¡Qué
vergüenza para el Premio Nobel de la Paz!: En Suecia, se supone que este
galardón está destinado a honrar a aquellas personas que verdaderamente
promueven la paz en el mundo, que luchan por la armonía entre naciones y
defienden los valores humanos más elevados. Pero una vez más, el jurado ha
demostrado su absoluta ceguera y su inclinación por el lado equivocado de la
historia. Han decidido concedérselo a esta señora, Corina, una figura que no
respeta ni lo más mínimo los principios básicos de la convivencia civilizada.
¡Aboga contra la democracia misma! Y para colmo, es una aliada cercana del
señor Trump, cuyo pensamiento y acciones son un claro ejemplo de autoritarismo,
división y caos. ¿Cómo se atreven a premiar a alguien así?
Miremos
la lista de "premiados" para entender el ridículo en el que se ha
convertido este supuesto honor: ahí está Henry Kissinger, el arquitecto de
bombardeos indiscriminados y golpes de estado que dejaron ríos de sangre en
Vietnam y América Latina. Luego Obama, que recibió el premio casi como un
adelanto, mientras expandía guerras con drones y mantenía Guantánamo abierto. Y
ahora, Corina se une a esta pandilla de hipócritas. ¿Paz? ¡Por favor! Esto es
una burla a las verdaderas víctimas de la violencia global.
El
Nobel de la Paz está completamente devaluado, politizado hasta la náusea y
convertido en una herramienta de propaganda para los poderosos. Lo peor de todo
es que lo están entregando a personas manchadas de pies a cabeza: corruptas,
manipuladoras y aliadas de tiranos. ¿Dónde queda la integridad? ¿Dónde la
justicia? Este premio ya no vale nada; es un insulto a la inteligencia
colectiva y a todos aquellos que sí luchan por un mundo mejor sin mancharse las
manos. ¡Basta ya de esta farsa! Religión Digital