«Erradicar las causas estructurales de la pobreza» – Exhortación del Papa León XIV sobre el amor a los pobres
La exhortación
apostólica Dilexi Te (Yo te he amado) de León XIV, «sobre el amor a los
pobres», habla del «compromiso con los pobres y con la transformación de las
causas estructurales de la pobreza» (DT 2), del «cambio de mentalidades con
implicaciones culturales» (DT 3) y de la «atención religiosa privilegiada y
prioritaria» para con los pobres (DT 114). Estos son aspectos o dimensiones
fundamentales del cuidado de los pobres en la Iglesia: asistencia y promoción,
transformación de las estructuras sociales, cambio de mentalidad y atención
religiosa.
De todas las dimensiones y formas de atención a los pobres, la más exigente y la que encuentra mayor dificultad e incluso oposición dentro de la Iglesia es la “erradicación de las causas sociales y estructurales de la pobreza” (DT 10). La más común es la asistencia social (ayuda inmediata). También existen numerosas obras de promoción (centros de rehabilitación, generación de ingresos, cultura, etc.). Pero cuando se trata de la lucha por la “transformación de la sociedad” (DT 97), las dificultades, la resistencia y la oposición son muchas. Si bien la asistencia social y la promoción son más sencillas y fáciles de llevar a cabo, y generan menos conflictos, e incluso pueden ser realizadas por personas y grupos que defienden y promueven políticas que concentran la riqueza y producen pobreza y miseria, la lucha por la transformación de la sociedad es mucho más difícil y compleja, requiere movilización y organización popular, y se enfrenta a conflictos con grupos y sectores dominantes. No hay que olvidar que muchos grupos dentro de la Iglesia que realizan una admirable labor de asistencia y promoción están vinculados a grupos y proyectos políticos que socavan los derechos humanos y nuestra casa común, destruyen los derechos laborales, promueven políticas que concentran la riqueza y aumentan la pobreza, o los apoyan.
De ahí la importancia y
la necesidad de considerar detenidamente esta dimensión del cuidado de los
pobres en la Iglesia, que consiste en la lucha por la transformación de la
sociedad y la superación de las causas estructurales de la pobreza. Esto exige
tanto el reconocimiento de la pobreza como un hecho social, resultado de
estructuras sociales injustas, como un compromiso social para transformar estas
estructuras que producen pobreza y miseria en el mundo.
Es necesario reconocer
que la pobreza no es una condición natural, producto del destino, y mucho menos
la voluntad de Dios: «Los pobres no son pobres por casualidad ni por un destino
ciego y amargo […]. Entre los pobres hay también, obviamente, quienes no
quieren trabajar, quizá porque sus antepasados, que trabajaron toda su vida,
murieron pobres. Pero hay muchos hombres y mujeres que trabajan de sol a sol,
recogiendo cartón, por ejemplo, […] aunque saben que este esfuerzo solo les
servirá para sobrevivir y jamás mejorará realmente sus vidas. No podemos decir
que la mayoría de los pobres se encuentren en esta situación porque no hayan
obtenido “méritos”, según la falsa concepción de la meritocracia, según la cual
parece que solo quienes han tenido éxito en la vida poseen mérito» (DT 14). La
causa más fundamental de la pobreza es estructural. León XIII habla aquí, con
el episcopado latinoamericano, del «pecado social» o de las «estructuras de
pecado que crean pobreza y desigualdades extremas» (DT 90-98).
Por: Francisco Aquino Júnior
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