EL NOMBRE DE JESÚS
El nacimiento de
Jesucristo fue de esta manera. La madre de Jesús estaba desposada con José, y,
antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu
Santo.
José, su esposo, que
era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas
había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor, que
le dijo.
José, hijo de David, no
tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella
viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Todo esto sucedió para
que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: <<Mirad: la
virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel(que
significa: <<Dios con nosotros>>).
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer (Mateo 1,18-24).
LE
PONDRÁS POR NOMBRE JESÚS
El evangelista Mateo
quiere dejar las cosa claras El
<<salvador>> que necesita el mundo no es Vespasiano, sino Jesús.
La salvación no
nos llegará de ningún emperador ni de ninguna victoria de un pueblo sobre otro.
La humanidad necesita ser salvada del mal, de las injusticias y de la
violencia; necesita ser perdonada y reorientada hacia una vida más digna del
ser humano. Esta es la salvación que se nos ofrece en Jesús.
Después de veinte siglos, los cristianos hemos de aprender a pronunciar el nombre de Jesús de manera nueva: con cariño y amor, con fe renovada y en actitud de conversión. Con su nombre en nuestros labios y en nuestro corazón podemos vivir y morir con esperanza.
DIOS
ESTÁ CON NOSOTROS
La Navidad está
tan desfigurada que parece casi imposible hoy ayudar a alguien a comprender el
misterio que encierra. Tal vez hay un camino, pero lo ha de recorrer cada uno.
No consiste en entender grandes explicaciones teológicas, sino en vivir una
experiencia interior humilde ante Dios.
Las grandes
experiencias de la vida son un regalo, pero, de ordinario, solo las viven
quienes están dispuestos a recibirlas. Para vivir la experiencia del Hijo de
Dios hecho hombre hay que prepararse por dentro.
El evangelista Mateo
nos viene a decir que Jesús, el niño que nace en Belén, es el único al que
podemos llamar con toda verdad <<Emmanuel>>, que significa
<<Dios con nosotros>>. Pero ¿qué quiere decir esto? ¿Cómo puedes tú
<<saber>> que Dios está contigo?
Ten valor para
quedarte a solas. Escúchate a ti mismo. Sigue en silencio. Tal vez sientas una
impresión extraña: tú vives porque estás arraigado en una realidad inmensa y
desconocida. ¿De dónde te llega la vida? ¿Qué hay en el fondo de tu ser? Si
eres capaz de <<aguantar>> un poco más el silencio, probablemente
empieces a sentir temor y, al mismo tiempo, paz. Estás ante el misterio último
de tu ser. Los creyentes lo llaman Dios.
Abandónate a ese
misterio con confianza. Dios te parece inmenso y lejano. Pero, si te abres a
él, lo sentirás cercano. Dios está en ti sosteniendo tu fragilidad y haciéndote
vivir. No es como las personas que te quieren desde fuera. Dios está en tu
mismo ser.
Según Karl
Rahner, <<esta experiencia del corazón es la única con la que se puede
comprender el mensaje de fe de la Navidad: Dios se ha hecho hombre>>. Ya
nunca estarás solo. Nadie está solo. Dios está con nosotros.
Ahora sabes <<algo>> de la Navidad. Puedes celebrarla, disfrutar y felicitar. Puedes gozar con los tuyos y ser más generoso con los que sufren y viven tristes. Dios está contigo.
¿NO
NECESITAMOS A DIOS ENTRE NOSOTROS?
Al parecer son
bastantes las personas a las que les da exactamente igual creer o no creer, oír
que <<Dios ha muerto>> o que << Dios ha nacido >>. Su
vida sigue funcionando como siempre. No parecen necesitar ya de Dios.
Expulsado Dios
de nuestras vidas, encerrados en un mundo creados por nosotros mismos y que no
refleja sino nuestras propias contradicciones y miserias, ¿quién nos puede
decir quienes somos y qué es lo que realmente queremos?
¿No necesitamos
que Dios nazca de nuevo entre nosotros, que brote con luz nueva en nuestras
conciencias, que se abra camino en medio de nuestros conflictos y
contradicciones?
Para
encontrarnos con ese Dios no hay que ir muy lejos. Basta acercarnos
silenciosamente a nosotros mismos.
Este es el mensaje de la Navidad: Dios está cerca de ti, donde tú estás, con tal de que te abras a su Misterio. El Dios inaccesible se ha hecho humano y su cercanía misteriosa nos envuelve. En cada uno de nosotros puede nacer Dios.
ACOGER
A DIOS EN UN NIÑO
No entenderemos
la Navidad si no sabemos hacer silencio en nuestro corazón, abrir nuestra alma
al misterio de un Dios que se nos acerca, acoger la vida que nos ofrece y
saborear la fiesta de la llegada de un Dios Amigo.
<<Nosotros
tenemos motivos para el júbilo radiante, para la alegría plena y para la fiesta
solemne: Dios se ha hecho hombre, y ha venido a habitar entre nosotros>>
(Leonardo Boff).
Hay una alegría
que solo la pueden disfrutar quienes se abren a la cercanía de Dios y se dejan
atraer por su ternura. Una alegría que nos libera de miedos y desconfianzas
ante Dios.
¿Cómo temer a un
Dios que se nos acerca como niño? ¿Cómo huir ante quien se nos ofrece como un
pequeño frágil e indefenso? Dios no ha venido armado de poder para imponerse a
los hombres. Se nos ha acercado en la ternura de un niño a quien podemos hacer
sonreír o llorar.
Dios no es el Ser omnipotente y poderoso que a veces imaginamos los humanos, encerrado en la seriedad y el misterio de su mundo inaccesible.
MARÍA,
LA MADRE DE JESÚS
Más en concreto,
María es hoy para nosotros modelo de acogida fiel de Dios desde una postura de
fe obediente; ejemplo de actitud servicial a su Hijo y de preocupación
solidaria para todos los que sufren; mujer comprometida por el <<reino de
Dios>> predicado e impulsado por su Hijo.
En estos tiempos
de cansancio y pesimismo increyente, María, con su obediencia radical a Dios y
su esperanza confiada, puede conducirnos hacia una vida cristiana más honda y
más fiel a Dios.
La devoción a María
no es, pues, un elemento secundario para alimentar la religión de gentes
<<sencillas>>, inclinadas a prácticas y ritos casi
<<folclóricos>>. Acercarnos a María es, más bien, colocarnos en el
mejor punto para descubrir el misterio de Cristo y acogerlo.
El Evangelista
Mateo nos recuerda a María como la madre del <<Enmanuel>>, es decir,
la mujer que nos puede acercar a Jesús, <<el Dios con nosotros>>.
José
Antonio Pagola



