y sus acólitos en la elección de Honduras
Créditos: Archivo de
JOH. Foto de archivo del expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, con
Marco Rubio, secretario de Estado de los Estados Unidos.
Contratos de cabildeo
en Estados Unidos e informes de donaciones recibidas por funcionarios del
gobierno de Donald Trump explican cómo ha fluido el dinero en las redes
políticas republicanas que hoy abogan por el triunfo del Partido Nacional en
las elecciones de Honduras.
Sigue el dinero, o
“follow the money” en inglés, es una frase popularizada por el cine de
Hollywood que sirve para explicar por qué la administración de Donald Trump y
sus funcionarios han metido las narices en la política interna de Honduras, un
país que no tiene una importancia estratégica ni recursos naturales que
interesen a la economía estadounidense y sus empresas como, digamos, sí la
tiene Venezuela.
Ya periodistas
hondureños y estadounidenses publicaron varias piezas del rompecabezas que
puede servir para explicar las razones por las que, de forma sorpresiva, el
presidente Donald Trump puso las elecciones presidenciales de Honduras en el
centro de la atención mundial al hacer algo que no es común en la política
internacional: apoyar a un candidato con nombre y apellido. Trump escogió como
su favorito a Nasry Asfura, el exalcalde de Tegucigalpa que corre por el
Partido Nacional, el mismo que sirvió al expresidente Juan Orlando Hernández,
condenado en Nueva York a 45 de cárcel por tráfico de drogas, para hacer de
Honduras un narcoestado.
Un artículo publicado
por Contracorriente el 27 de noviembre pasado, un día después de que Trump
apoyó por primera vez a Asfura, explica que detrás del espaldarazo del presidente
de Estados Unidos está el cabildeo de Fernando Cerimedo, un lobista que asesoró
al presidente argentino Javier Milei en tiempos de campaña, y a quien la nota
periodística relaciona con Roger Stone, un cabildero cercano a Trump y cuya
empresa se hizo famosa en los años 80 y 90 por trabajar con dictadores como
Ferdinand Marcos de las Filipinas o Mobutu Sese Zeko de Zaire.
Contracorriente también
asegura que Cerimedo trabajó, en el lobby de Milei, con otras casas lobistas
como el Latin American Advisory Group, de la que fue cabildero Damián Merlo,
uno de los principales asesores del presidente salvadoreño Nayib Bukele; a
Merlo una investigación del FBI lo relacionó con gestiones a favor de los hijos
del expresidente panameño Ricardo Martinelli, investigado en Estados Unidos por
corrupción. Latin American Advisory Group también representó a la excandidata
presidencial guatemalteca Zury Ríos, hija del dictador guatemalteco Efraín Ríos
Montt, condenado en su país por actos de genocidio.
Esas primeras piezas dicen
una cosa: el lobby que abogó por Nasry Asfura y el Partido Nacional de Honduras
es el mismo que ha recibido dinero de varios presidentes y candidatos
latinoamericanos identificados con la ultraderecha más radical y señalados por
corrupción y por sus tendencias autoritarias. A Merlo, por ejemplo, Bukele le
pagó por lo menos unos USD400,000 por sus servicios.
También hablan de esa
red las interacciones de algunos políticos estadounidenses y las de operadores
centroamericanos afines a MAGA (Make America Great Again), el movimiento
racista de ultraderecha que aupó a Donald Trump a la presidencia de los Estados
Unidos. Entre los que siguió la línea dictada por Trump en sus redes sociales,
la de apoyar a Asfura, está Matt Gaetz, un excongresista republicano y
candidato a fiscal general que debió bajarse de su candidatura luego de que se
hicieron públicas pruebas de que pagó a varias mujeres por sexo, incluida una
menor de edad. Gaetz también es valedor del salvadoreño Bukele en Washington.
Otro de los que se ha
hecho ecos del asunto hondureño es Mario Duarte, jefe de inteligencia del
expresidente guatemalteco Jimmy Morales, vinculado este a actos de corrupción.
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