Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

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8 de marzo de 2017

Gustavo Gutiérrez en el Boston College

El Boston College acoge a los dos "inspiradores teóricos" de las reformas de Bergoglio

Gustavo Gutiérrez: "El compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la pobreza"

Scannone: "Francisco quiere que los pobres sean “no sólo protagonistas, sino también artesanos y hacedores de historia”

José Manuel Vidal

Juan Carlos Scannone (Buenos Aires, 1931) y Gustavo Gutiérrez (Lima, 1928) son los dos grandes patriarcas de los más de 50 teólogos reunidos en el I Encuentro Iberoamericano, que se está celebrando en el Boston College. El primero, es el líder de la Teología del Pueblo, la que dicen que sigue el Papa Francisco. El segundo, es el reconocido 'padre' de la Teología de la Liberación. Los dos son los inspiradores teóricos de las reformas de Bergoglio.

Por la mañana intervino al teólogo peruano, y había expectación por escucharlo. Por su pasado y por su presente. Porque sigue teniendo ideas geniales, expuestas de una forma directa y sencilla. Y con mucho sentido del humor, que le lleva a reírse incluso de sí mismo. "Me gustaría hablar de pie, pero ya sé que no hay mucha diferencia entre que lo haga de pié o sentado", comenzó diciendo, en alusión a su corta estatura física.


Su charla, titulada 'La interpretación del pobre en un mundo globalizado a los 50 años del Concilio', comenzó abordando el tema de la pobreza, que surge en los años 60, con la irrupción del pobre en la Teología y el interés de la reflexión teológica por abordar no sólo la pobreza, sino también sus causas.

A su juicio, con Pío X y Pío XII, "los pobres tenían que ser humildes, para recibir ayuda; y los ricos, generosos, para ayudar a los pobres". Sólo con Juan XXIII se comenzó a hablar "de las causas de la pobreza".

Gutiérrez sentó así las bases de su pensamiento: "La pobreza nunca es buena, nunca, porque siempre es muerte temprana e injusta" y "el compromiso con el pobre no puede evitar la denuncia de las causas de la pobreza". Porque, el "pobre es una 'no persona', un no considerado persona, un insignificante". O como dice Hanna Arendt, "el pobre es aquel que no tiene derecho a tener derechos". Por eso, la pobreza es un un "asunto teológico, que expresa la fractura de la creación".

El proceso teológico de la Teología de la Liberación se basó, según Gutiérrez, en dos grandes temas: la salvación universal y la relación naturaleza-sobrenaturaleza. Porque, "para hacer teología hay que estar en contacto con la realidad".

Y para explicarlo, Gutiérrez acudió a esta metáfora: "El mensaje cristiano es como carne congelada. Ahí está todo, pero no se puede comer. Hay que descongelarlo, es decir situarlo en la realidad actual". Como el Papa, "que se sitúa a este nivel básico, en la frescura del Evangelio".

Una teología asentada en la praxis. Y citó, para corroborarlo, a Simone Weil, "si quieres saber si una persona cree en Dios, no te fijes en lo que dice de Él, sino en lo que dice del mundo".
Y una teología profundamente espiritual. "La espiritualidad es fundamental en el proceso teológico, porque es un estilo de vida y una manera de ser", explicó. Por eso, la TL nunca va a morir, aunque los medios de comunicación "la mataron al año de nacer y la siguen matando a cada rato". De ahí que, cuando a Gutiérrez le preguntan por la muerte de la TL, siempre dice: "A mí no me invitaron a su funeral y creo que tenía derecho a estar en él".

En este proceso, fue el Vaticano II el que "abrió puertas, para seguir descongelando", al igual que hizo la Conferencia de Medellín.

La TL lleva aparejado, según Gutiérrez, el martirio. Unas veces, físico, como el de Enrique Pereira Neto. Y otras, también físico, pero alargado en el tiempo, "haciendo la vida imposible a los teólogos de la liberación". Por eso, "hubo mártires por Dios, por la Iglesia y por su pueblo".

Una teología, la de la liberación, que lleva a la praxis y a plantearse, desde la realidad, "cómo decirle al pobre que Dios le ama, cuando su vida misma es la negación del amor". Quizás, la única vía sea "ser solidarios con los pobres" y sobre todo, "ayudarles a ser sujetos de su destino".

Por eso a Gutiérrez no le gustan los que se proclaman 'la voz de los sin voz', porque "nuestra meta es que los que no tienen voz la tengan". De ahí el componente de "las pastoral de la amistad" que tiene que haber en la reflexión teológica. "No hay auténtico compromiso con los pobres, si no somos sus amigos". Y es que, como dijo en el turno de preguntas, "la teología no solo hay que estudiarla, sino y sobre todo, vivirla".

"Una teología atravesada por la misericordia"
A continuación, intervino el economista peruano Umberto Ortiz, que demostró con datos, cifras y estadísticas que "el 29,2% de la población de Latinoamérica (175 millones) está por debajo del umbral de la pobreza, a lo que hay que sumarle los 70 millones que viven en la indigencia".

Además, "Latinoamérica sigue siendo la región más desigual del mundo" y "los pobres son los más afectados por el cambio climático", explicó el profesor.

La teóloga colombiana, Olga Consuelo Vélez, sacudió al auditorio con su ponencia, titulada 'Las periferias geográficas y existenciales, desafíos para la Teología'. Tras denunciar "la persecución abierta a la teología de la liberación por algunos sectores de la institución eclesial", reconoció que, a eso se unió, en los últimos años, "el desánimo y el cansancio de algunos teólogos y teólogas".

Hasta que "vino un Papa del 'fin del mundo', cuyos gestos y palabras nos hicieron volver la mirada de nuevo hacia los pobres", porque Francisco "coloca la opción preferencial por los pobres como categoría teológica y no meramente cultural".

Se trata, según la teóloga de la Universidad Javeriana de Bogotá, de "desinstalarse, para salir a las periferias geográficas y existenciales", lo cual exige una "conversión pastoral". Y, para ello, los teólogos tienen que revisar el "'desde dónde' respondemos a las necesidades concretas que nos interpelan" y preguntarse: "¿Están los pobres del mundo en el centro de nuestra reflexión teológica?"

Para conseguirlo, Olga Consuelo Vélez apuesta por "una teología atravesada por la misericordia" y "una teología con sabor de actualidad". Para concluir con esta afirmación: "Tal vez lo más importante de esta reflexión es preguntarnos si en este movimiento eclesial que estamos viviendo hoy con Francisco nos sentimos comprometidos y dispuestos a cambiar".
En ese sentido, destacó que, por ejemplo, "la teología de género es todavía un anexo en muchos centros universitarios, que siguen marcados por una cultura patriarcal y clerical".
Por su parte, el teólogo jesuita también colombiano, Guillermo Sarasa abordó el tema de 'Hablar de Dios en tiempos de globalización', asegurando que la globalización ofrece oportunidades pero también riesgos, al tiempo que abogada por el anuncio explícito de Cristo en los centros universitarios católicos.

Los pobres, protagonistas y poetas

El primer ponente en intervenir por la tarde fue el jesuita Juan Carlos Scannone, uno de los 'gurús' de la Teología del Pueblo, que definió "como una corriente de la Teología de la Liberación", y que centró su intervención en 'La colaboración teológica con la pastoral del Papa Francisco'.

A su juicio, es evidente que el Papa no quiere una "teología de despacho", sino una teología basada en la misericordia, en la opción por los pobres y en el discernimiento. Desde la misericordia, "Francisco da importantes pasos adelante con respecto a sus dos predecesores, continuando la línea de la Iglesia y la teología latinoamericanas de Medellín a Aparecida".
Según Scannone, que fue profesor de Bergoglio en Argentina, Francisco quiere "una Iglesia pobre, de los pobres y para los pobres". Es decir que, como dice Pedro Trigo, "Los pobres no se sientan sólo en la Iglesia 'como en su casa', sino que estén en el 'corazón de la Iglesia'".
Por eso Francisco quiere que los pobres sean "no sólo protagonistas, sino también 'poetas sociales', artesanos y hacedores de historia". Especialmente, a través de los movimientos populares, a los que el papa "reconoce una imprescindible función social".

En cuanto al discernimiento según el Papa, debe pasar por el "discernimiento de los signos de los tiempos". Con cuatro principios básicos: La realidad siempre prevalece sobre la idea; vale más iniciar procesos que ocupar espacios de poder; la unidad es superior al conflicto, y el todo es superior a las partes y a su mera suma.

Es "el modelo del poliedro o de la orquesta". Y Scannone concluye: "Hoy la teología está llamada a acompañar -con el Papa Francisco- a los pueblos, a los pobres de los pueblos y a sus movimientos populares, en el discernimiento eficaz de su pasión y acción históricas Así, estaría practicando la opción evangélica por una Iglesia pobre, con, de y para los pobres, con temple de misericordia, en cuanto la teología es y debe ser 'intellectus amoris et misericordiae'".

En las comunicaciones de la tarde, intervinieron la teóloga argentina Emilce Cuda, el chileno Carlos Schikendantz y el venezolano Rafael Luciani. La profesora Cuda abordó e tema de la 'teología política en América Latina hoy' y señaló que "hay modalidades políticas que son sacralizadas, ante las que la función del teólogo consiste en destronar a los falsos dioses".
El padre Schikendantz explicó 'La reforma de la Iglesia en el actual pontificado a la luz del Vaticano II', que, a su juicio, pasa por "la recuperación del Concilio" y por la puesta en marcha de "una agenda compleja y articulada".

En este sentido, el teólogo chileno aseguró que "la reforma clave de la reforma de la Iglesia es la reforma del papado, teniendo en cuenta que sólo el papa puede reformarse a sí mismo". Y es que hay que tener en cuenta que "la reforma de la Iglesia pasa por la disminución del papado para que crezcan las otras instituciones eclesiales". Una reforma que, a su juicio, se encuentra con una oportunidad de oro y un momento favorable, porque "coinciden las reformas desde abajo y desde arriba".

Por último, intervino Rafael Luciani, para hablar de la 'Geopolítica pastoral', que consiste en "la parresía apostólica al servicio de los pueblos pobres y sus culturas", porque la Iglesia "quiere ser mediadora y facilitadora de procesos de paz en medio de los dramas que otros descartan".

Tras hacer un recorrido por "las fracturas locales con repercusiones globales" que muestran que "lo que está mal no es un simple modelo de gestión, sino el sistema u ordenamiento mundial actual". Entre otras cosas, "porque es un modelo que, aún cuando ha logrado producir mayor riqueza a nivel global, lo ha hecho generando los niveles más alto de inequidad económica y exclusión social en la historia de la Humanidad. Y es que pobre no es solo el que no tiene, sino el que no tiene cómo tener".


Precisamente por eso, el modelo geopolítico de Francisco busca apoyarse en la "interculturalidad, como camino para la habilitación humana como sujetos". O dicho de otra forma, "la visión de Francisco entraña un cambio en el modo como interactuamos y nos posicionamos socioculturalmente. Es un modelo alternativo que se basa en la praxis del encuentro, de la cooperación y de la interdependencia". Porque "la fraternidad global es el camino para llegar a ser sujetos en esta época mundializada, a fin de que todos gocemos de la posibilidad de tener posibilidades".