia porque tenemos un mismo Padre.
Creer en Dios significa que no puedo vivir de manera aislada, desentendiéndome de los demás.
No podré hacer grandes cosas, pero sé que, desde mi pequeña, él de contribuir a una vida más humana, más digna y dichosa para todos, comenzando por los últimos, los más solos y desvalidos, los más indefensos y maltratados por la vida o las injusticias.
Creer en Dios significa creer que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra.
Un día, todo lo que aquí no ha podido ser, lo que ha quedado a medias, nuestros anhelos más grandes, nuestros deseos más íntimos, alcanzarán en Dios su plena realización.
José Antonio Pagola
Colaboración de Juan García de Paredes.